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Después del desayuno, la casa estaba envuelta en la actividad habitual antes de un cumpleaños importante. Min-ho estaba afuera, buscando un regalo perfecto para Jiho, mientras que Sun-hee pasaba tiempo en la cocina, revisando recetas de pasteles.

Jiho, por otro lado, estaba al borde de una pequeña crisis en su habitación. Tenía una montaña de actividades por hacer, y el estrés de su  cumpleaños solo empeoraba su concentración. Haneul, quien estaba sentado en la cama, observaba a Jiho con curiosidad, sin comprender del todo por qué estaba tan agitado.

Finalmente, después de un rato, Haneul rompió el silencio con una pregunta.

—Jiho, ¿qué es cumplir años?

La pregunta fue tan simple que Jiho no pudo evitar sonreír. Se detuvo en medio de su trabajo, dejó el lápiz sobre el escritorio y se acercó a la cama, sentándose junto a Haneul.

—Cumplir años es celebrar el día en que naciste —le explicó Jiho, intentando ser lo más claro posible—. Cada año, en ese mismo día, las personas te felicitan, te hacen regalos y celebran que has vivido un año más. Es una manera de recordar lo importante que eres para las personas que te quieren.

Haneul lo miró con una expresión de confusión en su rostro, tratando de comprender lo que Jiho acababa de decirle. Luego, simplemente se dejó caer hacia atrás en la cama, mirando al techo.

—No lo entiendo… —murmuró Haneul, con un suspiro—. Es como si cada año te recordaran que te estás haciendo viejo.

Jiho soltó una pequeña risa y le dio un suave golpe en el brazo.

—Bueno, visto así, sí. Pero también es una forma de celebrar la vida y las cosas buenas que han pasado en ese año —respondió Jiho, intentando que Haneul viera el lado positivo.

Haneul se quedó en silencio, pensando en las palabras de Jiho. Parecía que estaba empezando a entender un poco más, pero todavía había mucho que no le quedaba claro. Jiho, notando la seriedad en el rostro de Haneul, decidió cambiar un poco el ambiente.

—Sabes, a veces la música ayuda a entender mejor las cosas —dijo Jiho mientras se levantaba y agarraba su teléfono—. Escuchemos un poco.

Jiho buscó una lista de reproducción en su teléfono y seleccionó una canción suave, esperando que relajara el ambiente. Pero cuando la música comenzó a sonar, Haneul dio un salto en la cama, sobresaltado por el sonido repentino.

—¡¿Qué es eso?! —exclamó Haneul, con los ojos muy abiertos mientras miraba el teléfono como si fuera un objeto extraño.

Jiho no pudo evitar soltar una carcajada al ver la reacción de Haneul.

—Es solo música, Haneul. No tienes que asustarte —dijo, riéndose mientras intentaba tranquilizarlo—. Es algo que la gente escucha para relajarse, divertirse o simplemente disfrutar.

Haneul se relajó un poco al ver la sonrisa de Jiho, aunque todavía miraba el teléfono con cierta desconfianza.

—Es raro… —murmuró, pero poco a poco comenzó a escuchar con más atención, permitiéndose disfrutar de las suaves melodías.

Jiho sonrió, contento de ver que Haneul empezaba a adaptarse a las cosas del día a día. El estrés de sus tareas y su próximo cumpleaños parecían desvanecerse un poco mientras veía a Haneul relajarse y disfrutar de la música. Por un momento, todo parecía estar en calma, y Jiho sintió que, a pesar de sus preocupaciones, todo estaría bien.

Jiho se sentó de nuevo en su escritorio, intentando concentrarse en las tareas que tenía pendientes. Mientras tanto, Haneul, sentado en la cama, seguía explorando el teléfono de Jiho, navegando entre canciones. Parecía fascinado por la música, cambiando de melodía cada pocos segundos.

—No te cansas de cambiar la canción, ¿eh? —comentó Jiho, sin apartar la vista de su trabajo, aunque una sonrisa cruzaba su rostro.

Haneul no respondió, concentrado en encontrar algo que le gustara. De repente, una melodía suave empezó a sonar. Era una canción de amor, lenta y cargada de emociones. La habitación se llenó de una atmósfera cálida y envolvente. Jiho levantó la cabeza, sintiendo cómo algo cambiaba en el ambiente.

Haneul, con la mirada fija en la pantalla, seguía el ritmo de la música con sus dedos. Parecía estar perdido en la melodía, dejando que cada nota lo envolviera. Después de unos segundos, levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Jiho.

—Haneul… —Jiho comenzó a decir, sintiendo que algo estaba a punto de suceder.

Haneul parpadeó, su expresión era de concentración, como si intentara encontrar las palabras adecuadas. Luego, con una voz suave y un poco insegura, habló.

—Jiho… —dijo, dudando un momento—. Yo… yo te amo.

Jiho sintió que su corazón se detenía por un segundo. Abrió la boca, pero no pudo decir nada. La sorpresa lo había dejado sin palabras. Miró a Haneul, esperando algún gesto que desmintiera lo que acababa de escuchar, pero los ojos del omega estaban llenos de sinceridad.

—¿Qué…? —Jiho apenas pudo pronunciar la palabra, su mente tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

—Te amo —repitió Haneul, esta vez con un poco más de firmeza, como si estuviera seguro de lo que sentía.

Jiho sintió una mezcla de emociones inundarlo. Estaba feliz, sorprendido, nervioso, todo al mismo tiempo. No había esperado escuchar esas palabras, al menos no tan pronto.

—Haneul, yo… —Jiho se levantó del escritorio y se acercó a la cama, arrodillándose frente a Haneul—. No sabes lo feliz que me hace escuchar eso.

Haneul lo miró con curiosidad, esperando que Jiho continuara.

—Pero… ¿Estás seguro de lo que sientes? —preguntó Jiho, tomando suavemente las manos de Haneul—. Quiero decir… esto es algo importante.

Haneul inclinó la cabeza, como si estuviera pensando en lo que Jiho acababa de decir. Luego, asintió lentamente.

—Te amo, Jiho —repitió, esta vez con más convicción—. No sé cómo explicar lo que siento, pero sé que quiero estar contigo.

Jiho sintió que su corazón se derretía. No pudo evitar sonreír, su amor por Haneul creciendo aún más.

—Yo también te amo, Haneul —confesó Jiho, acercándose más para abrazarlo—. No tienes idea de cuánto he esperado para escuchar eso.

Haneul sonrió y se dejó abrazar, apoyando su cabeza en el hombro de Jiho. Ambos se quedaron en silencio, dejando que la música suave llenara el espacio mientras se acurrucaban el uno con el otro. La confesión de Haneul había cambiado todo, pero en ese momento, todo lo que importaba era que estaban juntos, y que el amor que sentían era real.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora