Capitulo 38: Mueganos.

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Addison:

Meredith y Bea eran como muéganos, aunque no eran tía y sobrina de sangre, la conexión que tenían era increíble, si una se enfermaba la otra también.

Como ahora que lo que parecía una gran idea de jugar en la lluvia, terminó con una niña enferma en cama y una mujer hormonal, también enferma y yo cuidándolas a ambas.

Mer y Bea habían pillado un virus y ahora se encontraban enfermas de la garganta, con la única diferencia, que Mer estaba en sus días, lo que hacía más complicado el cuidarla.

Ella se había mudado prácticamente a mi cama, lleva dos días enferma y yo era su enfermera personal, pero ella no hacía que cuidarla, resultara una tarea fácil.

-No me gusta estar enferma –me dice con voz ronca, desde la cama.

Volteo a verla, está en medio de las cobijas, recargada sobre el respaldo de esta, a su alrededor descansa un paquete de pañuelos, varios papeles con mocos y expedientes regados por toda la cama.

Se había empeñado a trabajar, aun enferma, y Bailey le había mandado algunos expedientes, para que pudiera adelantar el trabajo y cuando regresara, no tuviera que atrasar sus consultas.

-Lo se mi amor, a nadie le gusta, pero...

-Odio darle la razón a tu hermano –murmura casi sin voz –pero el mojarnos no fue la mejor idea que tuvimos, al final si nos enfermamos.

Yo me acerco a su lado, atrayéndola hacia mí, todavía tenía algo de fiebre, su nariz estaba roja y sus ojos reflejaban lo cansada que se encontraba.

-No solo fue la lluvia, has tenido mucho estrés las últimas semanas, al igual que Bea, era normal que se enfermaran.

Ella suelta un suspiro pesado, hace unos dos días, habíamos recibido un mensaje de Sam, diciendo que quería hablar con ambas, arreglar las cosas, para que retiráramos la demanda y que él no fuera a juicio y por consecuencia perdiera su licencia o fuera a la cárcel, por obvias razones, nosotras nos negamos.

Eso también tiene muy preocupada a Mer, no me lo dice, pero sé que tiene miedo.

A demás de que él, alardeo de haberme salvado la vida, cuando tuve el accidente en el muelle, lo que enfureció mas a Mer, haciéndome saber que el no tuvo nada que ver con eso, Richard lo había corrido de ahí y fue Teddy la que tomo el mando de la situación.

-Ven acá Beatriz -se escuchó a mi hermano decir, justo cuando vimos a mi pequeña sobrina entrar desesperada al cuarto, y subiendo a la cama donde Mer se encontraba, en busca de protección.

- ¿Qué pasa pequeña? -le dice Mer, al verla entrar con su carita toda roja.

-Mi papá me quiere pinchar y yo no quiero, eso duele horrible

-Pero es necesario, si no, nunca te podrás aliviar -le dice el, entrando al cuarto con una jeringa en la mano.

-Tu papá tiene razón -le contesto.

A Mer y a ella las habíamos llevado al médico, ya que la fiebre no les bajaba, y les había mandado pastillas, jarabe e inyecciones, por eso todo este drama.

- ¿Quieres que hagamos un trato? -le dice Mer, intentando convencerla, ella le dice que sí, no muy segura -yo también me tengo que inyectar -le contesta, y ya sé a dónde va esto.

- ¿Porque igual te duele tu garganta? -le dice mi sobrina, ya casi sin voz.

-Así es –menciona ella, mi hermano y yo solo las observamos, esperando que va a pasar –así que el trato es este, ¿te parece que tu papá me inyecte primero a mí y después a ti, para que sepas que no duele?

Ella asiente no muy convencida y Archer prepara todo, mientras Mer con cuidado se da la vuelta y se acomoda para que mi hermano la inyecte.

Le ayudo a bajar su pantalón de pijama, mientras mi hermano se acerca a ella, y yo le tomo la mano, brindándole esa protección que sé que necesita.

Yo solo la observo, su glúteo tiene un pequeño moretón del piquete de ayer, se que les tiene demasiado miedo a las agujas, pero se hace la valiente, para que a Bea no le dé más miedo, pero a mí, no me gusta verla sufrir.

-Despacito –le murmura ella, de forma tierna.

-Tranquila, que ni sentirás el piquete.

El la pincha y ella solo hace muecas, sé que le duele, pero se está aguantando, para que Bea no salga huyendo de aquí.

Cuando acaba, ella se acomoda su ropa y le ayuda a Bea a acomodarse, mi pequeña, a pesar de saber que no le dolerá tanto, hace un drama, hasta que mi hermano, Mer y yo la calmamos y logra inyectarla entre llantos.

-Duele horrible -me dice, cuando Archer logra llevarse a Bea a su cuarto.

-Lo sé cariño, lo sé.

Ella me ve con un puchero y a punto de largarse a llorar, sus hormonas están haciendo de las suyas.

-A ver, ven -le digo, poniéndola de lado con delicadeza, y masajeando su pompi, para que por lo menos le deje de doler un poco.

- ¿Mejor?

-Mjum –murmura ella, con lágrimas en sus ojos.

Después de un rato, logro que se calme y logre dormir, mientras yo, con ayuda de mi hermano, les preparamos un caldo curativo, que ayudara a que recuperen fuerzas.

-Amor, te traje esto, tienes que comer.

Le digo, cuando entro al cuarto y la observo, tapada hasta la barbilla, mientras en una mano tiene un papel, con el que se está sonando su nariz y noto que está llorando.

- ¿Estas llorando?

–Es que...es que... -me dice entre hipos –se murió la mama de bambi –suelta un chillido y yo la miro de forma muy tierna.

- ¿Y por eso estas llorando?

-Si –me dice ella en un mar de lágrimas, señalando la tele, donde el venado yace tirado -perdón, son las hormonas.

-Ven aquí –la acerco a mí y después de que se calma, logra comer un poco.

Amo a esta mujer, pero no me gusta verla enferma.

- ¿Me puedes hacer mimitos?

-Claro que sí, pequeña –le digo, mientras le hago piojito.

Yo suspiro, serán unos días largos, con las dos enfermas.

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Hola, espero les guste este nuevo capítulo, si es asi denle estrellita y comenten. (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠).

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora