Después de un largo día en el tribunal, Jiho finalmente llegó al edificio donde vivía con Haneul. Estacionó el auto en la cochera y, antes de dirigirse al departamento, decidió hacer una pequeña parada en la tienda de conveniencia cercana. Sabía que las galletas de arándano y fresa eran las favoritas de Haneul, y no podía resistirse a sorprenderlo con un pequeño detalle.
Con la bolsa de galletas en la mano, subió las escaleras hasta su piso. Al llegar, ingresó la clave en la puerta del departamento y entró, sintiendo de inmediato la calidez del hogar que compartía con Haneul. Se quitó los zapatos en la entrada y se puso sus pantuflas cómodas, preparándose para relajarse después de un día agotador.
Antes de que pudiera dar un paso más, Haneul apareció de la nada, corriendo hacia él y envolviéndolo en un abrazo tan fuerte que hizo que Jiho dejara caer su maleta al suelo. Sorprendido pero encantado, Jiho rió suavemente mientras correspondía el abrazo, levantando a Haneul en el aire con facilidad.
—Te extrañé —murmuró Haneul, apretándose más contra Jiho.
—Y yo a ti —respondió Jiho con cariño.
Aprovechando el momento, Jiho inclinó su cabeza y besó los labios de Haneul con suavidad. El beso fue dulce y lleno de amor, una expresión silenciosa de cuánto significaban el uno para el otro. Después de un día lleno de tensión y trabajo, este simple gesto hizo que Jiho sintiera que todo valía la pena.
—Tengo una sorpresa para ti —dijo Jiho con una sonrisa mientras dejaba a Haneul en el suelo.
Haneul lo miró con curiosidad, y Jiho sacó la bolsa de galletas de arándano y fresa, extendiéndosela.
—Tus favoritas —dijo Jiho.
Haneul sonrió ampliamente, sus ojos brillando de felicidad al ver las galletas.
—¡Gracias! Sabes exactamente cómo hacerme feliz —dijo Haneul antes de darle otro abrazo a Jiho.
Mientras se dirigían a la sala para relajarse juntos, Jiho no podía dejar de sonreír. Momentos como estos, simples pero llenos de amor, eran lo que hacía que todo el esfuerzo valiera la pena.
Mientras la noche llegaba, Haneul y Jiho se acurrucaron en el sofá del departamento, disfrutando de una tranquila velada viendo una película. La luz tenue del televisor iluminaba suavemente la sala, creando un ambiente acogedor y relajante. Haneul, con la bolsa de galletas de arándano y fresa en mano, estaba concentrado en la pantalla mientras se llevaba una galleta a la boca.
Justo cuando Haneul iba a dar el primer mordisco, Jiho, con una sonrisa traviesa, se inclinó rápidamente hacia él y, en un movimiento ágil, le robó la mitad de la galleta directamente de la boca.
—¡Jiho! —exclamó Haneul con sorpresa, su boca todavía ocupada con la otra mitad de la galleta.
Jiho, saboreando la galleta robada, se rió suavemente, encantado con su travesura.
—¿Qué? Estaba demasiado buena para resistir —dijo Jiho, todavía sonriendo.
Haneul, claramente molesto, frunció el ceño y comenzó a golpear suavemente la cabeza de Jiho con el puño, aunque sin poner mucha fuerza. Era más un acto reflejo de su irritación que un verdadero intento de hacerle daño.
—¡Eso no se hace! —reclamó Haneul, mientras seguía dándole pequeños golpes en la cabeza.
Jiho, tratando de contener la risa, levantó las manos en señal de rendición.
—¡Lo siento, lo siento! ¡No pude resistirme! —dijo, aunque no podía ocultar su sonrisa.
Haneul, aún molesto, lo miró con una mezcla de enojo y cariño.
—No vuelvas a hacerlo —advirtió Haneul, aunque sus palabras carecían de verdadera seriedad.
Jiho se acercó un poco más, tomando la mano de Haneul para detener los golpes suaves.
—Prometido —dijo con sinceridad, antes de inclinarse y darle un beso en la mejilla.
Haneul bufó, pero no pudo evitar sonreír levemente ante el gesto de Jiho. Finalmente, ambos se relajaron de nuevo en el sofá, Haneul manteniendo sus galletas un poco más cerca de él esta vez, mientras Jiho continuaba riendo por lo bajo, disfrutando de la tranquila compañía de su amado.
Cuando la película llegó a su fin, la habitación quedó en un silencio apacible, sólo interrumpido por la suave respiración de ambos. Jiho, con una expresión de ternura en su rostro, deslizó su mano con suavidad hasta el vientre de Haneul, donde dentro de él crecía el fruto de su amor. El contacto cálido y reconfortante hizo que Haneul esbozara una pequeña sonrisa, sintiendo la conexión entre ellos y su futuro hijo.
Se estiró un poco, acomodándose mejor en el sofá, y levantó la mirada hacia Jiho. Los ojos de Jiho brillaban con una mezcla de amor y admiración mientras observaba a Haneul, y por un instante, todo parecía perfecto, inmerso en un momento de pura tranquilidad y romance.
Pero, de repente, Haneul rompió la magia del momento.
—Tengo hambre —dijo con la misma naturalidad con la que comentaría cualquier otra cosa.
Jiho parpadeó, sorprendido por el comentario inesperado, antes de estallar en una risa suave.
—¿Otra vez? —preguntó, aún riendo.
Haneul asintió con una expresión inocente, como si fuera lo más normal del mundo interrumpir un momento romántico con un simple "tengo hambre". Jiho acarició su mejilla antes de levantarse del sofá.
—Bueno, si el amor de mi vida y nuestro pequeño bebé tienen hambre, es hora de ir a la cocina —dijo Jiho, sonriendo.
Haneul le devolvió la sonrisa, y sin pensarlo dos veces, se puso de pie para seguir a Jiho hacia la cocina, donde sabían que continuarían compartiendo más de esos momentos sencillos, pero llenos de amor.
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The power of fate
Mystery / ThrillerEn 1992, un niño de 6 años fue secuestrado por un grupo de científicos sin escrúpulos que operaban al margen de la ley. Su objetivo era llevar a cabo un experimento secreto y prohibido, diseñado para manipular y controlar las características de los...