Capítulo 25

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—¡Lo sé! —dije—. ¿Pero es que cómo es posible que los autores me odien tanto?

—Lisa —intervino Andrew—, siento la crueldad pero ni siquiera saben que existes, así que...

Lo fulminé con la mirada y metí la cuchara en mi helado.

—De igual manera, su propósito es hacernos sufrir. Casi me los imagino riendo psicóticamente al terminar de escribir.

A Andrew se le iluminó la mirada, como si se hubiera acordado de algo repentinamente. Atravesó la mesa con el brazo y colocó su mano sobre la mía, como siempre que hacía cuando iba a decirme algo importante.

—Hey, a propósito...

No pudo seguir hablando. Chris le dio un golpe a su vaso, el cristal se hizo añicos al impactar contra la superficie de la mesa, e instintivamente, Andrew y yo apartamos la mano.

—¡Chris! —exclamamos a la vez mis padres y yo.

Me levanté de golpe de la mesa y le di una mirada asesina. De repente me acordé de que Kelsy estaba allí, y que no debía ver todo el espectáculo que se iba a armar. Respiré hondo y me acerqué a ella.

—Kelsy, ¿quieres conocer mi habitación? —dije con voz dulce.

Sus ojos azules brillaron de emoción.

—¿Puedo?

—Claro que sí, linda. —la tomé en mis brazos—. Andrew, ven.

Chris abrió la boca para protestar, pero papá lo detuvo en seco. Andrew dudó un momento, pero luego se levantó y me siguió por las escaleras.

Abrí la puerta de mi habitación y le mostré varias cosas a Kelsy. La bajé al suelo y le dije que el salón de juegos estaba al lado, si quería verlo. Ella sonrió y salió del cuarto, dando saltitos como de costumbre. Andrew se había quedado recostado contra el marco de la puerta, sin entrar realmente.

—Pasa. —le dije y empecé a rebuscar en el armario lo que necesitaba.

Cuando encontré la bolsa azul, me di la vuelta, satisfecha, me senté en la cama y le hice un gesto a Andrew para que se sentara también. Él lo hizo, un poco incómodo. Extendí la mano hacia él.

—¿Qué? —preguntó.

—No te hagas. ¿Crees que no me di cuenta?

Él suspiró.

—Oye, no pasa nada, solo...

—Andrew. —dije con voz firme.

Él suspiró nuevamente, apartó sus ojos de mí y tendió la mano que llevaba apretada en puño. La tomé con suavidad y él la abrió lentamente. Tenía la palma empapada en sangre, y era imposible identificar el corte. Saqué una toallita húmeda y me acerqué un poco más para poder trabajar cómodamente. Cuando hube limpiado, pude distinguir una línea que atravesaba su mano, y que empezaba a sangrar nuevamente. Tomé una botellita de agua oxigenada y remojé un trozo de gasa en ella.

—Lisa, no es nada —replicó Andrew—. En serio, está bien. Una vez jugando fútbol me...

Se interrumpió de golpe cuando el agua oxigenada entró en contacto con su piel. Sin prestarle la más mínima atención a sus palabras, recorrí el corte con la gasa, procurando no presionar mucho.

—Hey, no tienes que hacer eso, solo...

—Voy a matar a Chris —dije entre dientes.

Vi de reojo cómo sonreía. Tomé una venda del botiquín y empecé a envolverle la mano.

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