Me desperté a las siete y treinta y ocho, no podía dormir más. Necesitaba café e ibuprofeno para quitarme aquella descomunal resaca. Aún llevaba puesto el vestido de la noche anterior. Me lo quité, lo dejé en el suelo y me puse una camiseta larga de los Lakers, la más cómoda del mundo.
Fui a la cocina y encendí la cafetera. Como la odiaba, tenía un ruido que me despertaba sin tomarme siquiera el café.
-Buenos días-De repente alguien habló desde el sofá-.
Grité asustada y cogí una sartén, me puse en guardia y me acerqué poco a poco al sofá.
-¿Quién coño eres?
Lucas se incorporó del sofá con el pelo revuelto y me sonrió, yo no estaba de humor para sonrisitas.
-¿Qué haces aquí?
-Bueno, ayer empecé a marearme y me tumbé en el sofá. Sin querer me quedé dormido.
-Me estás vacilando, ¿verdad? Tú quieres algo de mí.
-¿Pero qué dices? De verdad que no te vacilo. Lo siento, ya me voy, lo siento.
Se incorporó del sofá y se alisó la camisa, después cogió su móvil y se dirigió a la puerta.
Me dio mucha pena, y aparte, su compañía no me venía nada mal en estas condiciones.
-Espera-Dije apagando la cafetera y cogiendo mi café-, quédate.
Se giró y se quedó mirándome.
-¿En serio?
-Sí, no me apetece estar sola-Me senté en el sofá-. Pero la próxima vez que te vayas a quedar me lo dices, me has dado un susto de muerte.
Lucas asintió y se sentó al lado mía en silencio. Yo, mientras bebía mi taza de café, comencé a darle vueltas a lo que había pasado la noche anterior. Había dejado que un extraño me llevara a mi casa, ¿cómo podía ser tan irresponsable? No volvería a beber en un tiempo, lo tenía claro.
De repente llamaron al timbre, ¿quién podía ser a estas horas? Me levanté del sofá rápidamente y me dirigí a la puerta, abrí sin mirar y me arrepentí al instante de no haberlo hecho.
-Hola pequeña-Me quedé bloqueada nada más verlo-, no viniste ayer.
-Lo sé, adiós-Intenté cerrar la puerta, pero él me lo impidió-.
-¿No me invitas a entrar? Es mi casa y aún tengo unas cuantas cosas dentro-Comenzaba a acercarse a mí cada vez más, estaba enfadado y daba miedo-. Helena vamos, déjame pasar.
-Luis vete.
Me empujó hacia atrás y se abrió paso dentro del piso. De pronto noté como alguien me ponía una mano en el hombro; mierda, se me había olvidado Lucas.
-¿Quién coño eres tú?
-Un amigo, ¿y tú? ¿Quién coño eres para empujarla así?
-Soy su jodido novio, así que ya te estás largando de mi casa.
-¿Mi novio? ¿Tú casa?-La sangre me empezó a hervir- ¡¿Pero quién te crees?!
Esta vez fui yo la que le empujé hacia atrás, mala idea, le enfadé más y el moflete derecho me empezó a quemar de dolor, me había cruzado la cara.
A partir de ese momento todo pasó deprisa, no sé bien cómo. Lucas saltó encima de Luis y empezó a darle puñetazos mientras que el otro se los devolvía. De repente Laura, mi vecina, apareció en mi piso y comenzó a gritar.
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El amor no existe
RomansaLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...