Capítulo 23

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Los ojos de Andrew se iluminaron inmediatamente.

—¿Ahora puedes arrancar, por favor? —pregunté en el tono de voz más dulce que pude.

—Okay.

—Oh, ya basta. —dije dándole un golpe en el brazo, e intentando borrar la sonrisa de mi cara.

Él se rió, y finalmente puso el pie en el pedal. Un par de conductores nos adelantaron en la siguiente calle y le gritaron unos cuantos insultos, pero a él no pareció importarle lo más mínimo.

—Entonces... ¿ahora sí me vas a explicar bien en qué consiste la "jornada de entretenimiento"? —pregunté.

Andrew se encogió de hombros.

—A Kelsy le gusta salir a jugar todos los sábados al parque. Solo que hoy me despertó a las siete de la mañana y desde entonces estuvo rogándome que te invitara.

Alcé las cejas.

—Estoy hablando en serio, créeme. Tal vez exageré lo de que mis padres me desheredarían, pero sí estuvieron de acuerdo. Y bueno, realmente Kelsy no tuvo que rogarme mucho. Pero necesitaba convencerte.

Sonreí.

—¿Y tus padres? —pregunté.

—Papá está trabajando, y el turno de mamá empieza a las tres.

El padre de Andrew era el dueño de una empresa de textiles, así que normalmente distribuía él mismo su tiempo. A pesar de ser un ejecutivo, yo realmente no me lo imaginaba en el trabajo. Era un hombre con una chispa impresionante, que no parecía tomarse en serio muchas cosas. La clave aquí: parecía. La verdad es que era un hombre extremadamente responsable.

Su madre, por otra parte, era voluntaria en un hospital cardioinfantil. Solía ir un día a la semana: los miércoles, jueves o sábados. Era muy dulce y dedicada a su familia. Un día de esos debían conocerse ella y mi mamá. Se parecían mucho, y estaba segura de que serían grandes amigas.

Un rato después, la casa de Andrew apareció en mi campo visual, y en la puerta distinguí a Kelsy y a la madre de Andrew, esperando. Apenas el auto se detuvo, Kelsy bajó las escaleras dando saltitos y apenas si me dejó bajarme del auto cuando ya se había lanzado a mis brazos.

—¡Lisa!

Por alguna razón, ella me había cogido bastante cariño, a pesar de que nos habíamos visto pocas veces. Pero bueno, yo tampoco podía abrir la boca, porque literalmente me derretía cada vez que la tenía cerca. Andrew tenía razón: era la cosa más tierna que hubiera pisado el planeta Tierra.

—Hey, hola Kelsy. —dije acariciándole el cabello.

—Hola Lisa. —me saludó su madre.

A toda la familia se le había pegado decirme igual que Andrew. Él era el único que me decía así; los demás solían llamarme Lizzy o Elisa, a secas. Y en teoría solo era quitarle una "e", pero quizás la manera en que lo decía siempre había hecho que me sonara muy diferente.

Correspondí el saludo alegremente.

—¡Sí viniste! —dijo Kelsy—. Andrew decía que tal vez tendría que comprarte libros para que aceptaras.

—Oh, pues no fue necesario. Aunque no me molestaría. —añadí mirando a Andrew.

—Solo tuve que usar mis encantos. —repuso este con picardía.

Me reí.

—Sí, a propósito de eso... Kelsy, ¿tú sabes lo que es el Campamento Mestizo? —pregunté.

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