Capitulo 50: El papá perfecto

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Hola, la primera parte de este capítulo, esta inspirado en una fic que leí hace poco de Addison y Derek, espero les guste.

Las horas dentro de un hospital son más lentas, cuando eres paciente, y gracias a mi testarudez, estoy otra vez en una cama de hospital.

Había pasado una semana y media, desde el accidente, al final, me habían operado del abdomen, tenía una hemorragia interna, que debido a todo el esfuerzo que había hecho ese día, se había extendido a algunos órganos, pero afortunadamente no los daño, y yo ya estaba mejor, aunque la recuperación era lenta, y todavía no me dejaban salir de aquí.

Ya me había cansado de escuchar a las enfermeras chismosas, cotillear en los pasillos, ver las paredes blancas, sin color de la habitación, y el silencio que había por las noches.

Mi día se resumía en despertar, desayunar, ver tele o recibir alguna vista de mis amigos o mi sobrina, después venia Mer a ayudarme a bañar, comía, escuchaba a las enfermeras chismosas, dormir, cenar y volver a dormir, siendo interrumpida unas 3 o 4 veces, por la enfermera de turno o el médico de guardia.

Extrañaba mi casa, mi cama, mi trabajo, a mi sobrina y mi hermano pelear, pero lo que más extrañaba era estar con Mer.

-Buenos días mi amor –se escuchó una dulce voz desde la puerta, era mi rubia - ¿cómo estás?

-Muerta del aburrimiento –ella rueda los ojos –ya me quiero ir a mi casa, ya se me todos los chismes del hospital, y he contado las veces que el señor de al lado va al baño y claramente tiene un gran problema.

-Ya casi te iras a casa, tranquila.

Se acerca a mí y me da un dulce beso, la había extrañado mucho.

-También estaba pensando, que ahora que mi hermano anda de pica flor, podría conquistar a mi médica y tal vez me dé de alta antes –le digo con una gran sonrisa, esa era una gran idea.

-Creo que no funciona así, Addison –dice ella revisando mi expediente médico –además, debo recordarte que tu doctora es Bailey y está casada.

-Rayos –yo noto como ella frunce el ceño –todo está bien, hace rato me vinieron a revisar y la herida ya no se ha infectado.

- ¿No has caminado? –me voltea a ver, con un gesto que solo usa, cuando regaña a Bea.

-Técnicamente, si he caminado, de mi cama al baño y de regreso –me defiendo yo.

-Necesitas caminar Addison, tuviste un accidente automovilístico, lo sé, pero si no caminas, tus músculos se van a atrofiar.

-Eso no es cierto, además tengo un hombro lastimado, me cuesta sostenerme de algo firme.

-Lo sé, mi amor –dice acercándose a mi cama y destapándome –pero sabes que es necesario que des algunos pasos, ayudara a que salgas más rápido de aquí.

Yo ruedo los ojos, y con su ayuda me incorporo de la cama, sé que de nada va a servir que me queje, de todas formas, terminare haciendo lo que dice.

-Agárrate del tubo del porta suero –pidió, mientras me sostenía de la cintura, para incorporarme.

-Me voy a caer –le digo, sintiendo como mis piernas tiemblan.

-Yo te estoy sosteniendo, en mis brazos estas segura –me asegura ella.

Con su ayuda, comenzamos a caminar, yo sentía que me tambaleaba y que en cualquier momento iba a caer, pero ella me sostenía con fuerza.

- ¿Y si mejor regresamos? –le digo con pesar, cuando veo que se dirige hacia la puerta, para que podamos a caminar por los pasillos.

-Apenas hemos caminado, unos cuantos pasos, Addie.

Lo cierto es que sentía un poco de vergüenza, que me vieran caminar mis colegas, por los pasillos, con una bata de hospital, y tambaleando a cada paso que doy, nadie quiera ver a su jefa, en una situación vulnerable como esta.

-Lo estás haciendo genial, mi amor.

-Mer, todos me están viendo.

-Eso no es cierto, todos están trabajando –eso era cierto, pero mi mente no lo interpretaba así –mejor dime, ¿ya pensaste en quien será nuestro donador de esperma?

Me dice ella, con la intención de distraerme, hace unos días, habíamos decidido comenzar con el proceso de fertilidad, por lo que habíamos decidido que alguno de nuestros conocidos, sería el donante de esperma.

Por lo que ahora teníamos que decidir entre las opciones que teníamos, solo mi hermano y Mark, no estaban incluidos, ya que el primero era familiar directo y el segundo, se había negado a ser nuestro donante, después de que el mismo se había ofrecido a serlo, lo que tenía enojada a Mer.

-Nop, la verdad no.

Henry, el pequeño que había salvado, ya había sido adoptado, por un padre soltero, que se, le dará la vida que el merece, y me alegraba por eso.

- ¿Qué tal Alex? –pregunta ella –es muy bueno con los niños.

-Su hija tiene los dientes chuecos –menciono yo –así que no.

-Qué tal Derek, nuestros hijos tendrían un hermoso cabello.

-No, quedarían calvos a temprana edad, por tanto, producto que usarían para cuidar su cabello, y yo no quiero eso.

- ¿Jackson?

-Mer, te acabo de decir, que no quiero que mis hijos sean calvos.

-Él tiene cabello –yo la miro con una ceja alzada –bueno no tanto, olvídalo.

Seguimos caminando y poco a poco mis piernas tienen más fuerza, ella me sigue sosteniendo para evitar caer, pero las miradas de algunos pacientes y el saludo alegre de los médicos y enfermeras no está ayudando mucho a mi autoestima.

- ¿Ben?

-Bombero.

- ¿Richard?

-Muy grande.

- ¿Cooper?

-Pelón.

- ¿Pete?

-Mujeriego.

- ¿Owen?

-Narcisista.

Y así siguió la lista, hasta que un vaso de muestra medica se interpuso entre nosotras y nuestra vista.

Ambas llevamos la vista del bote, a los ojos de la persona que estaba parada enfrente de nosotras.

- ¿Eso es? –pregunta Mer, señalando el envase

-Mi esperma –dice él un poco apenado –solo quiero que sepan, que lo reflexione bien, y ustedes se merecen esto –señala el vaso, que Mer todavía ve, como algo que fuera a explotar –se merecen tener un bebe juntas, y yo no seré quien para impedírselo.

Él le extiende un documento a Mer, que ella toma todavía con duda.

-Ahí está mi autorización, para que congelen la muestra y la puedan utilizar cuando lo necesiten, solo quería darles eso.

Dice el, dándonos una media sonrisa y alejándose, mientras nosotras no entendemos que acaba de pasar, Mer, me voltea a ver, buscando una respuesta, pero yo solo me encojo de hombros, sin saber que decirle.

Ella toma el envase, con cuidado y asco, entre sus manos, y me ayuda a regresar a la habitación, para poder llevar la muestra, a que la congelen, para poder utilizarla, para la inseminación.

-Bueno, creo que tenemos donante –me dice, acomodándome en la cama.

-Pues creo que si –le digo encogiéndome de hombros y esbozando una gran sonrisa.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora