Capítulo 58: Al limite

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Meredith:

-Tu mujer se ve encabronada -se escucha decir, a una de las mujeres que estaban en los separaron, junto con Addison.

Yo caminaba, por ese pasillo, que ya conocía, con Bea aferrada a mi pierna, y mi sobrino en brazos.

Habían pasado casi 2 meses, desde que Addison despertó, yo tenía 8 meses de embarazo, y, aun así, parecía la madre de Addison, sacándola de todos los problemas en los que se metía, últimamente.

-Otra vez Addison –le digo, cuando llego a donde estaba.

-Perdón mi amor -me dice, dándome un beso -solo salí por hielos.

-Hielos, es enserio, la otra vez eran tornillos, una antes cigarros, ¿Qué sigue?

La habían detenido por manejar a exceso de velocidad, otra vez, sé que está buscando una forma de lidiar con todo lo que el tiroteo dejo a su paso, traumas y perdidas, pero ella llevaba todo al límite, y eso no estaba bien.

-Me sigue sorprendiendo, como todavía no te quitan tu licencia.

-Porque me aman- me dice con una gran sonrisa en su rostro, y yo solo ruedo los ojos.

- ¿Qué es eso? –me dice señalando mi cabello.

-Es vómito, del bebé

-Nos podemos ir –me susurra mi sobrina, incomoda con la situación.

-Ya vamos, mi amor, Addie, que sepas que te voy a sacar, solo porque hoy te necesito más que nunca, si no, te dejaría aquí para que aprendas –le digo más calmada, y ella asiente.

-Oye –me dice en un susurro –¿no quieres cumplir otra de tus fantasías? –me dice, como si estar aquí fuera un juego para ella.

-Te esperamos afuera, ok – ya no le digo nada, y salgo de ahí a pagar su fianza.

En todo el camino de regreso al departamento, nadie dijo nada, Bea se había quedado dormida, y yo manejaba, en silencio, mientras notaba a Addison nerviosa a mi lado, cuando llegamos al departamento, me baje sin decir nada, dejándola a ella, cargando a mis sobrinos, y sin saber cómo arreglar lo que hizo.

Cuando llego a mi cuarto, encuentro el vestido ya acomodado en la cama, es de color crema, con algunos destellos en dorado, al lado hay un par de zapatos de piso, del mismo color que el vestido.

Yo paso mis dedos de forma delicada por la prenda, hoy voy a cumplir uno de mis sueños y lo más bonito de todo es que tengo al amor de mi vida, para vivirlo conmigo, aunque sea una testaruda.

Tomo mi ropa interior, que está al lado del vestido, y me meto a bañar... al salir, una ola de recuerdos llega a mi mente, recuerdos de la primera vez, que pensé que había cumplido uno de mis más grandes sueños, pero que gracias a personas que no pueden ver felices a los demás, no lo logre.

Recuerdo a ver llorado en los brazos de Mark, porque el, sabia lo importante que era esto para mí, y ahora no lo tenía conmigo.

Mis lágrimas comienzan a correr por mi rostro, mientras yo, solo me siento en mi cama, tratando de recuperarme, cuando tocan a mi puerta.

-Cuñada, ¿ya estas listas? –yo le digo que no –Mer, nos tenemos que ir –dice el entrando - ¿todavía no te arreglas?

-No, tu hermana, volvió a conducir, como si la carretera fuera para ella sola, y se creyera inmortal, así que tuve que irla a sacar de la cárcel, otra vez –el solo rueda los ojos, acostumbrado a mis quejas, sobre su hermana menor –ojalá, puedas hablar con ella, porque yo ya no sé qué hacer – le digo frustrada, tratando de ocultar mis ojos llorosos.

No merezco volver segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora