HELENA - CAPÍTULO 10

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Ya era lunes, por fin. Llevaba metida en aquel maldito ascensor varios minutos ya. El tema de Stefano aún me rondaba por la cabeza. La noche que dormí con él me desperté sola y cuando salí de mi habitación él ya se había ido. Llegué a la conclusión de que se había reído de mi. Cuando llegué a mi planta salí decidida del dichoso ascensor.

Entré de golpe en el despacho de mi jefa.

-¿Qué quieres? Llama antes de entrar.

-Vengo a traer mi carta de despido -le dije dejando encima de la mesa el documento que Lucas me había dado-.

-¿Cómo? -Marta estaba estupefacta- No me puedes hacer esto, Helena.

-Ya he hablado con el superior. Y si, si puedo.

Le sonreí una última vez antes de salir del despacho. María llegaba justo en ese momento.

-¿Ya lo has dejado?

Yo asentí y ella me dio un abrazo. Esa sería la última vez que iba a esa oficina, no sabéis lo contenta que estaba. Miré por ultima vez aquel estúpido ascensor antes de salir del edificio y encontrarme de cara con el flamante BMW de Lucas en la puerta.

-Dejo a una y recojo a otra -empezó a decir en cuanto me senté a su lado-, parezco un taxi.

-Eres mi chofer privado.

-¡Más quisieras!

Arrancó el coche y no dio tiempo a que el silencio apareciera.

-He estado pensando en comprarme un Maserati -me quedé mirándole en silencio-, el Levante ¿sabes cuál es?

-Pues no, no me puedo permitir ni buscar los tipos de Maseratis que hay, Lucas. Ojalá pudiera decir lo mismo que tú con tanta tranquilidad.

Salimos a la autopista y tardamos casi dos horas en llegar al lugar donde Lucas tenía una reunión.

Por fin paramos ante un edificio alto. Parecía un cuadrado negro, era muy extraño. Achiné los ojos para poder enfocar mejor y leer el cartel que había en la última planta. "Kana" ponía, no sabía ni por qué me molesté en enfocar la vista, al parecer todo era de la familia Kana.

Empecé a avanzar junto a Lucas hacia la puerta y, nada mas poner un pie dentro, comencé a ponerme nerviosa, no sabía que tenía que hacer.

-Tú sólo tienes que estar sentada en segundo plano -me aclaró Lucas mientras entrabamos en un ascensor-, si necesito tu ayuda te llamaré. Tú estate atenta y vas escuchando cosas.

Yo asentí y al llegar a la cuarta planta, nada más abrirse las puertas, mas de diez hombres trajeados se abalanzaron sobre Lucas. Le hacían todo tipo de preguntas y él siempre contestaba lo mismo "esperad a entrar a la reunión, por favor"; cada vez lo decía más estresado.

Yo me quedé mirándole sin saber qué hacer. Cuando por fin me miró, me sonrió y me indicó con la cabeza que pasara con él a la sala.

Una vez dentro, todos los hombres comenzaron a sentarse alrededor de una mesa negra. Vi una silla pegada a la pared y me dirigí hacia ella, pero cuando iba a sentarme una chica rubia, tetas operadas y un escote hasta casi al ombligo, me empujó hacia un lado y se sentó. Sin mirarme, sacó un pequeño espejo del escote y se repasó los labios rojos con un pintalabios que sacó del bolso.

Me senté a dos sillas de ella y me quedé observándola. Vi como sonreía a un señor mayor que la miraba con cara de viejo verde, supuse que sería su secretaria. Hice bien en sentarme lejos de ella, cuanto más la miraba peor me caía.

La reunión comenzó y yo puse toda mi atención en la mesa. Trataba sobre aquel hotel en Tokio del que me había hablado Lucas. De repente, alguien irrumpió en la sala.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora