STEFAN - CAPÍTULO 13

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Ya habían pasado más de cuatro días desde aquella reunión improvisada y aún no había hecho ni el amago de llamar a mi hermano. No por falta de ganas, sino de tiempo.

-Stefan, ¿puedes volver a la tierra?

Dejé de mirar por la ventana sobresaltado. Llevaba todo el día sin prestar atención a nada de lo que hacía o me decían, sobre todo al señor Kana, que ya empezaba a cansarse.

-No sé qué te pasa hoy, hijo, menos mal que solo nos quedan un par de horas.

Agradecí en silencio esa información. El coche volvía a ser conducido por aquel hombre con bigote y el labio deforme por sus puros, igual de lento que la última vez.

Las dos horas que quedaban de trabajo se convirtieron en cuatro y media por culpa de aquel distribuidor de moquetas. Las primeras dos horas, como bien había prometido el señor Kana, fueron de puro trabajo, pero las dos y media restantes fue un fallido intento de conseguir una cita entre Lucas y su hija. El señor Kana acabó despidiéndose de malas maneras después de que el otro le ofreciera bajar el precio de su ultimo pedido a cambio de su hijo.

-Este se cree que mi hijo es cualquiera. Claro, como se ha corrido la voz de que ya no está con Julieta vienen todos como lobos, no es la primera oferta que me llega.

-Ni la última.

-Eres un gracioso -lo dijo serio, pero sabía que no estaba enfadado-. Ojalá la propuesta de hoy fuese la última, no voy a concertar de nuevo un compromiso. Esa idea ya se me había ido de la cabeza hasta que Julieta insistió tanto a su padre. Ahora ya sabemos por qué insistía tanto.

-Eso son buenas noticias para Lucas.

-Stefano, yo nunca he querido obligar a mi hijo a nada. La idea del compromiso se nos ocurrió cuando esos dos empezaron a salir y le propuse a Lucas lo de las citas más adelante por si la situación se calmaba entre ellos, pero eso nunca sucedió y yo dejé de pensarlo. Los compromisos ya no existen en esta época, eso se hacía en mis tiempos y aun así la gente no los aprobaba del todo. Es curioso que en otros países sea algo normal, ¿sabías que en India no conocen a su pareja hasta la boda o se ven un par de veces antes, solamente? -negué- Pues ya lo sabes.

El chofer seguía yendo a cuatro kilómetros hora, por debajo del mínimo. Noté como el señor Kana también se impacientaba y miraba la aguja de la velocidad.

-¿No puede ir un poco más deprisa?

El del bigote miró por el retrovisor al señor Kana y aumentó la velocidad. Eryx me miró y levantó sus cejas quejándose del servicio.

-¿Qué tal está Helena?

-Bastante bien, ha vuelto a trabajar con Lucas en el hotel.

-Mejor, ese chico no sabría hacerlo sin ella. Aquella presentación estuvo increíble, tanto diapositivas como la forma en la que había estructurado la charla. Tenía todos los presupuestos y datos necesarios e incluso esa chica añadió un par de datos para los que yo tengo que contratar a gente para que los desarrollen. Es una buena trabajadora.

-Sí, si lo es. Antes trabajaba como secretaria en una empresa de exportación de comida al extranjero o algo así me contó. No llegué a conocer su trabajo, pero tanto Lucas como ella aseguran que lo del hotel era una quinta parte de lo que podía hacer Helena en un día.

-Ten cuidado a ver si te va a quitar el puesto.

-No aguantaría cuatro reuniones en un mismo día.

-Hoy ha sido demasiado, lo sé. Por eso tengo al mejor conmigo -me regaló un piropo a cambio de la horrible jornada que llevábamos, menos mal que ya habíamos terminado-. Pero esa chica es buena, muy buena. Ya pensaré algo.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora