—Lamento no haber llamado —dije, acercándome al comedor.
—No te preocupes muñeca —aseguró mi mamá—. ¿Te la pasaste bien?
—Sí. Estuvo... interesante.
—¿Qué hicieron? —preguntó papá.
Me senté a la mesa y les conté mi día a los tres. Mi mamá me interrumpió varias veces para hacer preguntas sobre los chicos. Y a Kanya se le iluminó la mirada cuando mencioné a Lucas. No tardé mucho en contar mi día; omití el piquete, así que de la comida me pase rápido a los helados y luego al Guitar Hero, donde tuve que hacer una pausa porque a papá le gustaba mucho ese videojuego y me hizo preguntas como cuántos puntos hice, quién fue la puntuación más alta y qué discos eran los que tenían. Kanya también contó cómo le fue en su entrenamiento de fútbol. Dijo que ya había hecho varias amigas y que el entrenador le aplaudió por haber sido de las más rápidas.
Cenamos tranquilo. Bueno, ellos cenaron. Yo solo me limité a beber de mi botella de agua mientras hacían comentarios sobre lo que más les iba gustando de nuestro nuevo hogar. Leta se subió a mis piernas y se quedó dormida durante el transcurso de la cena. Mis papás y Kanya hicieron varios comentarios más y después subimos a nuestras habitaciones y nos dimos las buenas noches.
Cerré la puerta de mi cuarto y prendí la lámpara que se encontraba sobre mi escritorio. Me cambié a unos pants viejos y una playera gastada. Deposité en una canasta mi ropa sucia y me metí al baño. Lavé mis dientes, até mis cabellos castaños en dos trenzas y después apagué la lámpara para acostarme en mi cama. Leta no tardó en subirse y recostarse a un lado mío, al igual que yo no tardé en sumirme en un sueño profundo.
Soñé con un jardín. Era verde y extenso. Enfrente mío había tres tulipanes, los tres de color rosa coral. No había nadie en el jardín excepto yo, pero de alguna forma las flores no me hacían sentir como la única en la extensa área verde. Me acuclillé para observar mejor los tres tulipanes; tenían diferentes tamaños, la más pequeña estaba en medio de las dos grandes, la del lado derecho era más alta que la del izquierdo. Me quise acercar para olerlas, pero la más grande de las tres comenzó a teñirse de rosas más apagados hasta llegar a ser café. Sus hojas perdieron firmeza y se dobló hacia enfrente soltando varios de sus pétalos. Se dejó caer al punto de quedar completamente recostada sobre la hierba. Lágrimas salieron de mis ojos y me incliné hacia la flor para tomarla entre mis manos. Intenté levantarla, hacerla volver a estar firme, pero se dejó caer muerta. Más lágrimas asomaron mientras dirigía mi atención a los otros dos tulipanes. La que ahora era la más grande, se inclinó levemente hacia la más pequeña y con sus hojas la atrajo.
Mis sollozos hicieron que despertara. Al principio no supe qué estaba pasando, pero después de unos segundos me di cuenta que me encontraba en mi cuarto. Leta estaba sobre mi estómago, con sus ojos puestos en mi. Pasé mis manos sobre mi cara para limpiar las pocas lágrimas que caían por mi pómulo y se deslizaban hasta terminar en la parte de mi nuca, me dio cosquillas. Acaricié a Leta y me dispuse a volver a dormir pero me di cuenta que tenía ganas de ir al baño.
Una vez salí, cerré la puerta y me volví a meter a la cama. Estaba de frente a la ventana de mi cuarto, intentando conciliar el sueño otra vez, cuando lo sentí. No me hizo falta abrir los ojos para confirmarlo. Sabía que estaba enfrente mío, así que le di la espalda y me tapé completamente con las cobijas. Metí a Leta dentro, para que estuviera conmigo, y después de algunos minutos, concilié el sueño.
Por la mañana desayuné junto a mi familia, me bañé, y una vez vestida en unos vaqueros sencillos y una playera gris, caminé rumbo a casa de Marlon. Ya que estuve frente a su puerta, toqué el timbre que se encontraba en el lado superior izquierdo. Escuché sus pasos acercarse y la puerta se abrió.
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Una Decisión
Fantasy-¿Qué está escrito? -pregunté en voz baja, observando atentamente aquello exótico. -El nombre de mi padre y el mío. Hasta ahí me atreví a tocar mi frente. No sentí diferencia, mis dedos palparon mi piel de siempre. Y las letras siguieron allí. -¿...