Epílogo

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Supe que eras para mí, ni cómo ni cuándo entre tanta gente, tan solo te vi,
Tu voz pareciera la casa que espera, que llegue a dormir.
Supe que era para ti, ni cómo ni cuándo fue reconocerte, tan solo te vi.
Como si a algún viejo camino volviera.
Tú estabas allí...

Supe que eras para mí / Kany García.

-Una taza harina.

-Dos huevos.

-Una taza de leche.

Sus manitas torpes se movían en la cocina, echando los ingredientes en un volt, siguiendo la receta que, su prima Bea había anotado para él.

-Revuelve -mete su dedito a la mezcla y la prueba –listo -sonríe –ahora, dile a mami Mer, que te ayude a prender la estufa y cocinarlos.

Rayos y ahora de donde sacaba a su mami Mer, si anoche había escuchado ruidos extraños saliendo de la recámara de sus mamás, y luego, a eso de las 3 de la mañana, su hermanita había comenzado a llorar, lo que indicaba que sus mamás no habían dormido mucho, y él no sería quien las despertara.

El prendió la estufa con cuidado, y comenzó a verter la mezcla en un sartén, no era la primera vez que hacía eso solo, así que confiaba en que nada pasaría.

Cuando los panqueques estuvieron listos, los sirvió en un plato, y les vertió chocolate encima, el favorito de su mami Mer, después con cuidado, los puso en una bandeja, abrió el refri y saco una caja de leche, sirviéndola en 4 vasos y los puso en la bandeja, con su pie cerro el refri, y con cuidado, cargo todo.

Primero paso por el cuarto de su hermanita pequeña, y esta dormía cómodamente en su cuna, y como no quería despertarla, salió sin hacer ningún ruido, después fue al cuarto de su otra hermana, toco, pero nadie le abrió, así que, haciendo malabares, entro, encontrando a su otra mitad, durmiendo profundamente, dejo todo sobre una pequeña mesa, y comenzó a hacerle cosquillas a su hermana, en su nariz.

-Despierta –le susurro.

-Deja dormir –le dice ella, tapándose con las mantas.

-No –la vuelve a destapar –hoy es el cumpleaños de mami Mer, ¿acaso lo olvidaste?

Ella se para de golpe, como si recordara algo –¿es hoy?

-Si lo olvidaste –dice derrotado.

-Un poco –se talla sus ojos, y comienza a bajar de la cama, siendo observada por los ojos azueles de su hermano mayor.

Ambos niños, se acercan a la ventana.

- ¿Lista?

-Siempre –le dice con chulería y el, rueda los ojos.

-Una, dos, tres – y juntos abren la cortina, dejando entrar los primeros rayos de sol –buenos días señor sol.

Sus mamás, habían construido la casa, con la intención, que, desde el cuarto de ella, brillara el sol por la mañana, desde el cuarto de él, brillara la luna, y desde el cuarto de su pequeña hermana, se pudiera ver, un perfecto atardecer.

- ¿Crees que hoy vayan todos a la comida? –pregunta su hermana.

-Supongo que si –se encoje de hombros, mientras toma la bandeja entre sus manos, y ayudado por su hermana, sale de la habitación.

Los dos niños de 9 años, tocan la puerta de sus mamás, esperando que ellas ya se hubieran despertado, cuando se escucha un adormilado pasen, ella abre la puerta, y deja que su hermano entre.

-Feliz no cumpleaños –dicen los niños, felices, tirándose encima de una Mer, adormilada.

-Gracias pequeños terremotos –les dice, haciéndoles cosquillas, mientras su esposa, solo los observaba con una gran sonrisa.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora