HELENA - CAPÍTULO 11

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Por fin estaba sacando la última caja de aquel horrible piso que tantos disgustos me había dado. Antes de cerrar la puerta para siempre lo miré por última vez despidiéndome mentalmente. La tristeza apareció unos segundos en mi mente viéndolo tan vacío y sin vida. Suspiré y cerré la puerta, mi nueva vida acababa de empezar. La ilusión me invadió por completo y salí de aquel edificio con una sonrisa.

Dejé la caja en medio de mi nuevo salón junto a todas las demás. Estaba justo en el piso contiguo al de Lucas y no sabía si eso sería bueno o malo en el futuro.

Había dejado la puerta abierta para que Lucas apareciera de vez en cuando para decirme cualquier tontería o para que se quedara a ayudarme a sacar cosas de las cajas. No paraba de entrar y salir.

-Por hoy ya no quiero sacar más cosas, estoy cansada.

Me dejé caer en el sofá y Lucas me imitó. Sacó su móvil del bolsillo y una sonrisilla asomó en sus labios.

-Hoy se sale, vamos todos al Keys, incluidas tú y María -me miró de arriba abajo-. Arréglate bastante.

Me llevé la mano al pecho y le miré ofendida ¿qué pasaba? ¿qué no estaba guapa como estaba? Lucas se rio ante mi expresión. Rápidamente me pasó un brazo por encima y me atrajo hacia él dándome un beso en la mejilla. Me quedé petrificada, el corazón me empezó a latir con fuerza y recé para que Lucas no se hubiera dado cuenta. Empezaba a odiar esas reacciones absurdas que me provocaban las cosas que Lucas hacia o decía.

-Te prometo que estás muy guapa así, pero esta noche tienes que estar el triple de guapa.

-Bueno, lo intentaré.

-Lo conseguirás.

Dicho esto, se levantó del sofá dejándome una pequeña sensación de vacío en el cuerpo, me había soltado muy deprisa. Se dirigió a la puerta y se paró antes de salir.

-Viene Stefano.

Salió de la habitación y cerro de un portazo. Yo me quedé en silencio unos segundos antes de dar un salto de lo nerviosa que me había puesto aquella simple frase ¡Venía Stefano!

-¿Por qué me emociono tanto? -dije en voz alta- Soy idiota.

Me abalancé sobre mi móvil para mandarle un mensaje a María.

<<Quiero verte en mi casa a las 10>> Helena 21:08

<<¿Al piso nuevo?>> María 21:08

<<Si. Tráete el vestido más bonito que tengas>> Helena 21:10

<<¿Para qué?>> María 21:11

<<Tú hazlo. Y trae cena también>> Helena 21:11

Empecé a buscar en mi armario. Justo esa mañana, sacando cosas de las cajas, había visto el vestido perfecto. Era rojo y largo con un gran escote que realzaba el poco pecho que tenía y con un precioso corte en la falda que nacía desde casi la cintura. Lo saqué y lo dejé sobre mi cama nueva.

Aquel vestido sólo me lo había puesto para una ocasión: la boda de la hermana de Luis, en la que él se emborrachó tanto que tuvieron que sacarlo arrastrando del local de la celebración. Guardé el vestido en el fondo del armario para no volver a recordar la vergüenza que pasé. Pero la prenda había vuelto a la luz y en cuanto me la pusiera sentiría de todo menos vergüenza.

Estuve debatiendo unos segundos si esperar a que María llegase para cenar y arreglarnos o vestirme ya. Acabé esperándola y, a las diez y diez, ya estaba en la puerta.

-Dame un segundo para ver a Lucas -me dijo nada más abrir la puerta, tenía las manos juntas suplicando mi permiso-. Por favor.

-Cinco minutos. Déjame la comida que voy poniendo la mesa.

El amor no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora