STEFAN - CAPÍTULO 11

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Nunca había deseado tanto llegar a casa. Tiré las llaves al cuenco de la entrada y me dejé caer en el sofá. Había tenido un día duro junto al señor Kana. Tres reuniones, un acto benéfico y, por último, un almuerzo de negocios que había acabado en cena. Decidí irme cuando uno de los presentes propuso ir a un bar de striptease que conocía, yo pasaba de esos sitios.

Miré la mochila que había apoyada en la mesa del salón, no la había deshecho desde que había llegado de la casa del bosque. Cuando entré la dejé ahí tirada y prácticamente hui del piso, había intentado pasar el menos tiempo posible allí metido y por eso ni presté atención a la ropa.

La vacié sobre mi cama y, tras zarandearla un par de veces, un papelillo voló sobre la ropa arrugada. Lo miré sin atreverme a tocarlo. Decidí ir a por mi teléfono y marcar el número que había escrito.

-¿Si?

-Hola.

-¡Hermano! -la voz de Fazio me reventó el tímpano. En cuanto me reconoció cambió de idioma- Pensé que no me llamarías.

-No pensaba hacerlo.

-¿Entonces, por qué me llamas?

-Porque soy tonto.

-Eso ya lo sabía.

-¿Qué tal todo? ¿Qué tal Julieta?

-Qué raro que me preguntes. Bien, bastante bien. Aquí, conmigo -oí la mano de Fazio chocar contra alguna parte del cuerpo de Julieta y ésta se rio-. ¿Tú que tal con tu churri?

-Bien, la he dejado en el pueblo.

-Ten cuidado a ver si va a desaparecer otra vez.

-Te aseguro que no -nos quedamos los dos callados-. Oye, ¿te apetece que vayamos a dar una vuelta?

-Vale -aceptó inseguro- ¿Qué te pasa?

-Nada, que quiero hablar contigo ¿dónde voy?

-Te paso la ubicación por mensaje.

-Está bien.

Colgué y esperé su mensaje. Tardó más de cinco minutos en mandármela, pensé que me había mentido y que no quería que fuese.

Julieta vivía a solo dos manzanas del edificio de Lucas y Helena. Era un edificio mucho más pequeño que el de ellos, pero con una estética muy similar: recto, con la fachada llena de ventanas. Cuando paré en la puerta, Fazio ya me estaba esperando en el portal fumándose un cigarro.

-¿Puedo fumar dentro? -me preguntó asomándose por la ventanilla, yo asentí- ¡Pedazo coche tienes, cabrón!

Se acomodó en el asiento de cuero y me miró sonriente, la nostalgia me atrapó y no pude evitar sonreírle de vuelta.

-¿Qué es lo que quieres hacer?

-No sé, vámonos a tomar algo.

Se abrochó el cinturón como respuesta. Arranqué y puse rumbo al Keys, el pub donde había pasado noches enteras con Lucas, Daniel y Eliseo. Allí también fui una vez con Helena.

Revisé el vestuario de Fazio, por suerte llevaba una camisa blanca, unos pantalones chinos de color beige y un cinturón de cuero negro. Aprobado. Yo llevaba puesto el traje del trabajo así que entraría sin problemas.

Nada más llegar a la puerta un par de cámaras nos cegaron y nos apuntaron con sus objetivos.

-Hola, Stefano -me gritó un chaval vestido de traje-. Soy de la revista Sueña, queríamos preguntarte qué tal está Lucas Kana.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora