HELENA - CAPÍTULO 14

15 1 0
                                    


Me monté en su coche sin preguntarle a donde íbamos, solo tenía ganas de estar con él. En cuanto se sentó a mi lado me regaló una sonrisa de oreja a oreja, era guapísimo.

-¿Cuándo piensas cambiarte de móvil? -me dijo mirándome la mano, aún no lo había guardado desde que él me había llamado-. Deberías hacerlo.

-Ya me compraré uno. Algún día de estos.

-¿No te ha dado Lucas nada de material? Puedes pedir lo que quieras.

-¿Hasta un móvil?

-¿Cómo crees que conseguí yo el mío?

Me quedé callada en mi asiento mientras Stefano arrancaba el coche. Me dejé llevar en silencio, ninguno hablaba; con nuestras manos ya nos decíamos todo. Su mano derecha estaba apoyada en mi pierna izquierda y mi mano izquierda agarraba y acariciaba la suya. Cada vez que Stefano la levantaba de mi pierna para cambiar de marcha hacia que no solo deseara su mano encima de mí, sino que le deseara a él entero cada vez mas.

Sin darme cuenta, aquel paseo en coche lleno de caricias terminó, Stefano había parado el coche en frente de un edificio no muy diferente del mío, igual de cuadriculado y alto.

-¡Bienvenida a mi casa! -giré la cabeza bruscamente para mirarle sorprendida-, mi piso son esas ventanas de allí -señaló un par de ventanas que, sinceramente, fui incapaz de localizar-.

Yo me quedé bloqueada, me había llevado a su piso, ¿no se suponía que vivía en aquella casa del bosque? Desde el coche hasta su apartamento no articulé palabra ya que lo único que hacia era imaginarme todo lo que podía pasar en unos minutos. Cada vez estaba mas nerviosa, con solo mirarle ya me temblaba el cuerpo. Teníamos que terminar algo que apenas había empezado el otro día. Ninguno hablaba, andábamos y nos rozábamos, ambos sabíamos perfectamente lo que iba a pasar.

Nada mas entrar en su casa, Stefano se lanzó a mi boca con desesperación y comenzamos a besarnos como si nos fuera la vida en ello. Me cogió por los muslos y me elevó mientras me apretaba contra la pared. Mis piernas le rodearon la cintura y le apreté más contra mí, lo quería más cerca.

Todo iba muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba tendida en su cama mirándole a los ojos. Al principio admito que sentí miedo; Luis era alto, pero ni comparación con el esbelto cuerpo de Stefan. Puede que sintiese miedo por compararle con Luis y esperar a que me hiciese algo parecido a lo que él me hacía. Estaba completamente equivocada.

Me trató con cuidado y cariño, me acariciaba y pedía permiso para todo; no quise decirle que desde el momento en el que me había besado ya le había dado mi consentimiento para toda esa tarde.

-Hoy no nos van a molestar -dijo entre beso y beso, nos faltaba el aire-, he cancelado todo -Rodamos por la cama sin dejar de besarnos-. No dejaba de pensar en ti, necesitaba estar contigo-le devoré los labios, yo también necesitaba estar con él-. Te juro que me estaba volviendo loco, Helena.

Poco a poco pude ver reflejado en sus ojos algo salvaje que me aceleró el corazón y, sin dejar de besarle, me hizo el amor como nunca nadie me lo había hecho antes.

Cuando el huracán pasó soltamos un suspiro los dos, dobló sus brazos y me besó en los labios, pero aquel beso ya no tenia nada de salvaje o deseo, aquel beso estaba lleno de ternura. Me miró una ultima vez a los ojos.

-Increíble-dije echando la cabeza hacia atrás-.

Nos quedamos abrazados en la cama, nunca había estado tan bien en mucho tiempo.

-¿Dónde has estado toda mi vida, Helena?

El corazón se me paró en seco e instintivamente le besé de nuevo.

-Eso me pregunto yo, Stefano.

-Llámame Stefan, por favor. Odio que me llamen Stefano cuando no estoy trabajando, Stefan es mas personal.

-Vale, pues Stefan -dije nerviosa, llamarle Stefan seria un gran cambio para mi-.

Nos quedamos mirándonos a los ojos. Me apartó un mechón de la cara, un gesto muy habitual en él, y yo le sonreí tímida. De repente, sin saber por qué, Lucas invadió mi mente. Intenté apartarlo de inmediato, aquel era mi momento con Stefano, el que tanto había esperado y tenía que venir él y estropearlo. Besé desesperada a Stefano, bueno, Stefan, como último recurso para apartar a Lucas de mi cabeza. Él me devolvió el beso y mi táctica funcionó, Lucas desapareció de mi cabeza.

Pasé el resto del día en aquella casa. Finalmente, tras varias peticiones por parte de Stefan, accedí a pasar la mejor noche de mi vida en aquel apartamento y con aquel italiano que desde que le conocí no había dejado de sorprenderme.

Me hizo la cena, unos macarrones con salchichas y tomate que me parecieron exquisitos por el simple hecho de haber visto a Stefan cocinándolos para mí. Luis nunca había hecho algo parecido.

Cenamos sentados en el sofá viendo una serie de comedia que nos sacaba carcajadas y nos acercaba cada vez más.

Sin querer terminamos enredados y acabamos en su cama de nuevo. Seguía sin creerme aquella situación. Ya no solo el hecho de que estaba con otro hombre que no fuese Luis, sino que todo lo que estaba sucediendo era fantástico.

Sin querer rememoré los dos años que había pasado con ese chico, todas las cosas que me hizo y que no fui capaz de ver hasta que salí de aquella relación tóxica.

Me agarré al brazo de Stefan con un nudo en el pecho y me dejé consolar por el beso que me dio en la frente. Respiré su olor y una lágrima recorrió mi mejilla antes de cerrar los ojos. 

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora