Lucas y yo estuvimos incómodos toda la semana, a pesar de que ya me había pedido perdón por todo lo ocurrido.
"Los borrachos no mienten, seguro que estaba deseando besarme" se me ocurrió pensar. Aparté ese pensamiento rápidamente.
-Mañana hace dos meses que estoy saliendo con María -me dijo Lucas mientras me daba una taza de café-. ¿Crees que debería regalarle algo?
-¿Por dos meses? ¿no es poco tiempo?
Dije aquello engañándome a mí misma, en realidad, en lo más profundo de mis pensamientos, solo quería que no le regalase nada.
Seguimos ordenando los papeles de la última reunión y ajustando los detalles del hotel para la siguiente. Mi móvil comenzó a sonar.
-¿Si?
-Buenos días -aquel acento italiano era inconfundible-, llevo toda la semana buscando tu número.
-¿Se lo has pedido a Lucas? -el recién nombrado levantó la cabeza de un folio y me miró fijamente.
-No me lo ha querido dar -maté a Lucas con la mirada creando más confusión en él-. Bueno, en diez minutos te espero en la puerta ¿qué te parece?
-¿En diez minutos? -me miré el pijama rosa chicle que llevaba puesto y no me quise imaginar el aspecto que tenía con ese moño descuidado que me había hecho- ¡Dame veinte!
-Vale, veinte. ¡Ah, por cierto! Soy Stefano.
-Ya sabía que eras Stefano -le respondí divertida. A Lucas se le cambió la expresión radicalmente-, en veinte minutos estoy en la puerta.
-Me parece perfecto.
Colgó. Me quedé mirando el móvil unos segundos y me levanté del sofá de un salto.
-Madre mía ¡¿qué me pongo?!
Lucas me miraba serio.
-No sé, lo que te dé la gana.
Me dieron ganas de matarle. Le miré enfadada y salí despedida hacia mi habitación. Daba gracias de que estuviéramos en mi casa.
Cogí la primera cosa bonita que vi. Unos vaqueros un poco anchos y remangados, una camisa negra y unos tacones bajos y de punta del mismo color que la camisa. Cogí el bolso que me había comprado hacía tres días y que me había costado un ojo de la cara, miré el reloj y me relajé. Me quedaban diez minutos y me daba tiempo de sobra a arreglarme un poco la cara.
Entré al baño y me perfilé los ojos con una línea muy fina en el párpado, que acababa en un rabillo hacia arriba. Me pinté los labios de un color medio carne, medio morado, mi favorito, y me puse rímel en las pestañas. Me miré una última vez antes de salir al salón.
-Increíble -dijo Lucas al verme-, que poco has tardado.
-Lo sé -me senté a su lado unos segundos para recuperar un poco el aire-. Perdóname, te juro que en cuanto llegue a casa termino todo.
-No, da igual. Esto lo puedo hacer yo solito.
Le sonreí ampliamente y le besé la mejilla. Salimos los dos de casa y yo fui corriendo a llamar al ascensor.
-¡Pásalo bien!
-Eso espero -dije casi en un susurro-.
Lucas desapareció tras la puerta y yo me metí en el ascensor. Nada más salir del edificio vi a Stefano apoyado en su Porsche con una sonrisa de príncipe azul.
-¡Qué guapa! -me repasó con la mirada un par de veces-.
-Tú, también.
Llevaba una camiseta negra con cuello de pico, unos vaqueros que le marcaban aquel culo perfecto y unas deportivas negras. Su barba de tres días le hacía parecer más guapo; si, más guapo aún. Le miré a los ojos y le sonreí, aquellos ojos verdes parecían esmeraldas bajo el sol.
![](https://img.wattpad.com/cover/217672255-288-k865120.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El amor no existe
RomanceLa gente dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Y Helena abrió la suya sin mirar. Un clavo saca a otro clavo, según Lucas. Y Stefan no mira nunca de donde viene, sino a donde va. Helena, Lucas y Stefan verán sus vidas entrelazadas, crear...