Era la quinta vez que reescribía aquel correo. Por primera vez en casi un año tenia trabajo en la oficina al lado de mi querida Susi. El señor Kana se había pedido el día libre de reuniones y acontecimientos sociales, pero me había dejado una lista infinita de recados, sobre todo, mandar correos de agradecimiento a colaboradores del ultimo evento que se celebró en el hotel más célebre de la familia.
Miré la hora en el ordenador. No eran ni las once de la mañana y ya estaba deseando irme. Había completado un cuarto de la lista de tareas que había acumulado los meses de búsqueda; el señor Kana no perdonaba y, mucho menos, el perder tiempo. Si faltabas, lo recuperabas.
<<No sé qué decirle>> Helena 10:49
<<Lo que sientas, ¿qué es lo que quieres hacer?>> Stefan 11:01
<<Ese es el problema, que no se si voy a poder seguir trabajando con él...>> Helena 11:01
<<Opino que deberías llamarle, pedirle perdón y contarle por qué estás enfadada. Aunque sea obvio el por qué, él no sabe que has tenido el "show Lucas 24 horas">> Stefan 11:03
<<El canal, no el show>> Helena 11:04
<<¿Le llamo ya?>> Helena 11:06
<<Si, pesada>> Stefan 11:07
Bloqueé el móvil sonriente. A veces era como hablar con una niña pequeña.
Nekane me vino a la cabeza y se me borró todo signo de felicidad. Ya habían pasado dos días desde aquel encuentro. Lo llamaba encuentro por no llamarlo "cuernos a mi novia". ¡Dios, me sentía fatal! Había hecho exactamente lo que había criticado siempre. Antes pensaba "¿cómo la gente es capaz de besar a otras personas que no son su pareja?" y me daba la respuesta de "ya no sentirán nada por la otra persona", pero en mi caso, os aseguro que no era nada parecido.
Quería a Helena, incluso me atrevía a decir que casi estaba enamorado. No como estaba Lucas, que estaba obsesionado y punto. No, enamorado de verdad. Jamás había dado tanto por una persona, había sacrificado mi trabajo, tiempo e integridad física y moral, había hecho cosas ilegales por conseguirla y volvería a hacerlas mil veces más. ¡¿Entonces, por qué había besado a Nekane?! Dejé salir un bufido. No me entendía, aquella morena me había cegado por completo, me había dejado inútil. Siempre la había visto como mi compañera, habíamos conectado a la perfección en todo y, me atrevo a decir, que éramos compatibles casi al cien por cien; pero no era Helena. Helena era fuego, era vida. Me arrancaba sonrisas, me sacaba los colores, me hacía enfadar y le perdonaba todo porque soy incapaz de enfadarme con ella, ¿entonces, cual era mi problema?
-Cariño, ¿qué te pasa?
No saldría vivo de aquel interrogatorio. Me giré pálido y me la encontré en aquella postura tan característica. Pierna derecha doblada por encima de la izquierda, moviendo la silla con ruedas adelante y atrás. Un brazo apoyado en su vientre y el otro en la mesa, sujetando la cabeza que dejaba caer sobre su puño. Aleteaba las pestañas y tenía la boca estirada en una línea. Lo que decía, no saldría vivo.
-No me pasa nada.
-Esos últimos veinticuatro bufidos dicen todo lo contrario -agaché la cabeza-. Es tu chica, ¿verdad? -negué- ¿Entonces qué es lo que es? ¿Lucas?
-Yo.
-¿Tú? ¡Que vas a ser tú! Si tú eres un trozo de pan, mi amor.
-No, no lo soy, Susi.
Dio un golpe en la mesa con el brazo libre y me metió el miedo por el cuerpo.
-¡Tú eres un trocito de cielo y punto! -me cogió la mano y tiró de mi- Ahora me vas a contar lo que te pasa o me enfado.
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El amor no existe
RomanceLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...