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Las agujas del reloj marcaban las tres de la mañana, y el cansancio comenzaba a pesar sobre los hombros de Jiho. Sin embargo, no era el agotamiento lo que finalmente lo hizo cerrar la laptop y guardar los documentos; fue la visión de Haneul, con los ojos medio cerrados por el sueño, pero aún obstinadamente a su lado.

Jiho sabía que no podría soportar verlo luchar contra el sueño por más tiempo. Con una decisión silenciosa, apagó la computadora y se levantó, extendiendo la mano hacia Haneul.

—Ven, amor. Es hora de dormir —le dijo suavemente, jalando a Haneul con ternura para que lo acompañara.

Haneul, con un ligero puchero, aceptó la mano de Jiho, permitiéndose ser guiado hacia el baño. Juntos, se lavaron los dientes, con el ambiente entre ellos lleno de una tranquilidad compartida y una silenciosa comprensión.

Cuando finalmente llegaron a la cama, Haneul no perdió la oportunidad de subir al regazo de Jiho. Se acomodó allí, enfrentando a su esposo con una expresión que mezclaba dulzura y un leve reproche. Lentamente, comenzó a dejar caer una serie de besos en los labios de Jiho, cada uno acompañado de pequeños golpes suaves en su cabeza.

—Esto es por hacerme quedarme despierto hasta tan tarde —murmuró Haneul entre beso y beso, aunque su tono era más juguetón que serio.

Jiho sonrió, aceptando los golpes con una mezcla de diversión y culpabilidad. Abrazó a Haneul más fuerte, disfrutando de la cercanía y de esos momentos que, a pesar del cansancio, hacían que todo valiera la pena. Cada beso, cada golpe suave, era un recordatorio de cuánto significaban el uno para el otro.

—Lo siento, Haneul. No quería que te quedaras despierto —susurró Jiho con sinceridad, devolviendo algunos besos mientras se inclinaba para recostar a Haneul suavemente en la cama.

Haneul solo sonrió contra sus labios, entregándose a los últimos besos de la noche antes de que el sueño finalmente los venciera a ambos. Con un último suspiro, Jiho se acomodó a su lado, abrazándolo mientras sentía que el sueño comenzaba a envolverlos.

Finalmente, juntos, cerraron los ojos, dejando que la tranquilidad de la noche los arrullara.

Al día siguiente, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Jiho ya estaba en marcha. Se levantó temprano, cuidadoso de no despertar a Haneul, quien aún dormía profundamente después de la larga noche anterior. Jiho sabía que el tiempo era crucial, y había mucho trabajo por hacer antes del juicio que se avecinaba.

Después de vestirse y recoger los documentos que había preparado, salió del departamento con determinación. El papeleo para el juicio requería una atención meticulosa, y Jiho no estaba dispuesto a dejar ningún cabo suelto. Pasó la mañana revisando cada detalle, asegurándose de que todas las pruebas y testimonios estuvieran en orden.

Finalmente, tras horas de trabajo, la denuncia contra el Dr. Kim estaba completa. Con la ayuda de su equipo, se encargaron de que el documento fuera entregado al doctor lo más rápido posible. La notificación formal llegaría a manos de Dr. Kim en poco tiempo, y con ella, la confirmación de que su impunidad estaba llegando a su fin.

Mientras regresaba a su oficina, Jiho no pudo evitar sentir una mezcla de satisfacción y anticipación. Sabía que esta era solo la primera batalla de una guerra mucho más grande, pero estaba decidido a luchar por Haneul y hacerle justicia.

El próximo paso sería enfrentar a Dr. Kim en el tribunal, y Jiho estaba preparado para hacerlo con toda la fuerza que la verdad y el amor le otorgaban.

Jiho estaba revisando algunos documentos en su oficina cuando uno de sus compañeros de trabajo entró con una expresión seria.

—Jiho, acabo de recibir la confirmación de que el Dr. Kim ha aceptado la citación judicial y el caso ha sido asignado a un juez —dijo su compañero, entregándole los papeles con la información más reciente.

Jiho asintió, sabiendo que este era el paso que esperaba. Ahora que el Dr. Kim había aceptado comparecer ante la justicia, la verdadera batalla legal estaba por comenzar. Esto significaba que el caso se desarrollaría en el tribunal, y Jiho tendría que prepararse a fondo para enfrentarse al doctor.

—Gracias por informarme —respondió Jiho mientras guardaba los documentos en su carpeta. Sabía que se avecinaba una lucha dura, pero estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para proteger a Haneul y llevar al Dr. Kim ante la justicia.

Sin perder tiempo, Jiho tomó su teléfono y marcó el número de Jun-seok. Necesitaba hablar con él nuevamente antes de que comenzara el juicio. Había detalles cruciales que debían discutirse para asegurarse de que su estrategia legal estuviera bien preparada.

Después de un par de timbres, Jun-seok contestó.

—Jun-seok, necesito que vengas a mi oficina lo antes posible —dijo Jiho con firmeza—. El caso ha sido aceptado por un juez, y tenemos que prepararnos para lo que viene.

Jun-seok aceptó la reunión sin vacilar, y Jiho colgó el teléfono. Sabía que la reunión sería tensa, pero también era necesaria para asegurarse de que todo estuviera en su lugar cuando enfrentaran al Dr. Kim en el tribunal.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora