Fazio me había sorprendido. Llevaba un traje que le quedaba como un guante y había estado a la hora que le había indicado. Fui a buscarlo en mi coche, evitando el primer encuentro con el señor Kana, ya que aún tenía que darle una clase rápida antes de preséntaselo. Debía aprender a saludar y mantener una postura correcta, siempre firme, seguro, marcial, servicial y amable, algo que Fazio no era.
-No hagas ninguna tontería y, si ves algo gracioso, no te rías a no ser que la mayoría lo haga. No te encorves, estate siempre con una buena postura. También debes llamar a todo el mundo de usted.
-Parece que me llevas al ejército no a comer gratis.
-Parecerá lo que quieras, pero tienes que hacerme caso, por favor.
Asintió mirando distraído por la ventana, parecía un niño pequeño al que estaban llevando a casa de la tía pesada con los primos repelentes.
El Mercedes negro estaba en el parking con el "cara-perro", con su puro en la boca, apoyado en el capó. Aparqué junto a él y nos saludamos con un movimiento de cabeza.
-Stefano Bologna -contesté antes de que el botones me preguntara-.
Asintió y nos guio hasta la mesa, prácticamente vacía, que estaba presidida por mi jefe. A su derecha, como siempre en este tipo de reuniones, estaba el señor Heredero. Fazio palideció al verle, pero se recompuso y fue directo a él. Antonio no le recibió con buena cara, pero dejó que se acercara.
-Hola, señor Heredero -me miró buscando la aprobación de sus palabras. Asentí-, me alegro de verle de nuevo -le tendió la mano y Antonio le repasó de arriba abajo-.
-A ver qué tal te portas hoy -le devolvió el apretón con desgana, aunque Fazio se lo tomó como el mayor piropo del universo-. Le he tenido un par de días llevando el coche y no veas... -le dijo a Eryx mientras Fazio buscaba su asiento-.
Se sentó sonriente a mi izquierda y me miró esperando un halago por su comportamiento, en cambio le enfrenté con el señor Kana que estaba a mi derecha.
-Este es Fazio -me eché un poco hacia atrás para que pudieran verse-, mi hermano.
Eryx juntó sus manos sobre el plato vacío y le repasó con los ojos. Me miró y volvió a Fazio.
-¿Así que tú eres el que le ha quitado la chica a mi hijo? -Fazio palideció- Bueno, y tú también -esto último lo dijo refiriéndose a mí-.
-Sí, soy yo -contestó avergonzado-.
-Tu hermano me habló hace tiempo sobre ti. ¿Por qué estás aquí?
-¿Cómo que por qué estoy aquí?
-No creo que vengas sin ningún motivo, ¿qué es lo que quieres?
Me quedé helado, ¿por qué estaba diciendo esas cosas el señor Kana? Mi hermano le miraba serio, pero no asustado. No le había gustado aquella pregunta.
-No he venido con ningún motivo; encontré a mi hermano y decidí seguirle para salir de Italia como hizo él. Estoy dejándome llevar. Yo no he pedido venir a esta comida, si es eso lo que pregunta.
-¿No tuviste nada que ver con Rubén? -Antonio se metió en la conversación- Quiero saber si tú también estás metido en esa historia.
-Yo encontré a mi hermano en Roma, le ayudé y, por supuesto, iba a pedir algo a cambio, seguirle. Al principio solo sería por Roma, pero conocí a su hija y acabé aquí. Puede que no haya tenido un buen pasado, pero quiero empezar de cero y que mejor forma que cerca de mi hermano y con una chica como Julieta a mi lado. Ya había visto a su hija antes, en algún programa o revista, pero cuando la vi en persona fue otra dimensión -estaba alucinando con lo bien que estaba hablando mi hermano castellano. ¿En qué momento había aprendido la palabra dimensión? Había cambiado su postura, antes tenía las piernas y los brazos cruzados mostrando rechazo, en cambio, en ese momento, estaba con el cuerpo hacia adelante con los brazos apoyados en la mesa y mirando a Antonio con una sonrisa. No le reconocía. Estaba mucho más viejo y delgado, empezaban a borrarse las ojeras negras que tenía el primer día que le vi; trajeado ganaba puntos y peinado ni te cuento. Encajaba perfectamente en la mesa que ya empezaba a llenarse-. Su hija me está ayudando a aprender el idioma y ella misma me ofreció el trabajo de chofer, aunque ya había empezado a mandar currículums que también me ayudó a hacer. De verdad que no quiero causar mala impresión a ninguno de los dos, he venido a buscar una nueva vida.
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El amor no existe
RomanceLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...