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Pasó aproximadamente una hora, y aunque el ambiente aún estaba cargado de emociones, Jiho decidió concentrarse en lo que podía hacer por Haneul en ese momento. Preparó algo de comer, un plato sencillo pero delicioso, mientras Haneul se acomodaba en el sofá viendo una película, tratando de relajarse después de la conversación con su padre.

Desde la cocina, Jiho podía ver a Haneul absorto en la pantalla, sus ojos reflejando una calma que Jiho deseaba mantener intacta. No podía evitar sonreír al verlo tan tranquilo, incluso después de todo lo que había pasado. Sin embargo, la responsabilidad que sentía de proteger a Haneul pesaba en sus hombros, especialmente ahora que tenía que preparar una demanda contra el Dr. Kim y manejar todos los detalles legales que conllevaría el caso.

Jiho dejó el plato frente a Haneul, quien sonrió agradecido antes de comenzar a comer. Luego, Jiho se sentó en la mesa con su computadora portátil y una pila de papeles, revisando cuidadosamente cada documento, redactando la demanda, y organizando las evidencias que tenía contra el Dr. Kim. Mientras trabajaba, de vez en cuando lanzaba miradas hacia Haneul, quien parecía contento comiendo y disfrutando la película.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Jiho suavemente, sin querer interrumpir demasiado.

Haneul negó con la cabeza, llevándose otro bocado a la boca.

—Estoy bien, gracias. Solo no trabajes demasiado, ¿sí? —respondió, con un tono suave pero lleno de preocupación.

Jiho asintió, dándole una sonrisa tranquilizadora antes de volver a concentrarse en su trabajo. Sabía que este caso sería complicado y emocionalmente agotador, pero estaba decidido a luchar por Haneul, a asegurar que obtuviera justicia por todo lo que había sufrido.

Mientras la noche avanzaba, el sonido del teclado y el suave murmullo de la película llenaban el ambiente. A pesar de la presión y el peso de lo que estaba por venir, Jiho encontró una extraña paz en saber que, aunque estaba luchando en múltiples frentes, lo hacía por la persona que más amaba en el mundo. Y eso lo hacía todo más soportable.

La película que Haneul estaba viendo finalmente terminó, y con un suspiro satisfecho, se levantó lentamente del sofá. Decidió que era el momento de disfrutar un poco de su rincón favorito de la casa: la biblioteca. Caminó con tranquilidad hacia las estanterías repletas de libros y escogió uno al azar, uno de esos que había leído ya varias veces pero que siempre encontraba reconfortante.

Con el libro en mano, se dirigió a la mesa donde Jiho seguía inmerso en su trabajo. A pesar del evidente cansancio reflejado en su rostro, Jiho seguía escribiendo, decidido a no detenerse hasta terminar lo que había comenzado. Haneul, observando esto, sintió una mezcla de admiración y preocupación. No quería que Jiho se agotara, pero al mismo tiempo, sabía que no podía hacer mucho para detenerlo.

Haneul se sentó en una silla cerca de Jiho, abriendo su libro para leer mientras lo acompañaba en silencio. El ambiente estaba tranquilo, solo roto por el suave pasar de las páginas y el sonido rítmico del teclado de Jiho. A veces, Haneul levantaba la vista de su libro y miraba a Jiho, notando cómo sus ojos se cerraban brevemente por el cansancio, pero al instante se volvían a abrir con determinación.

Finalmente, después de un rato, Haneul cerró su libro y lo dejó a un lado. Se acercó a Jiho, colocando una mano suave sobre su hombro.

—Deberías descansar un poco —susurró Haneul, su voz llena de cariño y preocupación—. No quiero que te sobrecargues.

Jiho levantó la mirada hacia él, sus ojos revelando el cansancio que sentía, pero también una firmeza inquebrantable.

—Solo un poco más —respondió Jiho, forzando una sonrisa—. Quiero asegurarme de que todo esté perfecto para mañana.

Haneul lo miró con ternura, sabiendo que no podía convencerlo de detenerse, pero al menos podría estar a su lado mientras lo hacía. Así que se quedó allí, junto a Jiho, leyendo su libro y ofreciéndole su presencia como un apoyo silencioso, mientras la noche avanzaba lentamente.

Ya eran las dos de la mañana, y la casa estaba sumida en un profundo silencio, roto únicamente por el suave tic-tac del reloj en la pared. A pesar de la hora, ni Jiho ni Haneul habían cedido al sueño. Jiho continuaba trabajando en los documentos, con los ojos entrecerrados por el cansancio, mientras Haneul permanecía a su lado, inmerso en su lectura pero luchando también contra el sueño.

—Haneul, deberías ir a dormir —murmuró Jiho por enésima vez, sin apartar la vista de las hojas—. Es muy tarde, y necesitas descansar, sobre todo por... —Jiho hizo una pausa, mirando el estómago aún plano de Haneul con una mezcla de amor y preocupación—. Necesitas descansar por ti y por el bebé.

Haneul levantó la vista de su libro, dándole a Jiho una sonrisa que parecía cansada pero decidida.

—No quiero dormir hasta que tú lo hagas —respondió Haneul suavemente—. No me gusta la idea de que te quedes despierto solo.

Jiho suspiró, sabiendo que era inútil insistir. Haneul podía ser increíblemente terco cuando se lo proponía, y esto era una batalla que Jiho no estaba en condiciones de ganar. Aun así, la preocupación no dejaba de rondar por su mente.

—Prometo que solo me falta un poco más —mintió suavemente Jiho, aunque ambos sabían que aún había mucho por hacer—. Solo necesito terminar esto, y luego iré a la cama contigo.

Haneul no respondió de inmediato, simplemente lo miró con esos ojos llenos de afecto y una paciencia infinita. Finalmente, asintió, pero no hizo ningún intento de levantarse.

—Entonces me quedaré contigo hasta que termines —dijo Haneul con firmeza.

Jiho no pudo evitar sonreír, aunque estaba agotado. A pesar de todo, había algo reconfortante en saber que Haneul estaba a su lado, apoyándolo de la manera que podía. Así que, con un suspiro resignado, volvió a concentrarse en su trabajo, sabiendo que esa noche sería larga, pero al menos no estaría solo.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora