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Después de la cena, Haneul se quedó profundamente dormido en el sofá, sus respiraciones suaves llenando la habitación con una tranquilidad que sólo podía encontrarse en la seguridad de su hogar. Jiho, con una sonrisa, terminó de recoger los platos y se dirigió a la cocina para lavarlos. Mientras el agua corría y las burbujas de jabón flotaban, su mente estaba en paz, sabiendo que Haneul estaba seguro y descansando.

De repente, el sonido agudo de su teléfono rompió el silencio de la noche. Jiho se secó las manos rápidamente con una toalla y fue a contestar la llamada, esperando que no fuera nada urgente que pudiera perturbar la calma del momento.

—¿Hola? —respondió, manteniendo la voz baja para no despertar a Haneul.

—Jiho... soy Jun-seok —dijo la voz al otro lado de la línea, con un tono serio que hizo que Jiho se enderezara, alerta.

—Señor Jun-seok, ¿qué ocurre? —preguntó Jiho, tratando de mantener la calma, aunque en el fondo sentía una creciente preocupación.

—Necesito que seas mi abogado —respondió Jun-seok sin rodeos. Hubo una breve pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Quiero denunciar al Dr. Kim. Este hombre ha causado suficiente sufrimiento a Seojun... a Haneul.

Jiho sintió un nudo en el estómago. Recordó todo lo que Haneul había pasado bajo el cuidado del Dr. Kim, y la idea de llevar a cabo un proceso legal contra él era tentadora. Sin embargo, también sabía que esto significaría revivir muchas de las experiencias dolorosas que Haneul había soportado.

—Entiendo... —respondió Jiho, intentando procesar la información. Sus ojos se dirigieron al sofá, donde Haneul dormía, ajeno a la conversación—. ¿Está seguro de que esto es lo mejor para Haneul? No quiero que sufra más...

—Por eso mismo quiero hacerlo —dijo Jun-seok con firmeza—. Quiero que Haneul tenga una vida libre de ese hombre. Ya ha sufrido demasiado y si podemos hacer que Dr. Kim pague por lo que ha hecho, entonces, al menos habremos logrado algo por él.

Jiho respiró hondo, consciente de la responsabilidad que esto implicaría.

—Está bien, lo haré —dijo finalmente—. Te ayudaré a denunciar al Dr. Kim y a hacer justicia por Haneul.

—Gracias, Jiho —respondió Jun-seok, con un tono de alivio en su voz—. Hablaremos mañana para empezar a preparar todo.

Jiho asintió, aunque sabía que Jun-seok no podía verlo.

—Nos vemos mañana.

Después de colgar la llamada, Jiho se quedó un momento en silencio, procesando lo que acababa de aceptar. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que era lo correcto. Miró a Haneul una vez más, asegurándose de que aún dormía plácidamente, y decidió que haría todo lo necesario para protegerlo y darle la vida tranquila que merecía.

Jiho se pasó una mano por la frente, dejando escapar un suspiro mientras contemplaba a Haneul, quien dormía plácidamente en el sofá. Con cuidado, lo cargó en sus brazos, sintiendo el peso ligero y la calidez de su amado. Lo llevó hasta la cama, acomodándolo con ternura entre las sábanas. Al sentir el colchón bajo su cuerpo, Haneul abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de Jiho. Una sonrisa suave se formó en sus labios, y sin decir nada, acarició la mejilla de Jiho, transmitiéndole todo su cariño en ese simple gesto.

La mañana llegó más rápido de lo que Jiho hubiera querido. Cuando despertó, la luz del día ya se filtraba por las cortinas. Se estiró en la cama, sintiendo un vacío a su lado. Extrañado, llamó a Haneul, pero no obtuvo respuesta. Se levantó, recorriendo la habitación con la mirada, y se dio cuenta de que Haneul no estaba en ningún lado. Con el ceño fruncido, salió de la habitación y, al llegar al salón, se encontró con una escena inesperada: Haneul estaba sentado en el sofá frente a Jun-seok, que había llegado sin que Jiho se diera cuenta.

Jiho sonrió, un poco nervioso, antes de acercarse a Haneul y tomarlo suavemente de la mano. Lo guió de regreso a la habitación, preocupado por la situación.

—¿Por qué no me despertaste cuando llegó tu papá? —preguntó Jiho, manteniendo la voz baja para que Jun-seok no escuchara.

Haneul cruzó los brazos y lo miró con una mezcla de reproche y diversión.

—Lo intenté, pero ni te moviste. Después llamaron a la puerta, así que tuve que ir a abrir.

Jiho suspiró, consciente de que, efectivamente, cuando estaba profundamente dormido, era difícil despertarlo. Sonrió y se inclinó para darle un suave beso en los labios, como una forma de disculpa.

—Lo siento, cariño. —murmuró, acariciando la mejilla de Haneul—. Voy a arreglarme rápido para hablar con tu papá.

Mientras Jiho se dirigía al baño, Haneul se quedó en la habitación que había sido especialmente decorada para él. Las paredes estaban adornadas con marcos, pinturas y recuerdos que ambos habían acumulado en su tiempo juntos. El espacio reflejaba su personalidad, un refugio de creatividad y amor.

Jiho se dio prisa en arreglarse. Se lavó la cara, peinó su cabello y se cambió de ropa antes de dirigirse al salón. Jun-seok estaba esperando pacientemente en el sofá, su expresión calmada pero determinada. Jiho se sentó frente a él, listo para la conversación seria que estaban por tener.

—Gracias por esperar, señor Jun-seok. —dijo Jiho, tomando asiento—. Estoy listo para hablar sobre el caso.

Jun-seok asintió, mirándolo con firmeza.

—No hay problema, Jiho. Es un tema delicado, pero sé que con tu ayuda podremos lograr justicia para Haneul.

La conversación se tornó seria y profesional, mientras Jiho tomaba notas y discutía con Jun-seok los detalles de la denuncia contra el Dr. Kim. Aunque la situación era tensa, Jiho estaba determinado a hacer todo lo que estuviera en su poder para proteger a Haneul y asegurarse de que nunca más tuviera que sufrir por culpa de ese hombre.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora