Capítulo 20

880 55 4
                                    

Andrew's POV

—¿Por qué dices eso? —preguntó Lisa.

Fruncí el ceño. Podría jurar que estaba nerviosa. La sonrisa que iluminaba su rostro hacía apenas unos segundos se había esfumado, su respiración se había vuelto más pesada y sus ojos se tornaron grises de repente.

—¿Por qué digo qué? —repuse.

—¿Por qué hija de Afrodita?

Sonreí.

—¿No es obvio? Resulta que me puse a pensar en cómo es que te metes en mi mente, convences a cualquiera de cualquier cosa y con una sonrisa logras que todo el mundo se arrodille a tus pies. Así que eres una hija de Afrodita.

«Y eso pasando por alto lo bonita que eres...»

Lisa cerró los ojos y dejó escapar un largo suspiro. Me impulsé para separarme del apoyo de la pared y me acerqué a ella.

—¿Estás bien?

Ella abrió los ojos y esbozó una sonrisa débil.

—Sí, estoy bien.

—¿Segura? ¿Pasó algo?

No me di cuenta de que había acercado mi mano hasta su rostro hasta que mis dedos acariciaron su mejilla.

—No. Es solo que... Olvídalo.

La interrogué con la mirada, y ella apartó sus ojos de los míos. Raro... Muy raro.

—Esto... ¿Por qué estás así entonces? —preguntó, obviamente intentando cambiar de tema.

Bufé y me alejé de ella.

—No es nada —dije sarcástico—, solo tengo ganas de retorcerle el pescuezo al entrenador.

—¿Por qué? ¿Qué te hizo?

—Hum... Me torturó por haber faltado el viernes.

—Oops. Lo siento.

Hice un gesto con la mano, restándole importancia y posé mis ojos en los demás. Le sonreí un momento a Becky y me dirigí al otro chico. Lo identifiqué vagamente de la noche anterior: el chico que había bailado con Becky.

—No nos hemos presentado, ¿verdad?

Él sonrió y me tendió la mano.

—Daniel Robertson. Un placer.

Acepté su mano.

—Igualmente.

—Bueno —intervino Becky—. ¿Nos vamos a quedar aquí parados como tontos? Ya nos están mirando.

Me giré y corroboré que ella tenía razón. Había grupitos cerca de nosotros murmurando y dándonos miraditas discretas... Como siempre.

—¿Vamos a comer algo? —pregunté—. Me estoy muriendo de hambre.

—Por fin alguien que me entiende. —murmuró Elisa.

—Hay una cafetería a unas cuantas calles. —dije.

—Es la mejor idea que he escuchado.

«Mmm... Eso fue fácil.»

—Lo sé —repuse sonriendo.

Lisa puso los ojos en blanco.

—Vamos Señor Modestia —dijo tomándome del brazo y arrastrándome a la salida—. ¿Ofreces tu auto, verdad? Estoy castigada por no avisarle a Chris de la fiesta.

FléchameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora