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El viernes salgo a comprarme algo en Zara. Siempre me dejo algo de mis propinas para ir de compras. Zara es barato y además tiene calidad, por lo que siempre solemos terminar allí.
Salgo con cosas bonitas para estrenar ese fin de semana. Tengo que llamar la atención e ir perfecta porque esos chicos tienen muy buena pinta. El sábado comienzo pronto mi ritual. Nada más comer me preparo un buen baño. Mientras mi pelo absorbe el olor del champú, me depilo con la cuchilla. Luego me enjabono a conciencia. Me aclaro el pelo. Compruebo que mi depilación está bien y salgo. Me exfolio la cara mientras mi pelo se seca un poco al aire. Da la casualidad de que lo tengo exactamente igual que Richards en su película. Luego me lo aliso poco a poco. Tengo una gran cantidad de pelo así que me lleva un buen rato. El resultado nunca es del todo satisfactorio, pero ha quedado bastante bien. Paso al maquillaje, que tampoco me convence nunca la base, ya que soy muy pálida y las bases siempre me resultan demasiado oscuras. Me hago una raya negra gatuna en los ojos, que ya parecen de un gatito por naturaleza. Los labios siempre marrones. Y por último, me pongo un conjunto de pantalón de vestir gris azulado y una camiseta palabra de honor. Luego una chaqueta, ya que estamos en septiembre y no hace frío todavía.
Mónica me espera abajo, en mi portal. Nos dirigimos a la parada y allí está Talía. Nos montamos en el autobús y mientras charlamos sobre lo que pensamos que nos va a deparar la noche. El bus para, por fin, cerca de la zona por donde vamos a salir de fiesta. Me siento bien. Llegamos a la puerta del bar. Está en una zona muy pija. Casi no hemos cogido la puerta para abrirla y se oye a un chico que dice: «es ella». Entonces lo veo. Nos sonreímos. Tiene una bonita sonrisa que destaca la blancura de sus dientes con su tez más oscura. De pronto aparece otro chico, que supongo es Leo. Tiene los ojos de un gris mucho más puro que el mío. Es alto. Tiene un aire a Jude Law. Es muy guapo. No es solo atractivo. Llama la atención, sinceramente. Mónica también se ha quedado sorprendida por esos dos especímenes.
Hugo me coge en seguida de la mano y nos pide unas copas. Hay mucha gente y apenas podemos hablar. Mónica está hablando con Leo. Talía ha ido a saludar a gente que conoce de otras salidas. Del karaoke, sobre todo. Hugo y yo nos llevamos bien. Es muy amable, cariñoso, atento, dulce y muy, muy sexi. Es la primera vez en mi vida que conozco a un chico tan extremadamente atractivo en todos los aspectos. Lleva una camisa de un blanco inmaculado, que marca perfecta y claramente sus abdominales y esos brazos trabajados en su justa medida. Hace que me ponga un poco tonta, porque no estoy acostumbrada a ver chicos así, que sean guapos e inteligentes al mismo tiempo. En parte me siento insegura, es como si fuera demasiado para mí. No he tenido la oportunidad de hablar con Leo porque creo que el plan era que Hugo me acaparase. Aún así, puedo sentir las miradas de Leo. Tengo interés en conocerlo a él también, pero de momento está entreteniendo a Mónica a las mil maravillas.
Ya hemos bebido bastante y empiezo a marearme. Decidimos avisar a Talía de que estaremos fuera o en el bar de enfrente. Cuando salimos, veo que Mónica se está enrollando con Leo. ¡Madre mía, si no se conocen! Solo es un beso, porque después nos siguen a Hugo y a mí, pero me ha sorprendido. Justo antes de entrar en el otro bar veo a mis amigas. Leo también las ve, sobre todo a Maca. De pronto notamos que sus intereses han cambiado. Les presento a las chicas y Leo y Maca ya están embobados. Hugo disfruta con la escena, parece que el plan está saliendo mucho mejor de lo que esperaban.
Talía también aparece, pero nadie le hace mucho caso. Se queda al lado de Mónica. Le pregunta lo que ha pasado. No sé si Mónica le ha contado lo de Leo. Terminamos todos en otro sitio. Hugo me coge de la muñeca. Tira de mí. Nos esconde un poco del resto y acerca su cara a la mía. Nos besamos ¡y es sin duda el beso más excitante de mi vida! Él sí que sabe. Me sujeta la cintura, mientras me mira intensamente. Entonces Leo nos llama. Se asoma a dónde estamos, nos mira y hace un gesto de asentimiento. Leo tiene algo oscuro, pero tan terriblemente atractivo que se me olvida al instante. Parece que todos los amigos de Hugo visten como él, como si fueran de uniforme. Están todos muy bien.
Nos sentamos y tomamos la última copa de la noche. Ya es tarde y estamos cansados. Talía tiene que volver pronto a casa, aunque son pasadas las doce.
Hugo y Leo nos acompañan a la parada del búho. Ya hemos intercambiado teléfonos, incluidos Leo y Maca, que parece que se gustan. Me da que Leo se ha olvidado pronto de Mónica y creo que nadie ha dicho nada sobre el beso que se han dado hace unas horas.
Cuando estamos dentro del bus nos ponemos a comentar. Miro primero a Mónica y le digo que estoy sorprendida. Primero porque se haya venido y segundo porque se haya liado con un chico como Leo, tan pijo, no es para nada su estilo. Me dice que iba muy borracha y que ni se acuerda. Puede que sea cierto, Mónica no sabe beber. Me giro y hablo con Maca y el resto. Están alucinando con los chicos tan guapos. La verdad es que nuestra conversación si fuera al revés sonaría machista, pero es así. Mira que por nuestra discoteca habitual han pasado los mejores tíos de la ciudad, pero se nos escaparon los extraordinarios.
Cuando llegamos a nuestra parada nos despedimos de Talía. El resto nos bajamos. Le pregunto a Maca qué tal con Leo. Me dice que le ha gustado mucho. Hablamos un rato y sobre todo planeamos como hace tiempo en las nuevas jugadas. Ojalá pudiera olvidar a Enrique con Leo, aunque luego recuerdo que algo no me ha gustado de Leo.
Nos despedimos y Mónica viene, como de costumbre, a dormir a mi casa. En la cama seguimos parloteando hasta que nos quedamos dormidas. Mónica piensa que estamos un poco locas, ese es el resumen de la noche.
A ver que nos depara esa nueva aventura.
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Algo raro pasó
Novela JuvenilJulia emprende un camino espinoso de descubrimientos en los años 90; sus primeras experiencias en el amor, el sexo, los viajes con amigos, el acceso a las discotecas y al alcohol. De este modo, se da cuenta de que todo está por hacer, sumiéndose en...