- ¿Qué creen que estén haciendo? –se escuchó a lo lejos.-De seguro están compartiendo baba –se volvió a escuchar.
-Beatriz –se escuchó una exclamación, un poco más fuerte, era mi hermano.
Yo me pare, dirigiéndome hacia la cocina, mientras Mer solo me observaba, con una sonrisa divertida.
-No me llamo así.
-De hecho, si te llamas así.
-Sabían que es de mal educación espiar a las personas –les digo a los tres, cuando me asomo por la barra de la cocina, descubriéndolos con la oreja pegada a la rendija de la puerta.
Los tres se espantan con mi comentario y se separan de la puerta, permitiéndome entrar.
-Oye, no espantes, que soy cardiaco –dice mi hermano de forma dramática y yo solo niego.
-Cardiaco –le digo con sarcasmo –mejor díganme, ¿quién planeo esto? –los tres bajan la cabeza, como si los hubiera regañado y disimuladamente mi hermano señala a Bea.
-Yo –me dice ella en un susurro –pero no te enojes – levanta su carita y puedo ver que está preocupada –es que las quería ver bonitas y juntitas.
- ¿Bonitas y juntitas? –dice Mer, llegando a donde estábamos.
-Sí, es que tú y mamá están separadas y no me gusta eso, quiero que estén juntitas, como antes –sabía que ella se daba cuenta de todo, es una niña muy inteligente, sé que escucha lo que platicamos su padre y yo.
-Mira mi amor – le digo, acercándome a ella y agachándome a su altura – a veces los adultos tienen situaciones que no son fáciles de resolver...
-Pero...
-Pero, también los adultos suelen hablar y resolver las cosas – le dice Mer, inclinándose a su altura y tocándole la nariz, de forma divertida –sé que suena complicado y tal vez confuso, pero tu tía y yo, pronto estaremos bonitas y juntitas, solo que va a llevar un tiempo, y hay que ser pacientes –ella solo mueve su cabeza de forma afirmativa, entendiendo lo que Mer le dijo –ahora, ¿quién quiere panqueques?
-Yooo –gritaron las dos niñas y corrieron junto con Mer hacia la sala.
Mi hermano solo me tomo de la cintura, guiándome a donde ellas estaban.
- ¿Estas bien? –yo solo asiento y nos sentamos, observando como las niñas y Mer devoraban la comida, mientras veían la película.
-Y cuéntame, entonces, sha la la la la la ¿qué pasó?, ella no se atrevió y no la besará –me dice mi hermano, cantando, cuando nos quedamos solos en la sala, ya con la luz prendida.
Mer había ido a lavar los trastes y a servirse un poco de jugo, mientras las niñas iban al cuarto de Bea, a jugar un rato.
Yo suelto una carcajada y asiento –si hubo, pero...
- ¿Pero? –repite el, con una ceja levantada.
-Me pidió el divorcio –suelto de forma rápida y el casi se atraganta con su propia saliva, debido a la impresión.
-Es... ¿es enserio?
-Si, según ella es porque quiere volverlo a intentar conmigo, pero ya sin un documento legal de por medio.
- Y eso, ¿cómo te hace sentir?
-Confundida, triste, enojada tal vez – le digo, de forma sincera.
- ¿Y qué piensas hacer?
-Respetar su decisión, no le puedo negar el derecho a decidir, después de como la trate desde que llego a Seattle, creo que merezco asumir las consecuencias de mis acciones, ¿no crees?
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No merezco volver segunda parte
FanfictionNos dañamos tanto, que un perdón no es suficiente. Nos mentimos tanto, que un te quiero no arreglara lo nuestro. Nos rompimos tanto, que un te amo no pegara los pedazos de nuestros corazones rotos. Por lo que, yo no merezco volver.