Capítulo 37

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La situación en mi libro estaba bastante emocionante, por eso en el receso me separé de mi grupo de amigos y me fui a sentar detrás de los salones, donde no había alumnos que me fueran a interrumpir.

La chica era villana, y el chico héroe; un perfecto enemies to lovers, mi cliché favorito; y pese a que es mi favorito, jamás viviría uno ni en fantasías, porque no odio a nadie, y si lo hiciera sería por muy ganadas razones. Tampoco tengo enemigos porque suelo caer bien o ser indiferente a las personas. Aunque, ahora podría decir que los shedas son mis enemigos; y todavía con eso confirmo que yo no podría tener un enemies to lovers jamás.

La cosa está en que se están enamorando los protagonistas de mi libro, él sin saber que ella es villana, y ella haciéndose pasar por héroe. Ambos están sentados en el sofá del cuarto de él mientras ven una película. Ella está ahí porque busca un artefacto que sabe que está en esa casa; necesita dormir al chico para poder cumplir su misión; y para dormirlo necesita estar cerca suyo. Ella se le acerca y se recarga sobre su hombro, él la rodea con un brazo...

—¿Y eso que te escondes?

Dejé de ver una pantalla en mi mente al levantar la vista para encontrarme con Najim. Le respondí levantando el libro. Es obvio que quería leer.

Pero los hombres no captan indirectas.

Ni directas.

—¿Qué lees?

—Un libro.

Rezongó.

—¿De qué trata el libro? —abrió los ojos burlonamente.

—Héroes y villanos, y los protas están por besarse. Creo.

—¿Puedo leer contigo?

Me quedé estupefacta. Por fin levanté la cara.

—¿Te gusta leer?

—No. —Se tiró sobre el pasto—. Es que seguro tu historia es más entretenida que lo que están hablando los demás. —Señaló el lugar de donde me fui—. ¿O te molesta que esté aquí?

—Pues... no. ¿Te cuento para que entiendas?, porque es un revoltijo.

Asintió. Y me arrepentí al instante.

Comenzamos a leer donde me quedé, y conforme las palabras avanzaron llegué a la parte donde él le pide que vayan juntos a la gala.

Me quedé sin aire.

—Awww —solté, y releí silenciosamente cómo se lo dice. Tan inocente. Tan tierno. Tan lindo.

Najim se rio; yo lo ignoré y seguimos leyendo.

Mis ojos recorrían las palabras que no leo, sino que vivo a todo color en mi cabeza; y vi cómo él la llamó por su nombre, y ella al voltear recibió un beso en los labios.

Le entregué el libro a Najim para que él siguiera leyendo, porque seguro todavía no leía lo que yo, y me levanté, para expulsar de mi cuerpo la emoción que me causó ese tierno beso, dándome golpecitos en la pierna.

—Fue solo un beso —se quejó Najim. 

—Cállate —dije, a la vez que me volvía a sentar para seguir leyendo.

Los protagonistas continuaron el beso, pero yo sé que se arruinará todo porque ella lo va a dormir, y él cuando despierte no sabrá qué rayos pasó.

La pantalla en mi mente se volvió a esfumar, y tanto Najim como yo levantamos la cabeza.

Frida estaba frente a nosotros junto con una chica.

Una DecisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora