Capítulo 48

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Andrew's POV

La mañana en que pude regresar a la escuela fue, básicamente, como si me creyeran muerto y hubiera resucitado. No pude siquiera bajarme de mi auto sin que todo el mundo se me mandara encima.

—¡Andrew!, ¡por fin!, ¡ya te estábamos extrañando!

—Oh, eh... ¿Gracias?

—¡Andrew Collins! —exclamó Matt jalándome de la chaqueta y arrastrándome dentro del edificio.

—Hey, hey, ¿qué estás...?

—Vamos en este preciso instante a hablar con el director.

—¿Por qué?

Matt dejó de jalonearme cuando Lisa respondió a mis espaldas.

—Porque mañana empieza el torneo y todos están muriéndose de miedo al saber que tú no puedes jugar por una semana.

Me di la vuelta y le sonreí.

—¿Lo ves? Soy imprescindible.

—No, eres un idiota engreído. —me corrigió ella sonriendo.

—¡Es un idiota engreído imprescindible! —gritó Matt volviendo a arrastrarme.

Me reí. Lisa apuró el paso y se ubicó al lado de Matt.

—Sabes que no vas a lograr nada, ¿verdad? —le dijo.

—Claro que sí.

Me solté de un tirón y me froté el brazo.

—Matt, no soy un bebé. Sé caminar solo.

Él no me prestó atención y siguió avanzando a grandes zancadas hasta llegar al despacho del director. Entró sin tocar siquiera y me dedicó una mirada indicándome que entrara yo también. Suspiré y lo hice. Lisa nos siguió.

—¿Qué es esto? —preguntó el director frunciendo el ceño—. ¿Una protesta estudiantil?

Puse los ojos en blanco, mientras Matt avanzaba hacia el escritorio y se sacaba de la chaqueta cinco hojas escritas por lado y lado.

—De hecho sí, señor director. Aquí encontrará una petición de todo el colegiado...

El director le rapó el papel de las manos y se llevó un dedo a los labios para que se callara. Matt cerró la boca de inmediato y Lisa sonrió negando con la cabeza.

—No —declaró el director cuando terminó de leer.

—¡Pero tiene las firmas de casi todos los estudiantes! —replicó Matt—. ¡Incluso algunos profesores!

—No. El señor Collins tiene una sanción y de ninguna manera...

—¡Pues cámbiele el castigo, pero déjelo jugar! No sé, póngalo a limpiar baños...

—¡Oye! —repliqué.

—Creo que los diversos equipos deportivos de esta escuela pueden arreglárselas a la perfección sin el señor Collins.

—¡No! —gritó Matt—. ¡Lo necesitamos!, ¡piense en el bienestar de Richmond! ¿Cómo cree que afectará su reputación ser el director de una escuela que fue pisoteada y humillada en el torneo?

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