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Las horas pasaron y el sol comenzó a descender, tiñendo el cielo de tonos cálidos. La tarde llegó, y con ella, un ambiente de tranquilidad se instaló en la casa. La familia decidió que era un buen momento para relajarse juntos y ver otra película. Esta vez, habían optado por un género diferente, algo más de acción y aventura.

Haneul, sin embargo, no parecía muy entusiasmado. Mientras todos se acomodaban en la sala, él se acurrucó junto a Jiho en el sofá, buscando la familiaridad de su calidez. Jiho sonrió al sentir a Haneul tan cerca, y sin pensarlo dos veces, comenzó a acariciar suavemente el cabello de Haneul, deslizando sus dedos por entre sus mechones de manera rítmica y calmante.

La película comenzó, y aunque Jiho estaba interesado en la trama, notó que Haneul no compartía el mismo entusiasmo. Poco a poco, los párpados de Haneul comenzaron a volverse pesados, luchando por mantenerse abiertos. La voz de los actores y el sonido de la acción en la pantalla se convirtieron en un murmullo lejano para él.

Finalmente, Haneul no pudo más y se dejó llevar por el sueño, quedándose profundamente dormido al lado de Jiho. Su respiración se volvió lenta y tranquila, y Jiho sonrió, enternecido por la escena. A pesar de la acción que llenaba la pantalla, para Jiho, lo más importante en ese momento era la paz que Haneul irradiaba a su lado.

La película continuó, y los padres de Jiho estaban absortos en la trama, pero él no podía evitar mirarlo de vez en cuando, asegurándose de que estuviera cómodo.

Cuando la película finalmente terminó, Sun-hee se levantó del sofá y miró a Haneul dormido con una sonrisa.

—Parece que la película no fue de su gusto —comentó en voz baja, divertida.

Jiho asintió, bajando la mirada hacia Haneul.

—Sí, creo que no era su estilo —respondió con una sonrisa mientras seguía acariciando el cabello de Haneul.

—Bueno, entonces es mejor dejarlo descansar —dijo Sun-hee suavemente, antes de empezar a recoger algunas cosas.

Jiho se quedó sentado junto a Haneul, disfrutando de la tranquilidad de la tarde. Aunque la película no había captado la atención de Haneul, Jiho sabía que su presencia a su lado era lo único que realmente importaba.

La mañana llegó con la suave luz del sol colándose por las cortinas, bañando la habitación en un brillo cálido y acogedor. Jiho abrió lentamente los ojos, sintiendo el peso familiar sobre su pecho. Al enfocar la vista, se encontró con la cara de Haneul muy cerca de la suya, observándolo con una mezcla de curiosidad y ternura.

—¿Buenos días? —dijo Jiho con una sonrisa somnolienta, todavía un poco sorprendido por la inesperada cercanía.

Haneul no respondió de inmediato, solo inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera tratando de recordar algo importante. Jiho se dio cuenta de que algo rondaba la mente de Haneul, pero decidió no presionarlo.

—¿Todo bien? —preguntó Jiho mientras acariciaba suavemente la espalda de Haneul, notando que el omega estaba un poco pensativo.

Haneul asintió lentamente, pero en sus ojos se reflejaba una ligera frustración. Había algo que quería decir, algo que sentía que debía recordar, pero no lograba encontrar las palabras. Jiho, aún sin comprender del todo, solo siguió sonriendo, disfrutando de la compañía cercana de Haneul.

Finalmente, después de unos momentos, Haneul abrió la boca para hablar, pero lo único que salió fue un suave suspiro. De repente, Jiho recordó que ese día era especial. Era su cumpleaños. Y entonces, se dio cuenta de que Haneul estaba intentando recordar la palabra que Sun-hee le había enseñado para felicitarlo.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora