Capítulo 30

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Andrew's POV

Me mordí el labio mientras guiaba a Lisa hacia la terraza. Mi corazón estaba latiendo aceleradamente y a cada rato tenía que repetirme lo que llevaba ensayando desde ayer. Divisé la primera flor en el camino y automáticamente la respiración se me aceleró.

«Cálmate Andrew. Cálmate»

Unos metros más, y el pequeño caminito comenzó a hacerse más notorio. Lisa redujo la marcha de repente, y estuve casi seguro de que ya se había dado cuenta.

—¡Windfrey!

Los dos nos giramos a la vez, a tiempo de ver al director de la escuela caminando hacia nosotros.

—Elisa Windfrey, me temo que debo mantener unas palabras con usted.

—¿Por qué?, ¿qué sucede director? —preguntó ella adoptando su tono de embrujahabla.

O sea, que ella sabía perfectamente por qué quería el director hablar con ella.

—Señorita Windfrey, por favor acompáñeme a mi despacho.

—Pero... —empecé a protestar.

Sin embargo, ella me puso una mano sobre el brazo y me dedicó una sonrisa tranquilizadora antes de acompañar al director.

Me quedé parado a mitad del pasillo, con todas las palabras en la boca, con ganas de matar al director por su impertinencia, con ganas de matarme a mí mismo por complicarme tanto la vida...

***

—¿Y bien? —preguntó Matt apenas entré al salón y me dejé caer en la silla.

Bufé y negué con la cabeza, sin mirarlo a los ojos.

—¿Te dijo que no? —replicó él con ojos desorbitados.

—¿No! El director quería hablar con ella, así que...

—¿Qué?, ¿estás bromeando?, ¿te...?

Al segundo impertinente del día se le ocurrió aparecer por la puerta en ese momento, empezando a dictar, como siempre, la lección.

No fue mi culpa haberme sacado dos 1 en su clase ese día, simplemente tenía la cabeza en otra parte. Así que para cuando salimos al almuerzo, yo ya había maquinado otros mil planes distintos, y seguía tan inmiscuido en ellos, que apenas me di cuenta de que tenía a la chica que llevaba ocupando mis pensamientos por horas justo frente a mí.

—Hey, hola. —saludó en la barra regresándome al planeta Tierra.

—Hola... —solté después de dar un leve respingo—. Hum... ¿Y qué quería el director?

—Oh, resolver un pequeño asuntillo. —respondió con una sonrisita.

Me quedé mirándola fijamente.

—¿Y ahora qué hiciste, Lisa?

Ella se rió.

—Nada... Bueno, tal vez ese fue el problema, que no hice nada.

—Disculpa, puedes hablarme claro, ¿por favor? No leo mentes.

Ella volteó a mirarme y se recostó contra el mostrador.

—Digamos que el otro día el profesor de Literatura me puso nota máxima en un examen que yo jamás hice... Me dijo que yo no tenía por qué hacerlo, que no me preocupara... Y de alguna manera mi promedio terminó en 130.

Sonreí.

—Y tú encantada, ¿no? —pregunté sin prestar mucha atención a la chica que pretendía preguntarme si prefería ensalada o arroz.

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