Capítulo 36

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Andrew's POV

Juro que le habría tumbado todos los malditos dientes de un puñetazo. Le habría borrado esa estúpida sonrisa de una buena vez. Le habría destrozado la cara. Me habría encantado hacerlo. Juro que lo habría hecho... Si ella no hubiera enlazado las manos alrededor de su cuello y le hubiera devuelto el beso.

—¡Andrew! Vamos, ¿qué pasa? ¿Por qué...?

Escuché el balón caer a mis espaldas y rebotar una y otra vez sin que nadie se molestara en recogerlo. Charlie y Matt se pararon a mi lado, los tres con la mirada fija en la escenita que teníamos a unos cuantos metros por delante.

Sentí como si alguien estuviera jugando a jalar la cuerda con mis entrañas, como si me estuvieran clavando un puñal en el corazón. Y, mierda, dolía. Dolía demasiado. Apreté los puños con fuerza y me obligué a apartar la mirada.

—Vamos, sigamos con esto. —dije recogiendo el balón y tratando que no se notara la ira en mi voz.

—Andrew... —repuso Matt poniendo una mano en mi hombro.

Lo aparté de un manotazo, fracasando completamente en mi intento de aparentar tranquilidad.

—Oye...

Los ignoré y me dediqué a buscar colar el balón por el aro, cosa que de repente parecía haberse vuelto imposible.

—Hermano, no te preocupes.

—Estoy bien, no me afecta. —dije entre dientes.

—Oh vamos, sabes que eso es mentira... Solo...

—No me afecta —repetí sin mirar a ninguno.

«Sí, claro que es mentira...»

—Andrew, no...

—Estoy bien, ¿de acuerdo? —repuse alzando la voz.

Ambos se callaron de inmediato, y yo los miré con el ceño fruncido.

—Ella puede hacer lo que quiera con su vida. No me incumbe.

***

Intenté que todo saliera bien. Intenté que Lisa no se diera cuenta de lo furioso que estaba con ella. Y qué bien me resultó...

Lisa no tenía la culpa, lo sabía. Ella no tenía ningún compromiso conmigo, ni yo el más mínimo derecho a reclamarle o siquiera estar enojado con ella. Pero por supuesto, todo eso aplicaría si no estuviera jodidamente enamorado de ella.

Muy bien, sí, lo admití. Por supuesto que sí.

Hacía tiempo que era incapaz de mirarla sin pensar en ella como algo más que mi amiga. Hacía mucho que cada vez que la veía, el corazón me daba un vuelco. Hacía años que no lograba conciliar el sueño, porque estaba pensando en ella.

«Por supuesto que sí... Estoy enamorado de ella»

Sí, está bien. Y una mierda. ¿De qué carajos me servía eso? Nada. Absolutamente nada.

—Hola, ¿qué tal pasaron la noche?

Justo tenía que llegar ella, con una sonrisa radiante, saludando con la alegría siempre, sin tener ni la más remota idea de todo lo que había pasado por mi cabeza. Se sentó en la hierba junto a nosotros, recostándose contra un árbol.

—Bien —contestaron Charlie y Matt al unísono.

—Asqueroso —murmuré.

Ella clavó sus ojos en mí.

«Ah, demonios. ¿Por qué tiene tan buen oído?»

Me quité los audífonos y la miré directo a los ojos.

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