Capítulo 53

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Hola!!! He visto por ahí que las tengo sufriendo bastante, ¿eh? Muahahahahahaha!

Pero no soy tan mala así que...

¡Nuevo capítulo!

(O tal vez sí soy mala, no lo sé...) 🌚 Juzguen ustedes eso 😉

Un beso giganteeeeeeeesco!

Fan1Read

PD: ¡No me maten! ¡Las quiero!

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Elisa's POV

Sus ojos se clavaron en los míos con intensidad, casi retándome a apartar la mirada. Sus palabras me llegaron como una promesa tácita:

«Te juro que te vas a enamorar de mí, Elisa»

Me humedecí los labios mientras por primera vez contemplaba esa remota posibilidad. ¿Qué pasaría si me enamorara de Andrew? ¿Por qué no darle la oportunidad? La respuesta me llegó casi en un grito a los oídos:

«¡Porque no me lo merezco!»

¿Y vas a aceptar eso así como así?, ¿te vas a cruzar de brazos simplemente sin hacer nada?

¿Cómo demonios podía elegir a cuál de las dos voces en mi cabeza hacerle caso si ni siquiera podía distinguir cuál era el diablo y cuál el ángel?

Me sorprendí de lo calmada que sonó mi voz cuando solté unas palabras que en ningún momento se habían cruzado por mi cabeza:

—Ya veremos, Romeo.

***

Idiota, idiota, ¡idiota!. ¿Por qué no se lo dije?, ¿por qué? ¿Qué diablos me estaba pasando? Tendría que habérselo dicho. ¿Y qué con la estúpida promesa?

«¡Uy, sí! A ver si le haces prometer que va a seguir siendo tu amigo y luego le dices que has estado jugando con él. Sí, como si eso te fuera a servir de algo, Elisa.»

—Soy una completa idiota. —murmuré por enésima vez tumbada en mi cama.

Nathan entró a mi cuarto.

—¿Tienes idea de dónde dejé mi cepillo de dientes? —preguntó sin escuchar lo que acababa de decir.

—Disculpa, Nathe —repliqué incorporándome—. ¿Por qué debería yo saber dónde está tu cepillo?

—Lo siento —dijo rascándose la nuca—. Es que no lo encuentro y debo empezar a empacar.

Suspiré. Sus vacaciones temporales en mi casa estaban terminando y el fin de semana no iba a alcanzar para que recogiera sus cosas, esparcidas en todos los lugares posibles de la casa. Me levanté y lo ayudé a registrar cada rincón.

Eureka —exclamé cuando divisé al bendito cepillo debajo de la cama del cuarto de invitados.

—¿Lo encontraste?

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