La desaparición de Seojun, un niño de seis años, había causado conmoción en la pequeña comunidad de Corea del Sur. El secuestro de un omega tan joven había dejado una profunda angustia en los corazones de todos los que conocían al niño y en los de sus padres, quienes estaban desesperados por encontrarlo.
Cada rincón del pueblo se había convertido en un escenario de búsqueda frenética. La policía, junto con voluntarios, registraba minuciosamente casas, campos y callejones. El dolor y la desesperación de los padres se reflejaban en sus rostros mientras recorrían las calles y gritaban el nombre de su hijo.
-¡Seojun, vuelve a casa! -lloraba la madre mientras caminaba por el parque donde el niño había desaparecido. Sus gritos eran un eco desgarrador que resonaba en el vacío.
Los carteles de desaparecido, que mostraban la foto de Seojun y una breve descripción, estaban pegados en postes de luz y muros. Cada uno de esos carteles era un recordatorio doloroso de la ausencia del niño y una llamada desesperada a la comunidad para que ayudaran en la búsqueda.
—No podemos perder la esperanza —decía uno de los oficiales de policía mientras revisaba un mapa—. Continuaremos buscando hasta que lo encontremos.
La comunidad estaba unida en su búsqueda, pero la falta de avances empezaba a pesar en los corazones de todos. Cada día que pasaba sin noticias se sentía como un golpe a la esperanza de la familia.
En una base científica alejada, Seojun estaba atrapado en su propia pesadilla. Aunque solo tenía seis años, los científicos habían estado realizando experimentos con él desde su secuestro. El niño había cambiado de maneras sorprendentes. Su fuerza había aumentado, y sus ojos ahora mostraban un vibrante color azul y amarillo, lo que desconcertaba a los científicos. La base estaba llena de tecnología avanzada y medidas de seguridad extremas para contener al niño.
Seojun estaba encerrado en una celda reforzada, y su único contacto con el mundo exterior era el Dr. Kim, quien se encargaba de supervisar los experimentos. La celda estaba iluminada por luces frías y artificiales, y Seojun estaba sentado en el suelo, con una expresión de tristeza y enojo en su rostro. Su traje protector, diseñado para mantenerlo bajo control, era una constante fuente de incomodidad.
—Buenos días, Seojun —dijo el Dr. Kim con su tono habitual, intentando mantener la calma—. ¿Cómo te sientes hoy?
Seojun levantó la mirada con una mezcla de odio y tristeza. A pesar de su corta edad, había desarrollado una gran fuerza y un profundo sentido de desesperación.
—No quiero hablar contigo —gruñó Seojun—. Solo quiero salir de aquí.
El Dr. Kim, manteniendo su expresión impasible, revisó los datos más recientes en su tableta. Sabía que cualquier signo de debilidad podría ser aprovechado por el niño.
—Eso no es posible en este momento —respondió el Dr. Kim—. Tu seguridad y la de los demás es nuestra prioridad. Sabes que has causado daños significativos.
Seojun se levantó, su cuerpo tenso y sus manos apretadas en puños. La frustración y el deseo de escapar eran evidentes.
—No me importa —dijo Seojun—. Solo quiero salir de aquí y ver a mi familia. Ellos deben estar buscándome.
El Dr. Kim se mantuvo firme, sabiendo que cualquier muestra de debilidad podría ser utilizada por Seojun.
—Tu familia ya no puede encontrarte —dijo el Dr. Kim—. Han pasado años, y la búsqueda se ha desvanecido. Te hemos mantenido aquí por tu propio bien y por el de los demás.
Seojun, en un ataque de desesperación, se lanzó hacia las barras de la celda, gritando con todas sus fuerzas.
—¡Dime que están buscándome! ¡Dime que todavía se preocupan por mí!
El Dr. Kim retrocedió ligeramente, pero su compostura se mantuvo firme. Sabía que la situación era delicada, pero no podía permitirse mostrar debilidad.
—Lo siento, Seojun, pero no podemos darte ninguna garantía. Lo que sabemos es que eres una parte crucial de nuestro proyecto. Tu evolución ha sido más exitosa de lo que esperábamos.
Seojun gritó de nuevo, su voz resonando en la celda vacía, llena de desesperación.
—¡Eres un monstruo! ¡No soy un experimento, soy una persona!
El Dr. Kim suspiró y dio un paso atrás, consciente de que la situación estaba fuera de control. La seguridad del proyecto y del niño eran su prioridad.
—Lo mejor que puedes hacer es concentrarte en los resultados —dijo el Dr. Kim—. Tu contribución es importante, y si continúas comportándote adecuadamente, podríamos reconsiderar tu situación en el futuro.
El Dr. Kim se giró para salir de la celda, dejando a Seojun solo con sus pensamientos y su creciente desesperación. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Seojun se hundió en el suelo, temblando de agotamiento. El peluche que una vez le dio consuelo estaba ahora desgastado y olvidado en una esquina, una sombra de su antigua fuente de esperanza.
Mientras la base científica continuaba con su investigación, la esperanza de Seojun de reunirse con su familia parecía cada vez más lejana. Su prisión era su único mundo, y la realidad de su situación se asentaba cada vez más profundamente en su corazón.

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The power of fate
Misterio / SuspensoEn 1992, un niño de 6 años fue secuestrado por un grupo de científicos sin escrúpulos que operaban al margen de la ley. Su objetivo era llevar a cabo un experimento secreto y prohibido, diseñado para manipular y controlar las características de los...