HELENA - CAPÍTULO 4

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-Despierta-Alguien me zarandeaba en el sofá-, son las diez-Abrí los ojos y me quedé pasmada ¿Qué hacía Lucas en mi piso?-. Supuse que tendrías la llave debajo del felpudo.

Luis me vino a la mente. Él la dejaba ahí para cuando volvía borracho y se le olvidaban las suyas en cualquier lado. Pensándolo bien, no sé cómo he podido estar tanto tiempo con él.

-No me gusta que hagas cosas tan raras-Le dije frotándome los ojos-, me estás empezando a asustar.

-No has venido-Se sentó a mi lado-, te dije que vendría y te arrastraría hasta allí.

-Vale, ahora sí que me das miedo.

-No pretendo darlo.

-Pero lo das-Me alejé un poco de él-.

-¿Eres tonta?-Dijo cogiéndome de la muñeca y tirando de mi- Ven aquí.

Yo me dejé arrastrar hasta sus brazos. En serio, ¿por qué se colaba en mi casa y yo seguía tan normal? Empezaba a darme miedo él y mi actitud.

Después de estar más de cinco minutos abrazados me propuso ir a algún lado. Yo me le quedé mirando y asentí, quería salir por ahí con él.

Me obligó a vestirme rápidamente, me puse unos leggings negros, una sudadera gris y unas converse blancas.

-Te has arreglado un montón-Dijo nada más verme-. Vas demasiado arreglada.

-Tú también-Le dije mirando su chándal negro y amarillo-.

-Con esta vestimenta como mucho al McDonald.

-Prefiero Burger King-Pasé por delante de él-, conduces tú.

Lucas se rio y cerró la puerta tras él. Bajamos las escaleras a toda velocidad.

Delante del portal había un BMW negro despampanante. Lucas sacó unas llaves y al despampanante coche se le encendieron las luces. Lo señalé con la boca abierta y Lucas me sonrió satisfecho.

-Normal que trabajes en dos sitios, tienes que pagar esta preciosidad-Entramos en el coche a la vez-.

-Este coche me lo regaló mi padre cuando me saqué el carnet.

-¿Tu padre es rico?

Arrancó el coche y no dijo nada. Se le había quitado la sonrisa de la cara, decidí no hablar más.

Tardamos unos veinte minutos hasta que encontramos el Burger King que quería él. Aparcamos y seguimos en silencio, menos mal que ya no era un silencio incómodo.

-Doble Cheese Bacon sin pepinillo, extra grande-Le pedí a la chica- ¿Y tú que quieres?

Lucas me miraba estupefacto.

-Lo mismo, exactamente lo mismo.

O sea, que Lucas y yo teníamos los mismos gustos. Cada día me gustaba más este chico. Pero gustar en plan bien, no en plan amor; en ese momento estaba emocionalmente inaccesible.

Nos sentamos en una de las miles de mesas que había allí. Comencé a comer con ansia, tenía mucha hambre.

Lucas se quedó mirándome como devoraba la hamburguesa, se estaba riendo.

De pronto, a través de la ventana que Lucas tenía detrás, vi pasar a la última persona que quería ver en ese momento, acompañado de la Barbie andante.

-Luis-Dije con la boca llena y casi atragantándome-. Luis. Es Luis.

Lucas se giró para mirarle y acto seguido se levantó de golpe.

-¿A dónde vas?-Le pregunté asustada, sabía perfectamente lo que iba a hacer.

No me contesto y cuando ya iba a avanzar hacia Luis yo le agarré de la mano y le obligué a sentarse.

-¿Eres tonto?

-Le debo un par de hostias.

-No le debes nada.

-Bueno, pues vámonos.

-¿Por qué? No me voy a ir a ningún lado, que se joda y se vaya él.

Lucas me miró serio y luego me cogió la mano.

-Me encantan las chicas así.

-¿Así cómo?

-Tan duras, con las cosas claras, Tan... no sé, tan como tú.

-¡Oh! bueno, pues gracias-Solté su mano bruscamente y seguí comiendo-.

De reojo vi como Luis cogía a la rubia por el culo mientras ella pedía; que asco me daba ver aquello.

La chica se reía con cada cosa que decía. Era toda silicona, y se reía por la simple razón de que no le daba la cabeza para entender lo que Luis decía.

Me hervía la sangre cada vez que les miraba. La rubia se pidió una mísera ensalada, mientras que él se había comprado dos Long Chicken.

Me daban ganas de levantarme y escupirle en la comida.

-Deja de apretar la hamburguesa que ella no te ha hecho nada.

Mi comida parecía un disco de lo aplastada que estaba. El kétchup chorreaba por los lados y el bacon estaba en la mesa.

-Me cago en la puta.

Volví a mirar de reojo a Luis y vi que ya me había visualizado.

Nos miraba fijamente a Lucas y a mí, con los agujeros de la nariz abiertos, le hervía la sangre tanto o más que a mí.

-Como se acerque te juro que le borro la cara-Empezó a decir Lucas sin apartar la mirada de la hamburguesa-.

Luis y la rubia se sentaron lo más lejos posible de nosotros. Miraba de reojo cada segundo, me estaba poniendo nerviosa y empezaba a tener ganas de llorar.

-Come rápido y vámonos, por favor-Le dije a Lucas desesperada-.

Lucas me miró preocupado y tras darle los últimos bocados a su hamburguesa, se levantó y dejó las bandejas en la basura, me cogió de la muñeca y tiró de mí; vi como a Luis se le descomponía la cara.

-Salgamos de aquí-Lucas me apretaba la muñeca con fuerza-.

Nos metimos en el coche los dos a la vez. Mis ganas de llorar aumentaron.

-Llévame a casa-Dije aguantándome las lágrimas-.

Lucas no dijo nada, simplemente arrancó y me buscó la mano. Me la agarró con fuerza, se la acercó a la boca y la besó.

-No te preocupes-Volvió a besarla-, ahora llegamos.

Yo sonreí sin siquiera mirarle, había conseguido que se me saltase una lágrima. A los diez minutos llegamos a la puerta de mi edificio.

-Hemos tardado muy poco, ¿no?

-Te recuerdo que antes me he perdido.

-Es verdad-Me desabroché el cinturón y me quedé mirando a Lucas, que guapo era-. Me voy ya, gracias por todo-Le di un largo beso en la mejilla y salí del coche-Y por favor, deja de entrar en los pisos de la gente mientras ellos duermen-Dije asomando la cabeza antes de cerrar la puerta-.

Llegué a mi piso y nada más tumbarme en la cama comencé a llorar. No dormí en toda la noche.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora