Capitulo 46: Haciendo la tarea.

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Tú no me has dicho que te vas y yo que ya lo siento.
Como un presentimiento.
Dices: "te quiero", pero sé que no.
Sigues estando al lado mío, pero ya te fuiste.
Lo que antes te gustaba.
Es justamente lo que te alejó.

Titanic / Camilo y Kany García.

Addison:

-Meredith, no veo nada –le digo por enésima vez, mientras ella me lleva tapada de los ojos y yo voy tanteando todo por mi camino, para no caer.

-Lo sé, llevas tapados los ojos –me dice con ironía –ya casi llegamos, no te desesperes.

Hoy se iba Mer a Boston, por un mes, y después regresaría y las cosas seguirían como hasta ahora, pero todo esto se sentía a una despedida real, y no una simple despedida de unos días y ya.

-Puedes abrir tus ojos –me dice, cuando me quita el trapo de mi cara, y yo abro mis ojos.

Mi oficina estaba llena de lirios, de diferentes colores, esto era hermoso.

-Escuche que le decías a Carina, que tu sueño era, que te llenaran tu oficina con lirios, como una de las escenas de tu serie favorita, y tal vez no seas súper girl, ni yo sea Lena Luthor, y juntas no seamos supercorp, pero tus sueños, siempre los cumpliré.

Yo tenía lágrimas en mis ojos y mi garganta cerrada por la emoción, lo que me llevaba a no poder decir nada.

- ¿Te gusto? –pregunta emocionada.

-Me encanto, mi pequeña rubia –la atraigo en mis brazos, besándola con ternura.

-Te mereces eso y más, mi mitad de un todo.

Yo la veo emocionada, por cómo me llamo, pero ella no dice nada más, me comienza a besar, cerrando la puerta con seguro, mientras sus labios seguían aferrados a los míos, hasta que chocamos con mi escritorio, y de forma hábil me sube a él, tirando las cosas que ahí descansaban, yo la rodeo con mis piernas y ella comienza a quitarme el blazer y a desabotonar mi camisa, mientras mis manos se dirigen a su pantalón, desabrochándolo con agilidad.

Hicimos el amor en esa oficina, esa que ahora era mía y que con mucho esfuerzo había conseguido, dándome cuenta todo lo que habíamos logrado los últimos meses, ambas éramos más maduras, más nuestras, y ahí admirando su cuerpo perfecto, se me ocurrió algo, que llevaba pensando hace mucho.

- ¿Y si cuando regreses nos casamos? -pregunto, quitando un mecho de cabello de su cara, con ternura, notando como su expresión cambia poco a poco.

-Addie, yo...

Suena el teléfono interrumpiéndonos, antes de que ella pudiera seguir hablando.

-Creo que deberías contestar, murmura ella.

Yo me incorporo del escritorio, donde estábamos acostadas, buscando mi celular, que no sé dónde está.

-Addie, contesta –me vuelve a decir.

-Es que... no encuentro el teléfono.

Ella se levanta de sopetón, mientras el celular deja de sonar, y al segundo vuelve a entrar otra llamada.

-Ahí está –me dice, un poco emocionada, señalando a donde estaba el teléfono.

Yo voy ahí, contestando, sin mirar el número.

-Tía Addison –se escucha del otro lado de la línea –soy Alexandra –mi sobrina –¿sabes si alguien va a venir a recogernos?, salimos de la escuela hace media hora y Bea no deja de llorar, pensando que nos abandonaron.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora