La mudanza no fue tan mala como me temía. Además de unas cuantas hernias cargando las cajas llenas de mis libros, lo demás estuvo bastante bien. La casa era enorme y estaba segura de que una vez todas nuestras pertenencias estuvieran fuera de sus respectivas cajas, parecería un palacio.
—¿Qué dices? —me preguntó papá rodeándome con los brazos por detrás.
—Es perfecto.
—Sí, muy bonito —irrumpió Chris cargando una enorme caja—, solo espero que Lizzy no se haya apoderado de la habitación más grande y la haya convertido en biblioteca.
—Pues, para tu información, ni siquiera he visto las habitaciones —repliqué—. Pero una biblioteca sería más útil que una sala de videojuegos.
—Chicos, ya basta.
-Pero mamá... —dijimos los dos al unísono.
Dios mío, todavía parecíamos niños de cinco años.
—Chist, no vamos a arruinar la atmósfera de paz y tranquilidad que se respira en esta casa. Por las habitaciones nos preocuparemos luego.
—Tienes razón —dijo Chris dándome una mirada asesina—. Lo importante es que estamos todos juntos.
Dejó la caja en el suelo con muchísimo cuidado, le dio un abrazo a mamá y se escabulló escaleras arriba. Ya estaba a punto de seguirlo, dispuesta a proteger mi territorio, pero papá me detuvo y me susurró al oído:
—Yo me encargo.
Lo dejé.
Supongo que debería hablar un poco de mi familia: mi madre es diseñadora de interiores, le encanta el yoga así que siempre está intentando liberar nuestra buena energía. Es la persona más optimista del mundo, y jamás la he visto enojarse o alzar la voz, ni siquiera cuando Chris y yo rompemos el ambiente de paz interior, o como sea que lo llame.
Mi padre es profesor de literatura. Me contó que la primera vez que vio a mamá, en la universidad, ella estaba leyendo "En nombre de la rosa" y él, justamente, hacía una semana había hecho una redacción sobre ese libro. No fue capaz de sentarse a su lado, sino que los días siguientes estuvo observándola en secreto y cuando ella lo terminó de leer, le dejó su redacción en el casillero, anónimamente. Cuando tenía unos siete años, le pregunté sobre ella a mamá; todavía la guardaba. Me contó que, cuando la leyó, supo que estaba enamorada, y no descansó hasta encontrar a su "príncipe de la rosa", como ella lo llamó. En ese momento no lo comprendí porque estaba muy pequeña y la redacción solo era un conjunto de ideas complicadas que no lograba entrelazar. Pero a medida que fui creciendo, lo entendí. Papá había dejado plasmada en el papel su alma entera, había dejado al descubierto todos sus pensamientos, sus ideales, su personalidad. Creo que él es la clase de hombre por el que es imposible no sentir algún tipo de afecto.
Ahora, mi hermano. Es tres años mayor que yo, no nos parecemos en nada y él tampoco se parece a ninguno de nuestros padres, ni físicamente ni en la personalidad. A veces me pregunto de dónde rayos salió: tiene el cabello lacio, negro azabache y los ojos de un verde esmeralda. Mamá tiene unos rizos rubios y los ojos grises, papá tiene el cabello castaño y ojos marrones. Nada que ver. A Chris le encanta la música electrónica y el rock, es un completo fanático de la tecnología y está estudiando sistemas. Me la llevo bastante bien con él, la única razón por la que peleamos es porque él no lee nada que tenga más de diez páginas y yo detesto sus preciados videojuegos. Ah, sí: y que no le gusta viajar. ¡Por Dios! No quiso ir a Francia con nosotros hace dos años. Supongo que invitó a sus amigotes a jugar Resident Evil.
Por último, hablaré de mí. Mi nombre es Elisa, pero desde que tengo memoria me han llamado Lizzy, al menos en mi familia. Tengo diecisiete años y estoy en el último curso de la preparatoria. Heredé el amor por la lectura de mis padres y adoro la música clásica que escucha mamá y las baladas de papá. Físicamente, tengo rasgos de ambos: los ojos marrones de papá (normalmente, porque suelen cambiar de color con la luz), el cabello color castaño cobrizo, pero con los mismos rizos del de mamá y la tez ligeramente bronceada de papá.
La razón de la mudanza fue un traslado de la sede en la que daba clases papá, y el cambio nos convenía. La universidad de Chris estaba por la zona, así que decidimos volver a vivir juntos, alquilamos el apartamento en el que él había estado viviendo y compramos la casa. La mayor complicación, fue mi escuela. Créanme que es muy difícil conseguir un cupo para el último grado en una nueva escuela y un mes después del inicio del ciclo, pero finalmente mis notas me salvaron y conseguí que me aceptaran.
Chris bajó enfurruñado. Mi papá venía detrás, con una enorme sonrisa en el rostro, y supe que había ganado la batalla por mí.
—Solo porque eres mi hermanita adorada, Lizzy. —me dijo con dulzura mientras tomaba la caja con la colección de Harry Potter y Narnia y la llevaba escaleras arriba.
—¡Ay, qué lindo! —respondí poniendo mi mejor mirada de cachorrito agradecido—. Yo también te amo.
Lo seguí hacia la planta superior.
—En realidad es porque la habitación es solo tres metros cuadrados más grande. —intervino papá.
—Sí, claro. Y esos tres metros cuadrados servirían a la perfección para cuadrar mi televisión y mi Xbox. —replicó mi hermano abandonando completamente el tono cariñoso.
Me reí.
—Sí, y a mí me servirán para mi estantería. Mil gracias hermanito.
Me puse de puntillas para darle un beso en la mejilla y él me sacó la lengua. Lo dejé subir unos cuantos escalones y luego le dije:
—¿Sabes? Creo que incluso te cederé el estudio.
Él se detuvo de golpe, se volvió para mirarme a los ojos y alzó las cejas. Hace unos años, cuando los dos estábamos en la escuela, yo apenas lo dejaba entrar al estudio, porque me encantaba trabajar allí, y él siempre lo ponía todo patas arriba.
—Sí, descuida. Pero solo este año. Cuando entre a la universidad ese estudio será mío.
Se rió, negando con la cabeza como si supiera que no podía ser cierta tanta dicha.
—Me estabas haciendo falta.
—A mí también, Chris.
ESTÁS LEYENDO
Fléchame
Teen FictionSi estás leyendo esto, hay unas cuantas cosas que debes saber. Existen muchas clases de chicos: tenemos a los que solo les importa si eres bonita y estás dispuesta a salir con ellos, los que te cambiarán de la misma forma que cambian de ropa todos l...