Capítulo 17: Ella Montgomery Grey (primera parte)

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Cómo me duele que yo no te puedo proteger
Cómo quisiera poderte guardar en mi cajita
(Cómo quisiera poderte guardar en mi cajita)
Pa que la vida no te alcance y no te pueda romper
No temas, te voy a cuidar

Te Juro No Te Miento / Sofía Castro.

Ya era un nuevo día, ayer fuimos a comprar los nuevos muebles para el departamento, no voy a negar que muchos recuerdos regresaron a mi mente, especialmente el hecho de que ese lugar lo habíamos amueblado Mer y yo, y ahora ya no era nuestro.

Esta mañana, Bea se había levantado con una nueva idea en la cabeza, enseñarme a cocinar, ella sabe que yo no toco la cocina ni en sueños, pero le pareció buena idea enseñarme a hacer panqueques, así que ahora me encuentro bajando del departamento, con un toper en las manos y esperando que Mer pase a recogerme.

Iríamos al lugar especial, que me había dicho y la verdad estaba muy nerviosa de saber de qué se trataba todo esto.

Un coche se estaciona enfrente de mí, es ella, me abre la puerta por dentro y entro, saludándola con un beso en la frente, esa era nuestra nueva manía desde aquella tarde en el hospital.

- ¿Lista?

-Más que lista – le digo con una sonrisa.

- ¿Qué es eso? –me dice, antes de arrancar el coche, curiosa por saber que tengo en el toper.

-Bea y su amiga me obligaron a cocinar – le digo con un puchero.

- ¿Tú en la concina? –me ve sorprendida –esas niñas, sí que tienen poder sobre ti.

-Hey, que no suena tan malo –yo le extiendo el toper –toma es para ti.

Ella lo ve con un poco de duda, y lo abre poco a poco, poniendo una cara rara, cuando ve los panqueques quemados que están ahí.

-Contando con que esto está quemado, lo dudo –ella me ve con una ceja levantada y yo la miro mal.

-No está quemado –me defiendo -está un poco tostado, que es diferente, mejor pruébalo, no sabe tan mal como se ve.

-Está bien -ella con un poco de miedo le corta un pedazo al panque y se lo lleva a la boca –milagrosamente esto sabe bueno –me dice con una sonrisa sincera y yo la veo orgullosa de mi logro.

-Estaban quemados, eso no te lo voy a negar –me dice ella -pero no están crudos y tienen buen sabor.

-Ya vez, no soy tan mala en la cocina.

Ella me da una sonrisa y arranca el coche, mientras yo pongo música, para hacer mas ameno el viaje.

Las dos vamos en un silencio cómodo, yo perdida en mis pensamientos y ella con la vista fija en el camino, hasta que siento como estaciona el coche, indicando que habíamos llegado.

Frunzo el ceño, cuando me doy cuenta donde estamos...

- ¿Qué hacemos aquí Mer?

-Ahorita lo sabrás – me dice, cuando se baja y me ayuda a bajar a mí, llevando con ella, dos ramos de flores, que no sabía que traía.

Estamos en el cementerio, ella me toma de la mano, guiándome por el lugar, yo me siento extraña estando aquí, no comprendo que hacemos o que es lo que me quiere enseñar.

-Llegamos –me dice, cuando estamos enfrente de dos tumbas, una más pequeña que la otra, sé que una de ellas es donde su madre, mi suegra, está enterrada, pero ¿y la otra? –sé qué te parece extraño por qué estamos aquí – me dice mientras me suelta de la mano y se dirige a las lapidas, limpiando un poco el mármol y colocando los ramos de flores, uno en cada una –aquí está mi madre –me dice, mientras se acerca a la más grande –y aquí –me voltea a ver, como dudando lo que va a decir –esta nuestra hija.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora