LUCAS - CAPÍTULO 13

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Su cara no sabía qué expresar mientras se acercaba. Rabia, confusión, tristeza. Sabía que todos aquellos recuerdos se le estaban pasando por la cabeza, igual que a mí, nada más ver a aquella arpía de pelo castaño y ojos verdes que había conseguido engañarnos.

-¿Qué hace ella aquí? -me preguntó con tono acusador metros antes de llegar- ¡¿Qué hace ella aquí?!

Se pegó a mi pecho con los puños cerrados y comenzó a empujarme hacia atrás.

-La has traído tú, ¿verdad? ¡Si es que lo sabía! ¡Sabía que todo esto era una mentira! ¡Menos mal que anoche me fui! Tenía razón en todo, sabía que no me querías ¡lo sabía!

La agarré de las muñecas y puse sus puños cerrados a la altura de mi cara para que dejase de empujarme porque, si seguía así, me iba a llevar hasta La Piedad.

-¿Eres tonta o qué te pasa? ¿Te crees que la voy a traer conmigo a alguna parte? ¿Te crees que quiero ir a cualquier sitio donde se encuentre ella? ¡Es cosa de tu hermano! -la agarré aún más fuerte de las muñecas y la pegué contra mí para poder hablarla en voz baja- Y ahora quiero que me expliques lo de anoche -casi pegué mi frente a la suya-, porque como no lo hagas, Julieta, te juro que no me hago responsable de mis actos, ¿queda claro?

Mi voz sonó más amenazante de lo que pretendía y Julieta tragó saliva. Me miró a los ojos y estos no reflejaron nada, estaban apagados.

-¿Qué hace ella aquí?

No respondió a mi pregunta ni yo a la suya, fue Nekane la que habló por mí metiéndose entre los dos para que dejásemos de pelear. Lo agradecí, no pensaba hacer nada bueno si ella no llega a intervenir.

-Rubén acaba de llamar a éste -me señaló despectivamente con un movimiento de cabeza. Quise arrancarla esa sonrisilla- y le ha dicho que tenemos que llevárnosla con nosotros.

-¿Qué? -Julieta estaba desquiciada y contestaba a todo con la sonrisa más descompuesta que había visto nunca- ¿Cómo que con nosotros? Yo con esa chica no me voy a ninguna parte, la odio, me da asco.

-Bueno, pues te vas a tener que aguantar y hacer lo que dice tu hermano -Stefan le puso una mano en el hombro y como por arte de magia la expresión de Julieta cambió, algo más relajada y mostrando el sentimiento más abundante en ella en aquel instante, el terror-, vendrán a por ella a nuestro hotel mañana a las doce y, a lo mejor, nos trae a Helena -hizo una mueca nada más oír su nombre-, bueno, eso de que nos trae me lo he inventado, pero es lo que más deseo ahora, así es que vamos a por esa chica y nos largamos de aquí.

La rubia no dijo nada más, aceptó resignada su destino. Nos quedamos todos en silencio formando un corro.

-Vale, ahora la pregunta es, ¿cómo lo hacemos?

-No lo sé, Nekane. Déjame unos minutos para que piense -contestó Stefan pellizcándose entre las cejas-.

Mientras que todos pensábamos en un plan para llevarnos a Celia, Fazio miraba hacia todas partes divertido, miraba a la gente y a la basílica constantemente. Estaba convencido de que había desconectado totalmente de la misión y ni siquiera se habría enterado de que había que raptar a una chica, algo que a él seguro que le encantaría.

-Oye ¿a ti te conoce? -Stefan negó mirando a Nekane- ¿No? Pues ya tengo el plan. Tú y tú- señaló a los hermanos Bologna y estos se cuadraron como soldados-, vais a ir a por ella y os la vais a camelar.

-¿Camelar?

-Ligárnosla -aclaró Stefan a su hermano-.

-Sí, ligárosla. Tenéis que llevarla a la salida donde vamos a estar esperándoos en dos taxis -de pronto, Nekane giró su mirada bruscamente hacia mí-. No os puede ver, Lucas. Creo que deberíais iros ya y así solo les tendría que esperar a ellos en el taxi. Pedir dos y que justo cuando se monten empiecen a avanzar los dos coches va a ser demasiado sospechoso y podría escaparse antes de que se suba -su cabeza funcionaba a mil kilómetros por hora mientras labraba el plan-. Si, iros. Mejor dejadnos esto a nosotros y nos evitamos problemas, tanto nosotros como vosotros, que vaya cara se os pone a los dos cuando la miráis.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora