Capítulo 15

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Andrew's POV

¿Por qué? Demonios, ni siquiera yo mismo lo sabía.

Tomé aire e intenté organizar mis pensamientos.

—Porque...

No fui capaz de sostenerle la mirada.

—Porque creo que contigo... No lo sé... Puedo ser yo mismo. Porque hacía mucho tiempo que no... Eh... Encontraba a alguien que me hiciera sentir así.

—¿Cómo?

«Rayos. Ya metí la pata»

—Pues... Eh... Como si necesitara... Como si...

Gruñí, frustrado.

—Ok, ¿por qué no lo intentas de nuevo? Pero mirándome a los ojos.

Suspiré, y a regañadientes posé mis ojos en los suyos. Y... Oh, diablos. ¿Por qué tenían que estar viéndose verdes? ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Cómo demonios iba a concentrarme si se veían verdes?

Me obligué a serenarme. Respiré profundo y volví a intentarlo.

—Porque contigo siento que puedo ser yo mismo. Porque hacía mucho tiempo que no encontraba a alguien...

Los cables volvieron a cruzarse.

«Maldita sea... No puedo explicarlo».

—Porque nunca nadie había enredado así mis pensamientos, Lisa... Y no sé cómo demonios lo haces.

Ella me dedicó una sonrisita, y me dio la impresión de que significaba algo así como "yo sí, Andrew. Yo sí lo sé".

Volvió a posar la mirada en el lago, e inmediatamente sus ojos se tornaron azules.

—Bien. —dijo.

Pasamos un rato en silencio, mirando el paisaje.

—Háblame de Kelsy. —repuso después de un momento.

—Bueno, tiene cinco años y es la cosa más adorable que haya pisado el planeta Tierra.

Ella sonrió y volteó a mirarme.

—Kelsy... ¿Quién le puso el nombre?

—Yo.

—Lo sabía. —murmuró.

—¿Cómo podías saber eso?

Me dio una de esas sonrisas enigmáticas y se encogió de hombros.

—Fue un trato que hice con mis padres —comencé a explicar—. Mi madre quería ponerle Cassandra y mi padre quería llamarla Haley. Estuvieron cuatro meses discutiendo por eso. Entonces me pusieron a mí elegir cuál de los dos me gustaba más. Les hice jurar que le pondrían el que yo escogiera, pero jamás se los dije. Lo escribí en un sobre, y el día que ella nació, se lo entregué a mamá, le recordé su promesa, y cuando lo abrió...

—No era ninguno de los dos. —terminó ella por mí.

Me reí al recordarlo.

—Yo tenía trece años... Pero tuvieron que cumplir su promesa.

Lisa negó con la cabeza, sonriendo.

—¿Y qué me dices del tuyo? —pregunté.

—¿Mi hermano? Se llama Chris, me lleva tres años y está estudiando sistemas. Para él soy algo así como su muñeca de porcelana.

Sonreí.

—¿Por qué esa sonrisa?

—Porque no creo que tengas ni el más leve parecido con una muñeca de porcelana.

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