En cuanto la luz del cinturón se encendió, la puerta del baño chirrió dejando salir a Lucas. Tenía los ojos hinchados, se limpió los mocos restantes con el cuello de la camiseta y se sentó en el sofá que había elegido. Helena ya no estaba sentada a su lado, se había puesto justo frente a mí y solo habíamos hablado para reprocharle lo que había hecho. Intentó darle la vuelta a la tortilla, pero sabía que lo había hecho mal; aquella noticia debería habérsela dicho su padre, no ella.
Comenzamos a aterrizar en la ciudad y no sé si tenía miedo por lo mal que habían pilotado el jet o por enfrentarme al señor Kana. Había dicho que no se lo dijésemos y lo había incumplido.
Por fin tocamos tierra y di gracias de no haber muerto. El jet se paseó por la pista hasta llegar a una zona lejos de los aviones comerciales. Enseguida vino la azafata para dejar que nos levantásemos y decirnos que la escalera estaría lista en cinco minutos.
-Por fin en casa -dije intentando hablar con Helena. Esta resopló-.
-Anda que no queda para llegar a casa.
-En media hora estamos en casa, no es tanto.
-Bueno, la mía está a tres horas.
-¿Qué dices?
-Sí, me voy a mi casa. Con mi padre. Después de dos meses incomunicada quiero hablar con él, se lo prometí. Sé que él no sabe nada, me di cuenta cuando hablé con él en el hotel. Se merece que yo le cuente lo que ha pasado -me calló la boca-. Y si te callas es porque tengo razón.
-Voy contigo.
Helena se incorporó con mi mochila al hombro y otra vez me recorrió un escalofrío. Brillaban. Sus ojos brillaban.
-¡Vale! Así conoces a mi padre.
Miré a Lucas sentado en el brazo de su sillón con los brazos cruzados y me dolió el estómago.
-Pero antes hay que quedarse con Lucas.
Helena se quedó seria, miró al rubio y volvió a mirarme a mí.
-Yo me voy. Ven cuando termines.
Me dolió el pecho al escuchar aquellas palabras de ella, ¿no quería tanto a Lucas? ¿o le había querido? Qué menos que quedarse con él en un momento como este, y más habiéndoselo dicho ella.
-¿No vas a quedarte? Serán pocos días.
La mirada de Helena pasó a través de mí y se volvió oscura y seria. Lucas pasó por mi lado y Helena le siguió con la mirada. ¿Qué estaba pasando? En cuanto Lucas cruzó las cortinas verdes que hacían de puerta, Helena volvió a mirarme.
-No, no me quedo -se giró para seguir el camino de Lucas hacia el exterior, pero se volvió un segundo para mirarme-. Pero espero que vengas cuando acabe todo, quiero estar contigo.
No le di tiempo a que volviese la cara. Puse mi mano en su cuello y la besé delante de Nekane y Carlos, que nos miraron rígidos. Nekane demasiado.
-Iré en cuanto pueda.
Helena se volvió con una sonrisa y me encontré con la cara estupefacta de Nekane que pasó por delante de mí y desapareció tras Helena. Después salió Carlos adelantándome por la derecha y, tras mirar por última vez el jet para ver si nos dejábamos algo, traspasé la cortina y bajé por las escaleras para encontrarme al señor Kana con su hijo abrazado, Helena apartada a un lado junto a Carlos, y Nekane yéndose hacia la izquierda. No se había despedido.
En cuanto pisé el último escalón, la mirada de Eryx me atravesó como una espada. Dio un par de palmadas a su hijo y le apartó a un lado para venir hacia mí.
ESTÁS LEYENDO
El amor no existe
RomanceLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...