Capítulo 22

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Andrew's POV

Toqué el timbre de su casa, y sonreí. Estaba seguro de que muy probablemente no sería su hermano el que me matara, sino ella. ¿Cómo se me ocurría aparecerme en su casa, un fin de semana, sin avisar?

«Vale, ¿y por qué eso me hace sonreír?»

Escuché pasos acercándose a la puerta, preparé mi saludo y...

Fruncí el ceño. Un chico usando una camiseta blanca, en bóxers, y con el pelo negro revuelto como si acabara de levantarse, abrió la puerta. Me miró de arriba a abajo y frunció el ceño también. Apreté tan fuerte los puños que me enterré las uñas en las palmas.

—¿Está Lisa? —pregunté en un tono de voz frío que no me sorprendió en lo más mínimo.

—¿Quién la busca? —preguntó en el mismo tono, clavando sus ojos verde esmeralda en mí.

Abrí la boca para responder cuando Lisa apareció al lado del chico. Me vio y abrió mucho los ojos.

—¿Qué estás haciendo aquí, Andrew?

Me esforcé por suavizar la mirada y responder civilizadamente, pero el chico habló primero:

—Espera, ¿qué?... Lizzy, ¿este es el tal Andrew? —dijo mirando a Lisa y señalándome como si fuera un trapo viejo.

Me entraron ganas de pegarle un puñetazo.

—Chris, por favor no te metas —repuso ella.

Entonces llegó mi turno para interrogar a Lisa.

—¿Qué?, ¿él es Chris?, ¿tu hermano es él?

Lisa se pegó una palmada en la frente.

—Pues claro que sí, zopenco. ¿Quién más iba a ser?

Ignoré la pregunta, considerando que mi deducción inicial no había sido muy bonita, y desvié mi mirada de nuevo a... Chris, recorriéndolo de arriba a abajo.

—No se parecen en absolutamente nada. —sentencié.

Chris me dedicó una mirada asesina, yo me encogí de hombros y esbocé una sonrisa. La ira se había ido tan pronto como había llegado, dejando en su lugar un montón de alivio, confianza y picardía. Me recosté contra el marco de la puerta y clavé mis ojos en los de Lisa.

—Respondiendo a tu pregunta, resulta que a mi familia se le ocurrió armar una especie de jornada de entretenimiento, y me dijeron que si no te invitaba me desheredarían. —dije despreocupadamente.

Ella sonrió y me imitó apoyándose en el marco, solo que por dentro.

—Tienes unas excusas ingeniosas, Romeo.

Estaba a punto de responderle cuando el entrometido de su hermano puso una mano en mi pecho, otra en el de Lisa y nos apartó violentamente.

—No. No, no, no. Señorita, tú no tienes permiso para...

Lisa puso los ojos en blanco y abrió la puerta lo suficiente para dejarme pasar.

—Bueno, ya que decidiste arriesgar el pellejo y ya conociste a Chris... Pasa.

—Lizzy...

—¿Sabes, Chris? Deberías subir a tu cuarto y ponerte decente. Ya es la una de la tarde, ¿eh? ¿Así recibes a tus invitados? —Lisa le jaló la camiseta y le revolvió el cabello.

Él la fulminó con la mirada, pero arrastró los pies y comenzó a subir lentamente las escaleras.

—Anda, entra.

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