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El sol brillaba suavemente a través de las hojas de los árboles mientras Jiho y Haneul caminaban por el parque. El aire fresco de la mañana llenaba sus pulmones, y el ambiente tranquilo parecía ofrecer un respiro de todo lo que había ocurrido en los últimos días.

Mientras paseaban, Jiho intentaba pensar en algo para decir, algo que pudiera aliviar la tensión que sentía. Pero cada vez que miraba a Haneul, con su cabello blanco oculto bajo la capucha y esos lentes oscuros, se daba cuenta de lo poco que sabía sobre él y su pasado. Haneul, por su parte, parecía absorto en su propio mundo, caminando al lado de Jiho sin decir una palabra.

En medio de su paseo, Haneul se detuvo de repente. Jiho, distraído en sus pensamientos, tardó un momento en darse cuenta de que el chico ya no estaba caminando a su lado. Se giró y vio a Haneul parado frente a un poste, mirando fijamente algo.

— ¿Qué pasa? —preguntó Jiho, acercándose.

Pero Haneul no respondió. Sus ojos, apenas visibles detrás de los lentes, estaban clavados en un cartel de "Se busca" pegado en el poste. La imagen era la de un niño pequeño, con un rostro que de alguna manera parecía familiar. Jiho frunció el ceño, tratando de recordar de dónde conocía esa cara.

Haneul, en cambio, no podía apartar la vista del cartel. Algo en la imagen le resultaba demasiado conocido, demasiado cercano. Era como si una parte de su memoria, algo profundamente enterrado y olvidado, estuviera intentando salir a la superficie. El niño en la foto... Haneul sabía que lo conocía, pero no podía recordar cómo o por qué.

Se quedó allí, mirando la foto, sus manos temblando ligeramente. Sin darse cuenta, levantó una mano para tocar el cartel, sus dedos rozando la imagen amarillenta por el tiempo. Los recuerdos confusos comenzaron a agitarse en su mente, fragmentos sueltos que no lograba unir. No entendía, pero algo dentro de él le decía que ese niño había sido importante, que ese niño... podría haber sido él.

Jiho lo observaba en silencio, notando la expresión en el rostro de Haneul. Había algo diferente en sus ojos, una chispa de reconocimiento, pero también de dolor. Sin saber qué más hacer, Jiho colocó una mano sobre el hombro de Haneul, intentando reconfortarlo.

— Oye, Haneul, ¿estás bien? —preguntó Jiho suavemente.

Haneul, perdido en sus pensamientos, apenas escuchó la voz de Jiho. Lentamente, bajó la mano del cartel, pero sus ojos seguían fijos en la imagen. Murmuró algo ininteligible, palabras que no tenían sentido para Jiho pero que parecían cargadas de un significado profundo para Haneul.

Finalmente, después de lo que parecieron largos minutos, Haneul dio un paso atrás, apartando la vista del cartel. Había una tristeza palpable en su semblante, como si algo que había encontrado en esa foto también lo hubiera herido.

Jiho sintió un nudo en el estómago, pero no dijo nada. Sabía que no podía presionar a Haneul para que hablara, pero estaba claro que ese momento había sido importante, aunque no supiera exactamente por qué.

— Vamos, sigamos caminando —dijo Jiho con suavidad, intentando romper la tensión.

Haneul asintió lentamente y, con una última mirada al cartel, se giró y siguió a Jiho. Pero algo había cambiado en él; una nueva inquietud se había instalado en su mente, una pregunta sin respuesta que lo seguiría a partir de ese día.

Mientras se alejaban, Jiho no pudo evitar echar una última mirada al cartel. Aunque no lograba recordar de dónde conocía ese rostro, sabía que había algo en esa imagen que ahora los conectaba a ambos de una manera que no podía entender. Con un suspiro, decidió que, tarde o temprano, necesitaría encontrar respuestas, tanto para él como para Haneul.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora