Han pasado años desde que los niños que investigaron la base científica dejaron atrás esa fase de sus vidas. Ahora, adultos, habían seguido sus caminos, pero en la base, el tiempo parecía haberse detenido para Seojun.
Seojun, que acababa de cumplir 17 años, era ahora una figura destacada en los experimentos científicos, pero su vida estaba lejos de ser normal. A lo largo de los años, su cabello había mantenido su color original, y sus ojos no habían cambiado, a pesar de las intensas alteraciones a las que había sido sometido.
En un pasillo sombrío de la base, los asistentes trasladaban a Seojun a un lugar nuevo. El chico avanzaba con pasos inseguros, su rostro reflejaba una mezcla de miedo y confusión. Su capacidad para comunicarse se había deteriorado; a menudo hablaba en tercera persona, sus palabras eran ininteligibles y sus pensamientos desorganizados.
—¡No! ¡No! —gimoteaba Seojun mientras intentaba resistirse—. Seojun no quiere, Seojun no sabe... ¡Ayuda!
Finalmente, llegaron a una habitación grande. Al abrir la puerta, un rayo de luz brillante reveló un jardín espléndido, un contraste marcado con el oscuro entorno en el que Seojun había vivido. El jardín estaba lleno de vegetación, flores y espacios abiertos, algo que Seojun no había visto en años.
Cuando Seojun entró en la habitación, su mirada se llenó de asombro y confusión. Cada rincón del jardín era una nueva experiencia sensorial para él. Se detuvo en seco, sus ojos se agrandaron mientras su mente trataba de comprender el entorno que ahora tenía frente a él.
—¿Qué es esto? —preguntó, su voz temblorosa—. ¿Seojun está soñando? ¿Dónde... dónde está el otro lugar?
El Dr. Kim y sus asistentes observaban desde una sala de control cercana. A través de cristales de un sentido único, podían ver a Seojun sin ser vistos. El Dr. Kim observaba con interés la reacción de Seojun.
—Es fascinante ver su respuesta al nuevo ambiente —comentó el Dr. Kim a sus asistentes—. El cambio podría proporcionar información valiosa sobre su adaptación y comportamiento.
Seojun caminaba por el jardín con pasos vacilantes, tocando las flores y los arbustos como si no pudiera creer que fueran reales. Cada sonido, cada olor era completamente nuevo para él. Seojun comenzó a moverse en círculos, su confusión se manifestaba en sus acciones y palabras.
—¡No! ¡Seojun quiere irse! —exclamó—. No entiendo... ¿Qué está pasando? ¡No!
Seojun estaba claramente aterrorizado. Cada vez que intentaba entender lo que veía, parecía que su mente estaba atrapada en un mar de confusión. Su desesperación crecía a medida que avanzaba por el jardín, su comportamiento cada vez más errático.
El Dr. Kim, al ver la confusión y el miedo de Seojun, se mostró complacido. Este era el tipo de respuesta que esperaba, una reacción que proporcionaría una visión más profunda de cómo el ambiente nuevo afectaba al sujeto.
—Asegurémonos de que su estado se mantenga bajo control —dijo el Dr. Kim—. Observaremos cualquier cambio en su comportamiento y haremos ajustes según sea necesario.
Desde la sala de observación, el Dr. Kim y su equipo vigilaban de cerca. El jardín, con su vibrante belleza, era ahora un escenario para el experimento final. Seojun, atrapado entre la confusión y el miedo, se enfrentaba a un nuevo desafío en su vida, uno que era tanto un paso hacia adelante en la investigación como una nueva realidad que debía enfrentar.
Con el tiempo, Seojun comenzó a adaptarse al nuevo entorno del jardín. Su inicial confusión y miedo fueron dando paso a una curiosidad creciente. Caminar por el jardín se convirtió en una exploración fascinante para él. Seojun tocaba las flores con cuidado, pasaba sus dedos sobre las hojas de los pequeños árboles y se maravillaba con cada nuevo descubrimiento. El verde vibrante y los colores vivos del jardín eran completamente nuevos para él.
Seojun sonreía mientras recorría el lugar, dejando que sus manos acariciaran las plantas. A pesar de haber estado tanto tiempo encerrado en una celda, ahora se sentía como si estuviera en un mundo completamente diferente, y por primera vez en mucho tiempo, su expresión mostraba genuina felicidad.
—Esto... esto es b-bonito.. —murmuraba para sí mismo—. Seojun está feliz aquí. Seojun quiere quedarse.
Sin embargo, la tranquilidad de su exploración se vio interrumpida cuando los asistentes del Dr. Kim entraron en la habitación. La sonrisa de Seojun se desvaneció momentáneamente mientras los hombres se acercaban, pero pronto entendió que era hora de regresar a su celda.
—Vamos, Seojun —dijo uno de los asistentes con voz firme—. Es hora de regresar.
Seojun observó con resignación mientras lo llevaban de regreso a su celda. A medida que se alejaba del jardín, su expresión se tornó de preocupación a una de incomprensión, como si no pudiera entender por qué debía dejar el lugar que había aprendido a apreciar.
Al llegar a la celda, los asistentes abrieron la puerta y empujaron a Seojun hacia adentro. La celda, con sus paredes grises y su ambiente sombrío, contrastaba con la vivacidad del jardín. Para sorpresa de los asistentes, Seojun comenzó a sonreír de manera genuina. Se adentró en la celda con un aire de satisfacción, como si hubiera regresado a su hogar.
—Seojun está de vuelta en su hogar —murmuró con una sonrisa—. Seojun está feliz aquí.
Los asistentes se miraron entre sí, confundidos por la reacción inesperada de Seojun. Habían esperado que el regreso a la celda fuera un momento de tristeza o desilusión para él, pero en cambio, el chico parecía aliviado y contento. La sonrisa en su rostro no desaparecía mientras se acomodaba en el rincón familiar de su celda.
El Dr. Kim, al ser informado de la reacción de Seojun, también se mostró sorprendido, aunque en su mente, esto solo añadía una nueva capa de interés al experimento. Decidió observar más de cerca cómo Seojun se adaptaría nuevamente a su entorno.
—Parece que el ha desarrollado una fuerte asociación emocional con su celda —comentó el Dr. Kim—. Esto será relevante para nuestro análisis.
Seojun, ahora completamente en su elemento, se sentó en el suelo y comenzó a acariciar el pequeño rincón de su celda con la misma familiaridad con la que había explorado el jardín. Parecía estar en paz en su pequeño mundo cerrado, un contraste marcado con el lugar lleno de luz y vida del que acababa de venir.
Mientras tanto, los asistentes se retiraron, dejando a Seojun solo en su celda. Aunque estaba enclaustrado nuevamente, su felicidad era evidente. Seojun había encontrado consuelo en su familiar entorno, demostrando una resiliencia sorprendente y una capacidad para encontrar alegría incluso en las circunstancias más oscuras.
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The power of fate
Mystery / ThrillerEn 1992, un niño de 6 años fue secuestrado por un grupo de científicos sin escrúpulos que operaban al margen de la ley. Su objetivo era llevar a cabo un experimento secreto y prohibido, diseñado para manipular y controlar las características de los...