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—Haneul, espera un momento aquí, ¿sí? —dijo Jiho suavemente, señalando con la mano para que Haneul se quedara afuera de su habitación. Haneul asintió y se sentó pacientemente en el escalón de las escaleras, observando cómo Jiho cerraba la puerta detrás de él.

Una vez dentro, Jiho dejó escapar un suspiro profundo. Se apoyó contra la puerta por un momento, cerrando los ojos y tratando de despejar su mente. La situación con Haneul se estaba volviendo cada vez más complicada, y Jiho no podía evitar sentirse atrapado entre el deseo de protegerlo y las emociones que surgían dentro de él.

Sacudiendo la cabeza, Jiho se acercó al armario y comenzó a buscar ropa limpia. Se colocó una camiseta y unos jeans rápidamente, sintiendo que necesitaba recomponerse antes de enfrentar el día. Después de ajustarse la ropa y asegurarse de que estaba presentable, se dirigió a la puerta.

Cuando salió de la habitación, encontró a Haneul sentado donde lo había dejado, esperando pacientemente. Sus grandes ojos lo miraban con una mezcla de curiosidad e inocencia, y Jiho no pudo evitar sonreír un poco al verlo.

—Vamos, Haneul. Es hora de desayunar —dijo Jiho, ofreciéndole una mano. Haneul tomó su mano sin dudar, y ambos comenzaron a bajar las escaleras juntos.

Al llegar a la cocina, se encontraron con Min-ho y Sun-hee, quienes estaban ocupados preparando el desayuno. Sun-hee volteó al oír los pasos y les dedicó una sonrisa cálida.

—¡Buenos días, chicos! —saludó Sun-hee—. Justo a tiempo. El desayuno está casi listo.

Min-ho, que estaba de espaldas mientras preparaba algo en la estufa, se giró ligeramente y les dirigió una mirada aprobatoria.

—Buenos días —saludó Jiho, llevándose a Haneul a la mesa—. ¿Cómo está todo?

—Todo bien —respondió Min-ho, colocando un plato de tostadas en la mesa—. Estaba pensando en llevar a Haneul al parque más tarde, para que pueda tomar un poco de aire fresco. ¿Qué les parece?

Haneul, que había estado observando la comida con interés, levantó la vista y asintió ligeramente, aunque no parecía entender del todo lo que Min-ho había dicho.

Jiho se sentó al lado de Haneul, tratando de mantener las cosas lo más normales posible, a pesar de lo que había pasado esa mañana. Sentía la mirada de su madre sobre él, como si pudiera leer sus pensamientos, y eso lo ponía un poco nervioso.

—Eso suena bien, papá —respondió Jiho, tratando de sonar despreocupado.

Sun-hee se acercó con una jarra de jugo de naranja y la colocó en la mesa. Mientras servía los vasos, miró a Jiho y luego a Haneul con una expresión pensativa.

—Haneul, ¿dormiste bien? —preguntó Sun-hee suavemente.

Haneul la miró, frunciendo un poco el ceño mientras trataba de procesar las palabras. Luego, asintió lentamente.

—Sí... —respondió Haneul, la palabra salió con un poco de dificultad, pero estaba claramente haciendo un esfuerzo por comunicarse.

Jiho sintió una punzada en su pecho al ver cómo Haneul se esforzaba por integrarse. Era evidente que todavía tenía un largo camino por recorrer, pero el progreso que estaba logrando era impresionante, considerando todo lo que había pasado.

—Eso es bueno —respondió Sun-hee con una sonrisa alentadora—. Hoy vamos a trabajar más en las palabras, ¿de acuerdo?

Haneul asintió de nuevo, y Jiho no pudo evitar sentir un ligero alivio al ver que las cosas parecían estar volviendo a la normalidad. Aunque la realidad era que nada era normal en su situación, al menos podían disfrutar de un desayuno tranquilo en familia.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora