Capítulo 2.10: una detective en el hospital

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Meredith:

En cuanto salí de ahí, se por Jo, que todos se pasaron mis reglas por su cabeza, y se comenzaron a expandir como hormigas, por todo el hospital.

Yo había sido llamada por Bailey, que después de sentir que casi le daba un infarto, operando a un paciente, que en realidad era el efecto de las galletas en su sistema, tuve que tomar su operación, una colectomía laparoscópica, algo sencillo, pero que se sintió como la operación más complicada que he hecho.

Cuando salí de quirófano, fui a revisar a algunos pacientes, y a lo lejos, veo como Addison entra cautelosamente, a la oficina donde están los archivos de los pacientes del hospital, procurando que no la vean, cuando en ese lugar hay bastante gente.

Yo alzo una ceja - ¿qué tramara? -murmuró y la sigo.

- ¿Qué haces aquí? –la tomo por la cintura, y ella brinca por el susto.

- ¿Por qué siempre tienes la manía de asustarme? –me reprende, y yo me encojo de hombros.

-Se supone que deberías estar con los demás.

-Digamos, que comencé a sentir que ya no necesitaba mi cuello –yo la miro sorprendida –por eso salí a distraerme.

- ¿Al archivo del hospital? –alzo una ceja, y cruzo mis brazos, y ella rueda los ojos, regresando su vista a los archivos frente a ella.

-Es que ese chico... Herman...herardo...

-Henry –le ayudo a recordar.

-Ándale, Henry, no me da buena espina, y hay algo en su nombre que me hace pensar, que lo conozco desde antes, además, según él, Maggie es su tía, yo no le creo.

Yo quiero reír, las drogas la hacen volverse investigadora del FBI, hace días que no recordaba este tema, desde que Hope dejo de hablar de él.

- ¿Y por eso te metes como delincuente, a robar expedientes, a tu propio hospital?

-No es robar, es investigar –me dice, alzando su pequeño dedo –estoy preocupada.

-Estas drogada Addie.

-Shuuu... -me hace callar, justo cuando la encargada, nos pide guardar silencio –me vas a ayudar o no –susurra.

Yo asiento, y de mala gana, comienzo a revisar los archivos, de los niños que nacieron en el hospital, hace 18 años.

-No hay nada -le digo resignada, después de buscar en los expedientes, y no encontrar nada.

- ¿Y si está en los expedientes de los niños adoptados? –dice, sin desistir en su búsqueda.

-Puede ser, sería lo más lógico.

Las dos vamos ahí, y vemos que la puerta tiene código, cuando otro médico se acerca, nos escondemos detrás del muro, tratando de memorizar el número, pero para nuestra buena suerte, una tiene Alzheimer y la otra está muy drogada, así que no logramos saber cuál es el código correcto.

-Esto es injusto –dice Addie, haciendo berrinche, utilizando el mismo puchero de Ellis.

Yo voy a responder, pero Alexander, que estaba a unos metros de nosotras, se acerca, y con una facilidad envidiable, ingresa el código, y la puerta se abre.

-Agradezcan que herede la memoria fotográfica de mi madre -nos dice con una sonrisa -y no le digan a nadie, que yo las ayude.

Gracias -susurramos y entramos ahí, mientras él se iba.

Desde el incidente con Bea, ellos ya no están juntos y el sigue muy lastimado por eso.

-También le di galletas a el –me dice Addie, en un susurro, y con una risita divertida, y yo solo rio.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora