Capítulo 46

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Eventualmente las manchas rosas volvieron; lo curioso fue que no aparecieron en todos mis dedos, sino solo en los pulgares. En Rakia Jabér me volvió a limpiar, sin embargo las manchitas insistían en reaparecer. Mantuve la distancia con mis compañeros, no porque creyera que eso me ayudara para no tener las manchas; solo era un reflejo que tenía mi cuerpo al estar cerca de ellos. Najim lo había notado, pero no preguntó al respecto. Yo tampoco dije nada.

Por otro lado, papá actuaba más distante, raro, y lo comprendí totalmente porque ¿quién no estaría reacio a acercarse a quien te desnudó el alma, descubriendo audiblemente algo que habías ocultado profundamente? Papá sabía muy bien que todo lo que le dije era verdad. Tal vez me tenía miedo.

Lo bueno es que Kanya ya me había vuelto a hablar. No como antes, pero al menos ya me volvía a incluir en las conversaciones. De verdad extrañé su voz diciendo mi nombre. Tiempo atrás me era molesto escucharla decir: "Ais esto", "Ais lo otro"; y los días que pasó sin pronunciarlo me hizo añorar los que sí lo hizo y odié por ni siquiera sé qué razón. No quería que me dejara de hablar otra vez, por eso no dije nada con respecto al elefante en el cuarto. Lo que sí hice, con sutileza, fue estarle preguntando cómo había dormido, si había pasado buena noche, y qué sueños tuvo. Sus respuestas variaban, pero durante los últimos tres días me estuvo contestando:

—No dormí bien.

—¿Qué soñaste ahora? —pregunté mientras esperábamos a que mi mamá llegara por nosotras.

—Estaba con unas personas en un edificio como abandonado, fue como un déjà vu porque yo sabía lo que sucedería, ya lo había vivido antes. Soñado antes —corrigió—. Aunque claro, en el sueño no sabía que era un sueño. Estábamos en una habitación. Yo según sabía qué hacer para salir, como la anterior vez que creo soñé eso, pero no funcionó lo que antes sí. Tuve que hacer las cosas diferentes a como en el déjà vu. A dos les disparó alguien que nos acechaba, y cuando bajé las escaleras para escapar, el edificio se volvió como la casa. Intenté abrir la puerta para salir, y quien nos retenía venía bajando. Al final logré salir hasta la calle, y cuando volteé atrás vi por la ventana una sombra con brazos largos. La cosa que no quería que saliera. ¿Sabes qué significa soñar con déjà vu?, porque no es la primera vez que me pasa. La anterior fue en un bosque, donde un duende gigante malo nos quería atrapar, y huí junto con algunos seres mágicos de mi comunidad; llegamos a una tipo cueva y ahí canté un hechizo que detuvo a una bruja. Fue un déjà vu, pero el sueño no sucedió como lo viví la primera vez. Si es que hubo una primera vez. ¿O crees que en otro universo otra Kanya soñó lo mismo y por eso siento que yo lo soñé?

—Interesante teoría —sonreí—. Pero no existe otra Kanya, eres completamente única e inigualable. Y sobre los déjà vu en sueños; yo también los he tenido. No sé qué signifiquen —dije, mientras mi mamá daba vuelta en la esquina y se acercaba. Kanya y yo caminamos hacia ella, saludándola, y volvimos a casa.

Papá llegó después de la comida. Nos dejó el auto para ir al entrenamiento de Kanya. Varias veces no venía con nosotras porque tenía trabajos que calificar de sus alumnos, pero, algo me hacía sentir que ahora papá tenía una razón más para no ir al entrenamiento. Yo.

Traté de restarle importancia.

Estábamos a pocos metros de la cancha, y Kanya antes de correr hacia sus amigas soltó melodramática:

—Algunas han bautizado ese árbol como "el árbol de los enamorados".

Inmediatamente desvié mi mirada del lugar donde me sentaba y pretendí picotear a Kanya, que para su suerte ya estaba a la mitad de la cancha. Mi mamá soltó una risita y me sentí cómoda con el hecho de que Kanya ya no me guardara rencor. Ella no era de las personas que conservan su molestia por mucho tiempo; solía volver a hablarles naturalmente el mismo día que se había disgustado. Por eso me llegué a sentir tan mal que por varios días no me hablara.

Una DecisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora