Me había atrincherado en una esquina del local junto a mi hermano y una botella de ron rodeada de botellines de refrescos. Helena había desaparecido cogida del brazo de Lucas. No habíamos vuelto a hablar, solo nos habíamos dicho monosílabos y la única frase que me dijo fue "me voy con Lucas".
-No la entiendo.
-Solo está intentando ponerte celoso, te aseguro que esa chica te come con los ojos. La tienes loquita.
-Mentira. Todo es culpa de Lucas -me terminé mi cuarta copa de un trago. Otra vez volvía a emborracharme con mi hermano, con la diferencia de que yo llevaba cuatro copas en dos horas y él una y media-. Siempre está en medio.
Me serví la quinta con la ayuda de Fazio que me miraba divertido; le hacía gracia que lo pasara mal.
-Y que sepas que odio tu camisa -di un trago a mi copa, que estaba más cargada de la cuenta-, me deslumbra los ojos.
De la nada apareció Julieta con una sonrisa de gata y agarró a Fazio por el hombro sensualmente. Giró la cabeza y le miró seductora, le estaba invitando a bailar. Este se despidió de mi levantando los hombros y desaparecieron entre la gente. Aquel baile con Helena en el Keys me estalló en las neuronas. Miré a mi alrededor y me sentí tan vacío sin tenerla al lado que empecé a buscarla. Avanzaba a trompicones entre la gente, tenía la mente nublada y la vista distorsionada. Necesitaba tocarla en ese instante, quería abrazarla y rozarla contra mí como habíamos hecho en el Keys, con ese vestido rojo que me dejó prendado de ella.
Pisé un par de pies y di varios codazos mientras me regañaba a mí mismo por ser tan débil. En lo que llevaba de gala me había enfadado con ella dos veces y le había dicho las mismas veces que la quería, no precisamente en ese orden. Estaba muy asustado, no me entendía a mí mismo y no tenía el control sobre mis actos.
De pronto mis pies se pararon en seco en cuanto vi a Helena bailando con Lucas. No estaban pegados, pero tampoco estaban muy separados. Bailaban cogidos de una mano y se reían mirándose a los ojos. No podía ser, era imposible que Helena le sonriera de esa forma a Lucas. Jamás me había sonreído con tanta ternura como lo hacía con él. No pensé. Fui directo a ellos y agarré la corbata de Lucas.
-¡¿Qué coño haces?! -le dije poniendo su cara pegada a la mía- ¡¿es que no entiendes que es mía?!
-¡Stefan, para! -Helena me agarraba de la chaqueta blanca y me quitó la copa de las manos- ¿Se puede saber qué haces?
-Eso me pregunto yo, ¿qué coño haces con él?
-Stefan, solo estábamos bailando -dijo Lucas casi sin poder hablar, le estaba ahogando y me daba igual-.
-Y una mierda. Estoy harto de este juego que os traéis. Muy harto.
-Stefan, relájate. Pareces un niño pequeño -mis ojos se posaron en Helena que me miraba con decepción-, ¿qué coño te pasa hoy?
-Tú eres lo que me pasa, que me estás volviendo loco -solté a Lucas y agarré a Helena por los brazos, los apreté contra su cuerpo y la atraje hacia a mí para que me mirase de cerca-. ¿No ves lo que haces? ¿Quieres que lo haga yo con otra? ¿Lo hago con Nekane?
La gente nos miraba y poco le faltaba al DJ para parar la música. Helena se quedó a cuadros, con los ojos vidriosos y dando bocanadas como un pez intentando decir algo como contraataque.
-Tú verás lo que haces, no vuelvo a repetirlo. Al fin y al cabo, él fue el que llegó antes, ¿no?
Dicho esto, di media vuelta y la dejé con la palabra en la boca. La gente nos miraba sin entender nada de lo que acababa de pasar. Hui de aquel local que habían contratado para la fiesta y pedí el coche que me correspondía por estar en la lista. Que Helena se buscase la vida o que se lo dijera a su jefe que tanto quería.
ESTÁS LEYENDO
El amor no existe
RomantiekLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...