Mientras Jun-seok hablaba con Jiho, la atmósfera en la habitación se tornó cada vez más tensa. Jun-seok respiró hondo, consciente de que lo que estaba a punto de confesar podría cambiarlo todo, pero sabía que no podía seguir ocultando la verdad.
—Jiho... hay algo que debes saber —dijo Jun-seok, su voz teñida de una mezcla de culpa y determinación.
Jiho lo miró fijamente, preparándose para lo que fuera que su suegro estuviera a punto de revelar. Pero lo que escuchó a continuación lo dejó helado.
—Fui yo quien entregó a Haneul al Dr. Kim cuando tenía tan solo 6 años —confesó Jun-seok, su mirada clavada en el suelo, incapaz de enfrentar a Jiho directamente—. Lo hice porque no soportaba la idea de tener un hijo omega. En ese entonces, pensaba que sería mejor deshacerme de él.
El shock recorrió el cuerpo de Jiho, dejándolo sin palabras por un momento. ¿Cómo podía ser que el propio padre de Haneul hubiera hecho algo tan terrible? La incredulidad se mezclaba con una furia creciente en su interior.
—¿Qué estás diciendo? —murmuró Jiho, intentando procesar las palabras de Jun-seok.
Jun-seok finalmente levantó la mirada, enfrentando la expresión horrorizada de Jiho.
—En aquel año, 1992, no podía aceptar que mi hijo fuera un omega. Era una época difícil, y yo era un hombre lleno de prejuicios y temor. Así que cuando el Dr. Kim se puso al contacto conmigo yo le comente slbre mi hijo, lo entregué sin pensarlo dos veces —admitió Jun-seok, con la voz quebrada—. Nunca me preocupé por lo que le harían, solo quería deshacerme de él.
Jiho sintió una oleada de ira y repulsión. No podía creer que Jun-seok hubiera entregado a su propio hijo para ser sometido a crueles experimentos. Y peor aún, lo había hecho por motivos tan egoístas y despreciables.
—¿Sabes lo que eso significa, verdad? —preguntó Jiho, su voz baja pero cargada de una amenaza latente—. Entregaste a tu propio hijo para ser torturado, todo porque no podías soportar la idea de que fuera diferente.
Jun-seok asintió, sus ojos llenos de arrepentimiento.
—Lo sé. Y no hay un solo día que no lamente lo que hice. Pero ahora, necesito hacer lo correcto. Quiero denunciar al Dr. Kim, quiero que pague por lo que hizo, aunque sé que eso no borrará lo que yo hice.
Jiho sintió una mezcla de emociones: ira, tristeza, y un profundo sentido de justicia por Haneul. Sabía que Jun-seok no merecía perdón, pero también sabía que el Dr. Kim tenía que ser llevado ante la justicia.
—Voy a tomar este caso, Jun-seok —dijo Jiho finalmente, con firmeza—. Pero que quede claro, no lo hago por ti. Lo hago por Haneul, porque él merece justicia. Y cuando todo esto termine, tú también tendrás que enfrentarte a lo que hiciste.
Jun-seok asintió en silencio, consciente de que estaba a punto de enfrentar las consecuencias de sus actos. Mientras Jiho se preparaba para lo que sería una batalla legal intensa, sabía que, pase lo que pase, protegería a Haneul y haría todo lo posible para asegurar que quienes lo lastimaron pagaran por sus crímenes.
Después de que Jun-seok se retiró del departamento, Jiho se quedó en silencio durante unos minutos, procesando todo lo que había escuchado. La revelación de Jun-seok lo había dejado devastado y furioso al mismo tiempo, pero sabía que tenía que mantenerse fuerte por Haneul.
Soltando un suspiro pesado, Jiho llamó a Haneul. No tardó mucho en escuchar los suaves pasos de Haneul acercándose desde la habitación. Haneul apareció con una sonrisa, ajeno a la tormenta emocional que se desataba dentro de Jiho.
—¿Qué pasa, Jiho? —preguntó Haneul, inclinando la cabeza con curiosidad.
Jiho no pudo responder de inmediato. En lugar de hablar, extendió una mano y le indicó a Haneul que se acercara. Haneul obedeció sin dudar, acercándose a Jiho con una expresión de preocupación al ver la seriedad en sus ojos.
Cuando Haneul estuvo lo suficientemente cerca, Jiho lo agarró suavemente por la cintura y lo sentó en su regazo. Sin decir una palabra, lo envolvió en un abrazo fuerte, aferrándose a él como si fuera lo único que le quedaba en el mundo.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Jiho, deslizándose por sus mejillas mientras enterraba su rostro en el hombro de Haneul. No pudo contener más el dolor y la tristeza que sentía al saber lo que Haneul había sufrido, y cómo había sido traicionado por su propio padre.
Haneul, sorprendido por la repentina muestra de vulnerabilidad de Jiho, levantó una mano para acariciar su cabello suavemente. Aunque no entendía completamente lo que estaba pasando, podía sentir el dolor de Jiho, y eso era suficiente para que su corazón se apretara con preocupación.
—Estoy aquí, Jiho —murmuró Haneul en un tono tranquilizador, apoyando su mejilla contra la cabeza de Jiho—. No tienes que decir nada si no quieres. Solo quiero que sepas que estoy contigo.
Jiho apretó su abrazo, aferrándose a Haneul como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Las lágrimas continuaron cayendo, y aunque no dijo una palabra, Haneul entendió que había algo profundo y doloroso que Jiho estaba cargando.
Ambos permanecieron así por un largo tiempo, en silencio, pero envueltos en un lazo de amor y apoyo inquebrantable.
Los minutos pasaron lentamente mientras Jiho seguía aferrado a Haneul, dejando que las emociones finalmente se desbordaran. Entre sollozos, Jiho comenzó a susurrar palabras suaves y tiernas en el oído de Haneul.
—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Haneul —dijo con la voz entrecortada, su agarre en Haneul se hizo más firme—. No sé qué haría sin ti… Eres mi luz, mi razón para seguir adelante.
Haneul, con el corazón encogido, acarició suavemente la espalda de Jiho, tratando de ofrecerle el consuelo que tanto necesitaba.
—Nunca imaginé que alguien como tú podría amar a alguien como yo —continuó Jiho, su voz temblando con cada palabra—. Eres tan fuerte, tan hermoso… No mereces nada de lo que te ha pasado, y voy a hacer todo lo posible para que nunca tengas que sufrir de nuevo.
Haneul sintió cómo las lágrimas comenzaban a llenar sus propios ojos al escuchar la profunda angustia en la voz de Jiho. A pesar de todo lo que había pasado, el amor que Jiho le mostraba lo envolvía como un cálido manto, dándole fuerzas para enfrentar cualquier cosa.
—Te amo tanto, Haneul —susurró Jiho, sus labios rozando la oreja de Haneul—. Prometo que siempre te protegeré, que siempre estaré a tu lado… No voy a permitir que nadie te haga daño nunca más.
Haneul, profundamente conmovido, inclinó la cabeza para besar suavemente la mejilla de Jiho, susurrando entre el gesto:
—Yo también te amo, Jiho… Y sé que, mientras estemos juntos, todo estará bien.
Jiho cerró los ojos, permitiendo que el amor y la dulzura de las palabras de Haneul lo calmaran, aunque fuera un poco. El llanto poco a poco comenzó a disminuir, pero el abrazo entre ambos se mantuvo, fuerte e inquebrantable, como un recordatorio del vínculo que los unía y de la promesa silenciosa de protegerse y amarse mutuamente, sin importar lo que el futuro les deparara.

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The power of fate
Mistero / ThrillerEn 1992, un niño de 6 años fue secuestrado por un grupo de científicos sin escrúpulos que operaban al margen de la ley. Su objetivo era llevar a cabo un experimento secreto y prohibido, diseñado para manipular y controlar las características de los...