Capitulo 20: Bonitas y juntitas

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- ¿Qué creen que estén haciendo? –se escuchó a lo lejos.

-De seguro están compartiendo baba –se volvió a escuchar.

-Beatriz –se escuchó una exclamación, un poco más fuerte, era mi hermano.

Yo me pare, dirigiéndome hacia la cocina, mientras Mer solo me observaba, con una sonrisa divertida.

-No me llamo así.

-De hecho, si te llamas así.

-Sabían que es de mal educación espiar a las personas –les digo a los tres, cuando me asomo por la barra de la cocina, descubriéndolos con la oreja pegada a la rendija de la puerta.

Los tres se espantan con mi comentario y se separan de la puerta, permitiéndome entrar.

-Oye, no espantes, que soy cardiaco –dice mi hermano de forma dramática y yo solo niego.

-Cardiaco –le digo con sarcasmo –mejor díganme, ¿quién planeo esto? –los tres bajan la cabeza, como si los hubiera regañado y disimuladamente mi hermano señala a Bea.

-Yo –me dice ella en un susurro –pero no te enojes – levanta su carita y puedo ver que está preocupada –es que las quería ver bonitas y juntitas.

- ¿Bonitas y juntitas? –dice Mer, llegando a donde estábamos.

-Sí, es que tú y mamá están separadas y no me gusta eso, quiero que estén juntitas, como antes –sabía que ella se daba cuenta de todo, es una niña muy inteligente, sé que escucha lo que platicamos su padre y yo.

-Mira mi amor – le digo, acercándome a ella y agachándome a su altura – a veces los adultos tienen situaciones que no son fáciles de resolver...

-Pero...

-Pero, también los adultos suelen hablar y resolver las cosas – le dice Mer, inclinándose a su altura y tocándole la nariz, de forma divertida –sé que suena complicado y tal vez confuso, pero tu tía y yo, pronto estaremos bonitas y juntitas, solo que va a llevar un tiempo, y hay que ser pacientes –ella solo mueve su cabeza de forma afirmativa, entendiendo lo que Mer le dijo –ahora, ¿quién quiere panqueques?

-Yooo –gritaron las dos niñas y corrieron junto con Mer hacia la sala.

Mi hermano solo me tomo de la cintura, guiándome a donde ellas estaban.

- ¿Estas bien? –yo solo asiento y nos sentamos, observando como las niñas y Mer devoraban la comida, mientras veían la película.

-Y cuéntame, entonces, sha la la la la la ¿qué pasó?, ella no se atrevió y no la besará –me dice mi hermano, cantando, cuando nos quedamos solos en la sala, ya con la luz prendida.

Mer había ido a lavar los trastes y a servirse un poco de jugo, mientras las niñas iban al cuarto de Bea, a jugar un rato.

Yo suelto una carcajada y asiento –si hubo, pero...

- ¿Pero? –repite el, con una ceja levantada.

-Me pidió el divorcio –suelto de forma rápida y el casi se atraganta con su propia saliva, debido a la impresión.

-Es... ¿es enserio?

-Si, según ella es porque quiere volverlo a intentar conmigo, pero ya sin un documento legal de por medio.

- Y eso, ¿cómo te hace sentir?

-Confundida, triste, enojada tal vez – le digo, de forma sincera.

- ¿Y qué piensas hacer?

-Respetar su decisión, no le puedo negar el derecho a decidir, después de como la trate desde que llego a Seattle, creo que merezco asumir las consecuencias de mis acciones, ¿no crees?

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora