Epílogo

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Sí. Estoy completamente seguro.

Conozco a Elisa Windfrey.

Estoy enamorado de ella.

Sin importar que ella me lo repita una y otra vez: que no es verdad, que yo simplemente creo estarlo. Si ella supiera que cada vez que me lo dice lo único que logra es convencerme aún más. Me gusta verla vulnerable, intentando a toda costa hacerme creer lo que ella piensa de sí misma. Me gusta pensar que así como llamó mi atención rechazándome, ahora que lo está haciendo de verdad solo consigue atraerme más. Me gusta ver cómo se cohibe de apartarse el cabello de la cara para evitar que yo me quede mirándola más de la cuenta, y cómo ya no se lo deja suelto, sin saber que a mí me encanta que le zafen los mechones de la coleta.

Me encanta que ya no pueda sostenerme la mirada por mucho tiempo y que yo sea la única persona capaz de hacerla poner nerviosa y enfadada al mismo tiempo. Me encanta que me esté evitando y que se empeñe en decirle a todo el mundo que no somos novios. Me encanta cómo se cruza de brazos y estrecha los ojos hacia mí al reclamarme cada vez que yo desmiento esa versión.

Me fascina cómo finge no darse cuenta de que mis ojos se mantienen fijos en ella, y cómo prefiere meterse de cabeza en un libro antes que permitir que hagamos contacto visual por mucho tiempo, sin importar quedarse atascada quince minutos en la misma página y no leer ni una palabra. Me fascina hablar de Lisa con Becky y Daniel sin que ella lo sepa, y que Nathan la llame y al preguntarle por mí ella se limite a contestar "bien", sin saber que yo ya le he contado absolutamente todo a él.

Me encantó soltarles a Derek y a Taylor en la cara que ya sabía sobre la Operación Cupido, y que no me importaba. Me encantó ver cómo Lisa se mordía el labio ocultando una sonrisa cuando lo hice, y cómo sus ojos se tornaban vidriosos mientras yo gritaba en pleno pasillo que la amaba.

Me encantó que no haya faltado a ninguno de mis partidos y que pretendiera que no le importaban tanto cuando yo sabía que siempre pasaba a hablar con el entrenador unos minutos antes, intentando enterarse por otra boca que no fuera la mía en cuáles universidades tenía más probabilidad de beca deportiva.

Adoro repetirme una y otra vez por las noches sus palabras:

«¿Sabes por qué me hubiera gustado tanto el caso hipotético que te planteé hace un momento? Porque si hubiera sido tal cual soy y si así hubiera podido sentirme tranquila conmigo misma... Estoy segura de que hace mucho tiempo que me habría enamorado completamente de ti.»

Adoro leer el mensaje entre líneas que yo había sabido desde que la besé. Porque supe que había sido real. La sentí suspirar contra mis labios y estremecerse en mis brazos, sentí su corazón latir desbocado, a la par con el mío, y su respiración agitarse a cada segundo. Ella siente algo por mí. No tan fuerte como lo que yo siento por ella, pero con eso me basta para seguir con las promesas que le hice y que no pienso romper. Le prometí que seríamos amigos sin importar nada, le prometí que la conquistaría.

Y eso es lo que más disfruto, sin duda: recordarle esas promesas sin que ella pueda decir nada para contradecirme, porque sabe que tengo razón. Por eso me fascina que, ahora que terminó el torneo, Lisa ya no se refugie en Frank y en Whitney, sino en James, porque de esa forma puedo pasar por su lado y susurrarle al oído alegremente: "aunque te cases con James". Y así también puedo recordarle con facilidad que, haga lo que haga, no va a lograr apartarme de ella, o hacerme verla con otros ojos.

Porque la amo y no hay nada que ella pueda hacer para evitarlo. Porque ya me flechó, y ahora que no puede dar marcha atrás solo queda una opción posible: seguir adelante.

Y es por todo esto que lo que más me gusta es repetirme todas las noches: "Muy bien, es mi turno. Elisa Sophia Windfrey, ahora déjame flecharte".

FléchameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora