La Sugerencia Del Duque Elgy

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Los chismes de la fiesta llegaron a oídos de Sovieshu.

Como era un evento relativamente pequeño, el rumor de que la concubina del Emperador se había encontrado con la hija del Vizconde Roteschu no causó una tormenta en los círculos sociales. Sovieshu solo se enteró de lo sucedido porque envió a su secretario para que fuera sus ojos y oídos.

Después de escuchar el informe del Conde Pirnu, la expresión de Sovieshu se volvió seria.

«Estoy preocupado.»

«Tomará algún tiempo para que los rumores desaparezcan por completo. Por suerte, Lord Alan, hijo del Vizconde Roteschu, se la llevó antes de que las cosas empeoraran.»

El Conde Pirnu dijo palabras destinadas a tranquilizar al Emperador, pero eran verdaderas. Sin embargo, la expresión de Sovieshu, no se relajó.

«Ese no es el problema.»

«¿Su Majestad?»

«Los nobles ignoran demasiado a Rashta.»

El Conde Pirnu se rió entre dientes, como si la afirmación fuera falsa.

«Hay algunos nobles que ignoran a los plebeyos, pero más personas piensan que Rashta es una concubina dulce y encantadora. Tal pureza raramente se ve en la alta sociedad.»

«¿Piensan que ella es demasiado suave?»

«¿Su Majestad?»

«Ella es dulce y encantadora. Bueno para una primera impresión, pero eso es todo.»

«Ah.»

«Sería un cumplido para un aristócrata normal, pero Rashta pronto será la madre de mi bebé. Los nobles tienen que respetarla hasta cierto punto.»

«Desgraciadamente... sí. En primer lugar, no le habrían jugado una mala pasada si la respetaran.»

El Conde Pirnu esbozó una sonrisa tímida. Sovieshu tenía razón, pero ¿era posible mejorar el estatus de una concubina de la que se rumoreaba que había sido una esclava? Quizás podría hacerse con Rashta, pero llevaría mucho tiempo. Además...

«Su Majestad, tengo algo más que informar.»

«¿Qué?»

«Se trata del Vizconde Roteschu.»

El Vizconde Roteschu despertó el interés de Sovieshu desde el incidente con el anillo de la Estrella de la Llama Roja, y mantuvo un ojo en el vizconde a causa de lo ocurrido con la Duquesa Tuania. Sovieshu no solo vigilaba la finca Rimwell y la mansión recién comprada por Roteschu, sino que también monitoreaba todos sus movimientos.

No había nada relevante hasta ahora. Sin embargo, el Conde Pirnu parecía querer decir algo.

«Dime.»

«Hay un número sospechoso de personas que entran y salen de la residencia del Vizconde.»

«¿Son su propia gente?»

«No lo creo. Preguntan por la señorita Rashta.»

«Quieren saber si ella realmente es una esclava o una plebeya.»

«Sí, creo que ese es el propósito.»

Sovieshu frunció el ceño.

«Descubre quién está detrás de esto.»

«Si, Su Majestad.»

Cuando terminaron de hablar de Rashta, el Barón Lant, que había estado escuchando en silencio la conversación de los dos hombres, se dirigió cuidadosamente al Emperador.

La emperatriz divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora