Capítulo 35

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Llevaba horas intentándolo, pero era imposible. Simplemente no podía dejar de mirarla.

Sabía que estaba haciendo pasar un mal rato a Helen, pero francamente no conseguía centrarme en ella más de dos segundos antes de ver por encima de su hombro, en parte para seguir embobado con Lisa, y en otra para vigilar que James no le pusiera las manos más allá de donde debía. Por el momento todo iba bien, al punto de que realmente casi no me afectaba tanto que estuvieran bailando juntos, siempre y cuando no los perdiera de vista.

Helen había estado hablando, aprovechando que la música estaba a un volumen decente, seguramente contándome cosas de sí misma a las que yo no le estaba prestado atención. A duras penas se me había quedado grabado su nombre.

Fruncí el ceño en un determinado momento, cuando Lisa y James se separaron y el muy imbécil le besó la mano como si realmente fuera un caballero, antes de desaparecer. Seguí a Lisa con la mirada, que fue a sentarse en unas bancas, y sonreí cuando se quitó los tacones con una mueca de fastidio y subió los pies para sentarse a lo indio, sin importarle un comino la etiqueta. La chica que estaba a su lado le dijo algo y entonces empezaron a hablar tranquilamente, riéndose de vez en cuando.

De repente noté que Helen se había quedado callada, quién sabe desde hacía cuánto tiempo, así que me obligué a darle una mirada de disculpa.

—Lo siento, ¿qué decías?

Ella, en vez de contestar, suspiró y se giró para seguir la dirección de mis ojos hacía unos segundos. Luego me sonrió levemente y me sorprendió diciendo:

—Anda, ve por ella.

—¿Cómo?

—No has dejado de mirarla en toda la noche. Anda, aprovecha que no hay moros en la costa.

Todavía me quedé examinándola hasta que su sonrisa se ensanchó y me dio un golpecito en el brazo.

—Es en serio, Andrew. Gracias por haberme invitado esta noche. Ahora ve por tu chica.

Elisa's POV

Esos tacones eran unas condenadas máquinas de tortura. Me los quité y subí los pies como si estuviera en la sala de mi casa. No podía soportarlos un solo segundo más, me estaban matando.

—Son un asco, ¿verdad? Demasiado sacrificio solo para subir unos centímetros.

Me giré. Una chica rubia usando un vestido azul celeste, sentada junto a mí, estaba señalando los tacones con una sonrisa amigable. Se la correspondí.

—Demasiado sacrificio —corroboré.

—Soy Lindsay —se presentó.

—Eli...

—Elisa Windfrey —me interrumpió ella haciendo un gesto con la mano en el aire—. Sí, lo sé.

Estreché los ojos en una expresión de extrañeza que la hizo reír.

—Oh, por favor. No pongas esa cara, todo Richmond sabe quién eres.

«Tú y yo estamos parados en el mismo escalón, y no es precisamente porque seas mi amiga»

—Oh, vaya —murmuré, antes de bajar la vista tímidamente—. Pues es un placer, Lindsay.

Resultó que era una chica agradable, bastante despreocupada y habladora, así que en tan solo unos minutos me enteré de gran parte de su vida. Era un año menor que yo, llevaba dos años en la escuela, había terminado con su novio hacía unos meses y le daba exactamente lo mismo, le iba mal en Cálculo pero era buena en Geografía... Oh, claro, y Andrew le parecía un bombón apetecible que yo ya debería haberme comido.

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