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Después de unas horas compartiendo risas y anécdotas, el ambiente en el departamento comenzó a relajarse. Sun-hee y Min-ho se despidieron con abrazos y palabras de aliento, sabiendo que Jiho y Haneul necesitaban un poco de tiempo a solas para procesar todo lo que estaba ocurriendo en sus vidas.

—Gracias por venir, de verdad lo apreciamos —dijo Jiho mientras los acompañaba a la puerta.

—Siempre estaremos aquí para ustedes —respondió Sun-hee, dándole un último abrazo a Haneul antes de salir.

—Cuídense mucho —añadió Min-ho con una sonrisa antes de salir junto a su esposa.

Los padres de Jiho bajaron las escaleras del edificio, disfrutando del silencio que aún reinaba en su interior. Sin embargo, apenas cruzaron la puerta principal y pusieron un pie en la calle, la calma se rompió. La prensa, que había estado esperando pacientemente afuera, se abalanzó sobre ellos como un enjambre de abejas, ansiosos por obtener cualquier declaración.

—¡Señor y señora Choi, por favor, unas palabras! —gritó un reportero, sosteniendo su micrófono cerca de ellos.

—¿Cómo se sienten acerca del juicio que se avecina? —preguntó otra reportera, empujando su cámara hacia ellos.

—¿Qué opinan sobre las acciones del Dr. Kim? ¿Y sobre la situación de Haneul? —insistió otro periodista, apenas dejando espacio para que los padres de Jiho pudieran avanzar.

Sun-hee y Min-ho intercambiaron una mirada rápida, acordando tácitamente no dejarse llevar por la presión de los medios. Con una expresión firme, Sun-hee tomó la palabra.

—Confiamos plenamente en nuestro hijo, Jiho, y en su capacidad para manejar este caso con la seriedad y la justicia que merece —dijo con voz clara, mirando directamente a las cámaras—. Y apoyamos a Haneul en todo momento.

Min-ho asintió, respaldando cada palabra de su esposa.

—Este es un asunto muy delicado, y les pedimos que respeten la privacidad de todas las personas involucradas —añadió Min-ho, su tono firme y protector.

La prensa continuó lanzando preguntas, pero Sun-hee y Min-ho no dijeron más. Sin perder la calma, lograron abrirse paso entre la multitud, mientras los flashes de las cámaras seguían destellando a su alrededor. Finalmente, lograron alejarse, dejando atrás el bullicio de los reporteros, quienes seguían comentando entre ellos, listos para emitir las palabras de los padres de Jiho en los próximos boletines.

Sun-hee y Min-ho continuaron caminando juntos, sintiendo la tensión de la situación, pero también la determinación de apoyar a su hijo y a Haneul en todo lo que se avecinaba.

Después de unos minutos de calma, Haneul se acercó a Jiho con una expresión traviesa en el rostro. Sus ojos, grandes y brillantes, revelaban que deseaba algo en particular. Jiho, conociendo muy bien a su novio, sonrió suavemente mientras lo abrazaba por la cintura.

—¿Qué pasa, chiquito lindo? —dijo Jiho, inclinándose para darle un beso corto.

Haneul se quedó quieto por un momento, sorprendido por el nuevo apodo. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente mientras una sonrisa nerviosa aparecía en su rostro.

—¿Cómo me llamaste? —preguntó Haneul, con un leve titubeo.

Jiho, divertido por la reacción de Haneul, dejó escapar una risita mientras lo miraba con ternura.

—Te llamé "chiquito lindo" —repitió Jiho, disfrutando del rubor que se extendía por las mejillas de Haneul.

Haneul soltó una risita suave, sintiendo una mezcla de vergüenza y alegría. Luego, incapaz de contener su felicidad, comenzó a dar pequeños saltos en su lugar, mostrando su entusiasmo de una manera adorable.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora